Otros juegos de burros

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Bajo la denominación de «Al arroz» se conocía en Vitoria (A) un juego de chicos para cuya realización se necesitaban dos equipos con igual número de componentes, entre cinco y ocho niños cada uno. Otro hacía de ama. Tras un sorteo los chavales del bando perdedor se situaban en círculo agarrados con los brazos por los hombros y con la cabeza inclinada hacia el centro. Los componentes del otro equipo saltaban sobre ellos encaramándose, pero debían hacerlo de uno en uno y preguntando primero al ama: «¿Hay arroz?». Hasta que éste les respondía: «La cazuela llena» no podían brincar. No les estaba permitido agarrarse ni sujetarse a los de abajo ni con las manos ni los pies; tampoco podían hablar mientras estuviesen encaramados y mucho menos avisar o aconsejar a sus compañeros. Si uno de éstos tocaba el suelo perdían. Sí podían, en cambio, asirse entre ellos para evitar la caída de uno cualquiera, pero bajo ningún concepto a los contrarios.

El equipo que hacía de cazuela, esto es, los de abajo, debían mantenerse agarrados por los hombros y no podían agacharse ni hacer movimientos bruscos con el fin de derribar a los que tenían encima.

Durante la realización del juego las discusiones del ama eran inapelables y sus opiniones se respetaban casi sin discusión. Por otra parte, este árbitro solía elegirse por la confianza que tenían todos en su imparcialidad.

Los que formaban la cazuela se situaban dentro de un círculo trazado en el suelo del que no podían salir, ni siquiera pisar la circunferencia que lo delimitaba. Sus contrarios debían saltar desde otro círculo mayor, concéntrico al anterior, y tampoco podían pisarlo.

Le cheval fondu. Grabado de J. Stella, s. XVII. Fuente: Stella, Jacques. Juegos y Pasatiempos de la Infancia. Grabados de Claudine Bouzonnet Stella. Palma de Mallorca, José J. de Olañeta, Editor, 1989.

El círculo exterior sobrepasa en unos dos metros al interior, cuyo tamaño dependía del número de jugadores, pues los componentes de la cazuela debían caber con cierta holgura dentro de él. La corona delimitada por ambos círculos señalaba un terreno que no podía pisar nadie salvo el ama, para verificar si alguno de los jugadores estaba en posición incorrecta.

Con la denominación de «Ya esaten» conocían en Ondarroa (B) el mismo juego: Los jefes de dos grupos de niños echan primeramente a suertes. Los componentes del grupo perdedor se colocan de pie en círculo, un poco encorvados, con los brazos entrecruzados sobre los cuellos, tocándose las cabezas. Los niños del otro grupo tratan de montar sobre ellos, eludiendo la vigilancia del jefe de los agachados que cuida para que no logren su pretensión. Si este jefe consigue tocar en el suelo, a una distancia convenida, a cualquiera de los niños atacantes, éstos resultan perdedores y se produce el relevo en las posiciones. «¡Ya!» es la palabra que pronuncia el jefe de los perdedores para indicar el comienzo del juego.

Rosa Hierro recoge una versión del mismo denominada «Salto de oso» en la que tres niños, unidos por los hombros, se disponen en un círculo y otros tres saltan sobre ellos[1].

En Aoiz (N) unos cuantos muchachos se colocan de burros, a veces dispuestos en círculo y otras en fila, unos frente a otros. Los demás se mueven en torno a ellos. Cuando un jugador que hace la función de madre grita: «Una, dos y tres, al burro...¡ya!», todos corren a montarse en el que pueden. Como siempre hay uno más que los agachados, el que no lo consigue queda eliminado. A la vez se descarta un burro para que permanezcan en idéntica relación. Al final, de los dos participantes que quedan, gana el que logra subirse sobre el último burro. La madre va repitiendo la fórmula mientras tanto con distintas cadencias por lo que los jugadores deben estar atentos. Este juego recuerda a un entretenimiento muy recurrido durante los festejos populares, el de «Las sillas», que se describe en el capítulo correspondiente.

En Ondarroa (B) jugaban también una especie de «Burro seguido» pero entre dos equipos y además acompañándose de una canción. Echadas las suertes se componen los dos equipos y los perdedores se colocan en fila a cierta distancia unos de otros. Los componentes del otro grupo van saltando por encima de ellos cantando:

Bat, Matxin barrabas
Bi, Matxin ipurdi
Iru, kolko bete diru
Lau, ikomelau
Bost, ainka-motz
Sei, ain korta bete bei
Zazpi, azpi
Zortzi, neskiaren kortzi
Beatzi, jo ta ertsi
Amar, katuaren mar-mar
Amaike, a bete lukainke
Amabi, kolko bete madari.
Uno, Matxin barrabás / Dos, Matxin culo / Tres, el seno lleno de dinero / Cuatro, y come cuatro / Cinco, paticorto / Seis, el establo lleno de vacas / Siete, debajo / Ocho, el corsé de la chica / Nueve, pega y cierra / Diez, el maullido del gato / Once, aquello lleno de longanizas / Doce, el seno lleno de peras.

Si alguno de los saltadores toca con el pie la cabeza de uno de los que están encorvados, su grupo pierde y se procede al relevo colocándose los perdedores en posición de agachados.

Salto de la rana. Vitoria (A). 1949. Fuente: Iñigo Irigoyen, José. Folklore Alavés. Vitoria, Diputación Foral de Alava, 1949.

José Iñigo Irigoyen cita una versión llamada «Salto de la rana» que más que un juego es un ejercicio de agilidad. Dos, tres, cuatro o más niños, según la habilidad del que va a saltar, se ponen de burros en hilera dando «proa» con «popa». Otros tres muchachos en banda corren hacia la hilera y al llegar a ella el que va en el centro se eleva en el aire apoyando sus brazos en los hombros de los otros dos y llevado así por la carrera de éstos pasa sin tocar por encima de la hilera de burros, que deben permanecer inmóviles. Son necesarios buenos pulsos en quien salta y en los dos que le transportan velocidad, regularidad yno separarse entre sí más de lo conveniente[2]. En Quintana (A) se juega del mismo modo y se conoce por idéntico nombre.

Rosa Hierro recoge una modalidad similar denominada «Salto de la barra». El niño que está debajo se coloca doblado por la cintura y sobre él saltan los demás a partir de una raya. Forman un trío y el situado en el centro salta corriendo y apoyándose en los hombros de los otros dos. El agachado se debe disponer longitudinalmente[3].


 
  1. Rosa HIERRO. “Del mundo infantil. Los juegos de los niños” in Euskalerriaren Alde, XIV (1924) p. 131.
  2. José IÑIGO IRIGOYEN. Folklore alavés, Vitoria, 1950, p. 102.
  3. Rosa HIERRO. “Del mundo infantil. Los juegos de los niños” in Euskalerriaren Alde, XIV (1924) p. 130.