Pago del banquete

Generalmente los padres de ambos contrayentes costeaban los gastos ocasionados con motivo del banquete nupcial (Amézaga de Zuya, Mendiola-A; Durango, Urduliz-B; Gatzaga-G[1]; Obanos-N).

Eran dos las principales modalidades de pago: o bien lo hacían a medias o bien cada uno pagaba en función del número de los comensales invitados por su parte.

En Carranza (B) en cambio, antaño, la familia de la novia era la que pagaba la comida, y la del novio se encargaba de aportar los vinos y licores. Hoy en día la tendencia es hacerlo a medias.

En Gamboa (A) antes las dos familias pagaban la comida, excepto en los casos en que hubiera firmada una escritura que concertara que sólo una de ellas se hiciera cargo de los gastos.

Hace unas décadas, cuando los padres de los recién casados eran los encargados de pagar el costo del banquete, éstos iban a la cocina del restaurante para efectuar el pago al instante. Actualmente, el abono puede producirse a la vuelta de los contrayentes del viaje de novios.

En Artziniega (A) indican que, a pesar de que generalmente los padres sufraguen los gastos del banquete, es cada vez más común que sean los propios novios los que lo hagan. Este hecho se ha extendido modernamente al tiempo que los familiares van perdiendo peso en la organización de las celebraciones y los invitados hacen regalos de dinero en efectivo a los contrayentes.


 
  1. APD. Cuad. 2, ficha 221.