Participación de la serora

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En algunas localidades, si bien como en las anteriormente descritas el principio general establecido era que la dueña de la casa u otra mujer también de la misma se hiciera cargo de la sepultura, ocasionalmente delegaban su labor en la persona que tenía el cuidado de los quehaceres auxiliares del templo, tal como la serora, andere serora, beata o sacristana.

En Sara (L), en tiempos pasados, según Amiby, la persona encargada de activar la sepultura era un miembro de la familia o una mujer de la localidad, retribuida por esta labor, que tenía encomendados los quehaceres auxiliares de la iglesia, elizatheia[1].

En Lekunberri (N), las velas que iluminaban cada sepultura eran encendidas por los miembros de la familia cuando acudían a misa. Si por algún motivo no podían hacerlo, se encargaba de ello la serora, segorea, quien en otros tiempos tuvo a su cargo esta misión.

En Hondarribia (G), era siempre una mujer la que representaba a la casa en la sepultura, bien la esposa, la madre o la mayor de las hijas. Cuando la familia era pudiente, vivía lejos o no había mujeres con posibilidad de acudir a los oficios, tomaban una «encargada» para que cumpliera esa misión a cambio de una propina.

En Elgoibar (G), la familia tenía a su cargo el encender la cera. Si el caserío estaba alejado de la parroquia, se pagaba a alguna mujer de la villa (que viviese en «la calle») para que se responsabilizara de este quehacer. En el barrio de Alzola ocurría otro tanto y si los familiares no podían realizar la tarea, les sustituía la serora.

En Obanos (N), si la señora de la casa no podía acudir a diario, eran las hijas del sacristán las que se ocupaban de extender el añal y encender las velas.

En Sera (N), cuando la señora de la casa no podía abandonar los quehaceres domésticos para cumplir con los piadosos oficios, que frecuentemente eran de larga duración, lo que hacía era nombrar en su sustitución a alguna mujer mayor o desvalida, a la que le pagaban una cantidad por esta obligación[2].

En Donoztiri (BN), a falta de los familiares del difunto, el cuidado de encender las luces en la sepultura, elizalekia, corría a cargo de la andere sorora[3]. Igual costumbre se ha constatado en Hazparne (L).

En Baigorri (BN), cuando la familia dejaba de asistir a las misas, era una religiosa la encargada de encender la sepultura y guardar las velas, avisando a la familia cuando se consumían para que las renovase.


 
  1. A. ARÇUBY. “Usages mortuaires a Sare” in Bulletin du Musée Basque, IV 3-4 (1927) p. 23.
  2. Julio CARO BAROJA. La vida rural en Vera de Bidasoa. Madrid, 1944, pp. 174-175.
  3. La andere sorora desempeñaba en la iglesia ciertas funciones como la de encender y cuidar de las luces que arden en la sepultura, elizalekia y la de estar presente en las sepulturas donde y cuando corresponde cantar un responso.