Paisaje agrario de Navarra

Los paisajes originados por la combinación de ager, saltus, hábitat y caminos, son en Navarra muy variados, según el geógrafo Alfredo Floristán porque variado es su relieve, su clima y las distintas culturas que en ella se han desarrollado, lo que explica que existan cuatro grandes ambientes bioclimáticos:

1º) Valles cantábricos de la Navarra húmeda del noroeste. Piezas básicas de este paisaje rural son los campos cercados con setos o lajas de piedra y el hábitat disperso. El espacio cultivado supone poco frente al espacio inculto y el hecho de que en el primero tengan más relevancia los prados de siega que los cultivos indica el papel fundamental que aquí desempeña la ganadería tanto bovina como ovina.

El cultivo tiene finalidad ganadera: maíz, alubia enroscada a su tallo y nabo intercalado. No obstante este sistema va retrocediendo en favor de las plantas forrajeras y de los prados naturales y artificiales; y gracias a los fertilizantes químicos y a la modernización de los establos pierden relevancia los helechales, con los que se obtenía el estiércol, imprescindible en el cultivo de las tierras frías y ácidas.

El hábitat está concentrado en pequeñas aldeas, pero en los valles septentrionales además hay multitud de caseríos y bordas dispersos. La red viaria rural no tiene la típica disposición radial propia de las áreas con asentamientos concentrados; nota distintiva son los caminos hundidos, delimitados por tapias o setos y más o menos abarrancados.

Hay comarcas (Burunda y Tierra de Aranaz) con neto predominio de pequeñas explotaciones, debido a las sucesivas divisiones del patrimonio familiar entre los hijos. En cambio, en el valle de Araquil, la estructura del terrazgo es contraria por seguirse la costumbre del heredero único, no obstante apenas abarca el conjunto de estas explotaciones particulares el 5 % de las tierras.

Paisaje de Ituren (N), 2009. Fuente: Pablo Orduna (Fondo Pío Guerendiáin), Grupos Etniker Euskalerria.

2º) Valles pirenaicos. En las partes más altas del nordeste de Navarra se da un tipo de paisaje rural cuyos aspectos más destacables son el escalonamiento bioclimático, la trashumancia, las almadías y la agricultura de montaña.

La trashumancia afecta al ganado lanar (en siglos pasados también trashumaba el bovino) y se establece entre los valles de Roncal y Salazar y las Bardenas Reales y corralizas de la Ribera del Ebro, a donde bajan los rebaños y pastores en septiembre y de donde vuelven en mayo o junio para pasar el verano en el piso de los prados supraforestales alpinos o alpinizados. La exportación de la madera valiéndose de los ríos mediante el sistema de almadías, que bajaban hasta el Ebro, tuvo gran importancia desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX aproximadamente.

El terrazgo agrícola se reduce a la vez que gana en extensión el silvopastoril, ciñéndose la agricultura al fondo de los valles y a ciertas onduladas superficies de denudación, como la de Burguete y la del interfluvio Aezkoa-Salazar, y concierne a cultivos especialmente resistentes al clima, como el centeno, la patata tardía de siembra y ciertas plantas forrajeras, que se suman a los prados naturales, usos que se van degradando conforme se progresa hacia el Pirineo debido a la menor humedad, las temperaturas más bajas y la topografía más abrupta.

En los valles pirenaicos el hábitat se concentra en pequeñas aldeas (por lo regular de menos de 100 hab.) situadas cerca de los ríos o en altiplanicies, con casas apiñadas, grandes y cuidadas. En el noroeste ha predominado la mediana explotación, que va pasando paulatinamente a la gran explotación (20 ha o más) hacia el este.

3º) Cuencas prepirenaicas. Los campos abiertos (openfield) con explotaciones agrícolas de más de 20 ha, y pequeñas aldeas, se extienden por las cuencas de Lumbier-Aoiz y Pamplona, por la parte sur de los valles pirenaicos y la parte norte de la Zona Media, es decir, aproximadamente por la Navarra bioclimáticamente sub-mediterránea. La cebada y el trigo ocupan cada año casi todo el espacio cultivado.

Tradicionalmente los cereales alternaban, en hojas o manos comunitarias, con las leguminosas (haba, alholva, veza) y el barbecho, y aproximadamente un 10 % del ager se reservaba para las viñas. La mecanización de las labores del campo, el empleo masivo irracional de los fertilizantes químicos y la oferta de mano de obra industrial antes de la década 1970, acompañada de un intenso éxodo rural, originó la ruptura del sistema de cultivo que había regido durante siglos y la consiguiente transformación del paisaje rural.

Desaparecieron las hojas colectivas, los rebaños comunales, el cultivo de la vid, que normalmente se daba en los carasoles, y el barbecho, disminuyó mucho la superficie ocupada por las plantas leguminosas y aumentó la de las forrajeras, especialmente en las áreas más lluviosas. Se trata de un paisaje muy humanizado con pequeñas aldeas de menos de 100 habitantes.

4º) Paisajes mediterráneos. Son los intensamente roturados desde antiguo por romanos y árabes en el sur de Navarra, de acuerdo con unos caracteres determinados por su régimen pluviométrico: cuantía anual escasa, anárquica distribución intermensual de las lluvias y, sobre todo, verano seco.

La sequía estival explica la elección y difusión de esta trilogía de cultivos clásicos, trigo, vid y olivo, que fructifican antes del pleno verano o que son capaces de vivir en ambientes áridos (con precipitaciones inferiores a 400 mm), como el de las Bardenas Reales, al sureste de la Comunidad, en cuyo terreno el ganado lanar trashumante de los valles de Roncal y Salazar aprovecha los pastos desde el otoño al verano, se siembran en él cereales de secano (trigo y cebada) y en algunas hectáreas, gracias al Canal de las Bardenas, pueden cultivarse espárrago, almendro y vid de regadío.

Salpicando las tierras cerealistas aparecen apretadas viñas y olivares que hacia el norte tienden a acantonarse en los carasoles. La irregularidad interanual del régimen pluviométrico lleva a la solución del policultivo, casi obligado en las áreas de secano, porque esta irregularidad se traduce en años buenos y malos, o buenos para ciertos cultivos y malos para otros.

El hábitat está agrupado en pueblos y villas por lo general superiores a 1000 hab., distantes entre sí, con estructura compacta de tipo urbano de la que irradian los caminos rurales en todas direcciones, con casas pequeñas edificadas secularmente con ladrillo, pueblos con frecuencia situados en posiciones defensivas (cerros o bordes de terraza), pero también es característica de la zona más árida la gran extensión desierta de las Bardenas Reales, cuyo paisaje estepario aparece salpicado de corrales, cabañas y pequeñas balsas ligadas al uso del pastoreo.

En 1990 explicaba el geógrafo Alfredo Floristán que las áreas típicas de policultivo de secano estaban en franco retroceso por razones de comodidad y económicas, refiriéndose a la Navarra Media y el somontano del Sistema Ibérico, y que las de policultivo de regadío se ceñían a las riberas de los grandes ríos. Pero el aspecto de este paisaje agrario comenzó a alterarse con la irrigación paulatina del Canal de Navarra, cuyo proyecto constructivo se inicia en 1998 y su primera fase de explotación (desde Valdizarbe a los entornos de Peralta y Pitillas), 22 300 ha, ya fue una realidad en abril de 2011.

El Ebro a su paso por la Ribera navarra, 1988. Fuente: Navarra. Madrid: Fundación Juan March y Editorial Noguer, 1988.

El Canal de Navarra enlaza con el pantano de Itoiz, que embalsa agua procedente de los ríos Irati y Urrobi, hacia el sur regará en las dos primeras fases del proyecto 57 713 ha y hacia el oeste en la tercera fase regará 15 275 ha en Tierra Estella con una superficie que afectará 72 988 ha una vez se halle terminado en 2026, abarcando la Navarra Media inmediatamente al sur de la Cuenca de Pamplona, la Comarca de la Ribera entre los Valles del Aragón y el Ebro, y la margen derecha de este río, más la superficie comprendida entre los ríos Ega y Arga. El espacio irrigado, unido al que aportará el Canal, será de 157 414 ha, lo que equivaldrá al 20 % de la superficie agraria útil en la Comunidad.

Las obras del Canal están modificando el paisaje a nivel morfológico y agrario, tal como se ha constatado en las encuestas etnográficas llevadas a cabo. En el primer caso, la modificación se ha dado no solo por la concentración parcelaria previa y el impacto de su trazado, sino por la construcción de seis túneles, dos acueductos, doce sifones y cuatro balsas de regulación; en cuanto a la modificación del paisaje agrario, los cultivos de secano preponderantes en el suelo agrícola (antes un 66 % de las tierras cultivadas), básicamente de trigo, cebada y viña, comienzan a ser diversificados con más de medio centenar de nuevos cultivos que alimentan la potente agroindustria existente, posibilitándolo los nuevos sistemas de regadío por aspersión (dirigidos al cultivo del maíz, habas, cereal, guisante, judía, espinaca, bróculi, heno, espárrago...) y por goteo (al tomate, pimiento, bróculi, cebolla...), con la posibilidad real de alcanzar hasta siete rotaciones distintas en regadío frente a una de cebada en secano, con una mayor rentabilidad económica.

Ilustra muy bien el cambio producido la transformación que se ha operado en el primer sector afectado por el Canal, Valdizarbe (en riego desde 2007), donde hoy se registran catorce cultivos diferentes en las 866 ha de regadío disponibles (maíz dulce, maíz grano, maíz forrajero, maíz semilla –producción de semilla de híbridos de maíz– girasol, trigo, pasto, haba, patata, espárrago, olivo, viña, pimiento y huerta).