Otros refrigerios

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Esta antigua práctica de obsequiar a todos los asistentes a las exequias se ha registrado en otras localidades, donde recibe distintos nombres.

En Aia (G), terminado el funeral, salían todos al pórtico, donde el sacerdote rezaba un responso. Luego, la familia del finado obsequiaba a los asistentes con un refrigerio de pan y vino, que se repartía en casa de la serora. A este acto se le denominaba segizioa[1].

En Getaria (G), un refrigerio consistente en vino tinto para los hombres y vino dulce con galletas para las mujeres recibía el nombre de seixiak.

En Oiartzun (G), según la encuesta de los años veinte, el día del entierro se ofrecía a los hombres un amaiketako (lit. lo de las once).

En Altza (G), este refrigerio tenía lugar en la taberna y estaba destinado a cuantos quisieran, amaiketakua nai duan guztioi ostatuan.

En Bidegoian (G), al finalizar el funeral, se mantiene la costumbre de invitar a los asistentes en un bar del pueblo a un refrigerio, denominado ogi-ardoak, consistente en pan con carne o chorizo y vino para los hombres y galletas con vino dulce para las mujeres.

En Ezkio (G) perdura todavía la costumbre de ofrecer vino dulce y galletas a todos los asistentes a las exequias.

En Lekunberri (N), a los asistentes antiguamente se les servía una pequeña refección, tragaxko bat, de pan, queso y vino; hoy día, sin preparación previa, parientes y familiares toman juntos un refrigerio en la misma cocina.

En Eugi (N), a los asistentes al funeral se ofrecía un refrigerio de pan, queso y vino. En Arano (N) este refrigerio denominado amaiketako se ofrecía en el mismo pórtico.

En Ezkurra (N), en la década de los años treinta, tras el sepelio el sacerdote rezaba los responsos en la iglesia ante la antigua sepultura de la casa del difunto; después los hombres acudían a la Casa Consistorial, Erriko Etxea, donde eran obsequiados con pan y vino; las mujeres iban a la casa mortuoria donde rezaban varios Pater noster y tomaban pan y vino o una copa de anís.

En Bera (N), por los años cuarenta, al terminar el funeral tanto los hombres como las mujeres se reunían en una casa para tomar por separado un refrigerio. Finalizado el amaiketako del grupo femenino, una de ellas dirigía las oraciones por el alma del difunto, por los familiares muertos y por la primera que fuera a morir de entre las presentes. La fórmula empleada para ello era siempre la misma «Errezatuko'zue Avemaría bana...», / «rezaréis un Avemaría por el alma de Fulano o de Fulana». Este refrigerio era distinto de la comida que celebraban los parientes próximos del difunto[2].

En Goizueta (N) se denomina produa (lit. duelo) a una pequeña colación ofrecida en la casa mortuoria a quienes acudían al funeral. No se trataba propiamente de una comida sino de algo más ligero: pan, galletas, queso, vino o café, servidos en platos colocados sobre mesas. Los hombres se reunían en la sala y las mujeres en una habitación o en la cocina. Los participantes se servían ellos mismos y lo tomaban sin sentarse. Antes de comenzar se rezaba la oración Aita gurea dirigida por un familiar de la casa, etxeko batek agindua. Posteriormente, el refrigerio pasó a tomarse en alguna taberna del pueblo. A la casa mortuoria acudían únicamente los que iban a tomar parte en la comida de entierro, illeta-bazkaria.

También se han ofrecido estos refrigerios en Allo (N), Azkaine, Hazparne, Sara (L); Laguardia, Moreda (A); Hondarribia (G); Abadiano, Muskiz, Orozko, Plentzia, Portugalete y Lemoiz (B). En esta última localidad, al aperitivo servido en tales ocasiones en una taberna se le denomina olatea.


 
  1. Luis MURUGARREN. Universidad de Aya. San Sebastián, 1974, p. 84.
  2. Julio CARO BAROJA. La vida rural en Vera de Bidasoa. Madrid, 1944, p. 173.