Participación de los mozos en las nupcias

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Tal como hemos señalado más arriba, antaño, las bodas eran sobre todo una fiesta que involucraba a la. juventud, por lo que los mozos han tenido una importante participación en los festejos de boda. Ha sido tradicional que los novios inviten a sus amigos a los banquetes nupciales. Aparte de ello, en los lugares en que las mocerías juegan un papel de cierta relevancia, principalmente en Alava y Navarra, el grupo de los jóvenes participaba en actividades especiales.

En Lagrán (A) el día que uno se casaba, le acompañaban los mozos al templo con guitarras y otros instrumentos musicales. Antes de que se celebrara el matrimonio, daban la "ronda" al pueblo para anunciar a los mozos que en breve iba a tener lugar la ceremonia. Los jóvenes que no estaban invitados recibían de los recién casados media cántara de vino, una bacalada de más de dos kilos y dos otanas. Para tener opción a este regalo de los novios, era indispensable la asistencia al rito eclesiástico y el mozo que no estaba cuando llegaba la ronda a la iglesia, no tenia derecho a participar en la comida.

Los mozos celebraban la fiesta en casa de uno de los acompañantes, que no se podía negar, pues se llevaba por riguroso orden. Después de la comida, dos de ellos, el que hacía de mozo mayor y uno de los alguaciles de los jóvenes, acudían a la casa donde se celebraba el banquete de bodas y colocaban sobre las mesas unas bandejas para que los invitados depositaran en ellas el óbolo, según sus posibilidades. Con lo allí recaudado los jóvenes pagaban el gasto que ellos habían realizado durante todo el día que duraba la fiesta. Después se despedían de los novios con estos cantares:

Aquí venimos los mozos
toditos en armonía
a darle la enhorabuena
a (fulano) y compañía[1].

En Bernedo (A), las mozas que cantaban en la ceremonia religiosa, acudían a la puerta de la casa donde fuera a celebrarse el banquete y no dejaban entrar a los invitados, si no les daban una propina de dinero. Eran seguidas de los mozos que cantaban coplas escritas para la nueva pareja, acompañados de sus instrumentos. Con lo que sacaban y lo que escotaban entre ellos, preparaban una comida, cena y baile, al que se unían luego los invitados, que se prolongaba de noche. Estas costumbres desaparecieron con la guerra civil de 1936.

En Amézaga de Zuya (A) los mozos y las mozas son invitados al banquete en caso de que antes no se haya organizado la despedida de soltero. En Valdegovía (A) en la mayoría de los casos también eran invitados a la boda, pero había veces en que tenían que conformarse con el festejo de la despedida de soltero. En Berganzo (A) a los mozos se les invita a una especie de lunch el día de la enhorabuena (el segundo domingo de las proclamas). A las mozas se les invitaba a chocolate caliente. En San Martín (Améscoa-N) los novios daban algún dinero a los mozos para la merienda y a las mozas pan y miel[2].

En Arrasate (G) a los mozos se les agasajaba con un refrigerio a base de galletas y vino rancio. En algunos casos, los más pudientes, les mandaban a un bar o restaurante, donde tenían una comida.

En Allo e Izal (N) algunas familias preparaban baile por la noche fuera de la casa para que los mozos se divirtieran. En esta última localidad, celebrado el matrimonio en la iglesia, se preparaba una mesa en el frontón con peladillas gordas y una bandeja en la que los mozos colocaban el primer dinero con el fin de que los demás invitados aportaran también para pagar la música.

En Beruete (N), los mozos del pueblo acudían a la casa de la novia, en que se estaba celebrando la cena de bodas, y cantaban algunas coplas petitorias en honor de los casados. Los novios bajaban entonces al portal y les ofrecían pan y vino. Posteriormente los hacían subir para cenar o, de no haber convite, les ofrecían dinero[3]. El Padre Donostia recopiló las coplas de esta localidad en los años cuarenta[4].

En San Martín de Unx (N) los novios daban algún dinero a los mozos para la merienda y a las mozas pan y miel.

En Garde (N), antiguamente, era típico "correr el rosco". Los novios mandaban hacer al panadero un bizcocho adornado con confites. El tamaño y la forma era similar a la de un neumático. Los amigos del novio participaban en una carrera que consistía en ir rodando el rosco por una cuesta. Aquel que consiguiera el mejor tiempo sin que se le cayera se quedaba con el rosco. Antaño cuando no se invitaba a los amigos al banquete, el rosco denotaba un detalle de los novios para con sus amigos. Eran tiempos de escasos recursos y conseguir ganar el rosco producía gran alegría. En Isaba (N) actualmente en algunas bodas con el fin de no perder la costumbre se "corre el rosco" y es comido por todos los jóvenes.

En Eulate (N), en cambio, eran las mozas las que hacían una rosca con grageas para ofrecérsela a la novia[5]. En Apellániz (A) existió también una costumbre similar. Amasaban en casa de la novia una rosca muy adornada con dulces, almendras y lazos y, después del casamiento, la corrían los mozos. A cierta distancia se colocaba el novio con la rosca en su brazo levantado y entonces salían los dos competidores. El que llegaba el primero de un salto cogía la rosca que, de propio intento solía estar cortada en dos trozos y el mozo se quedaba siempre con el más pequeño, quedando el grande en poder del novio[6].

Fuera de estas actividades propias de las mocerías, podemos afirmar que en general el grupo de los mozos y mozas del lugar, o al menos el grupo de los amigos y allegados más jóvenes de los recién casados, toman un papel preponderante a lo largo de todos los festejos de las celebraciones nupciales y, muy especialmente, en el cortejo nupcial y, como veremos más adelante, en las costumbres ligadas a la noche de bodas.


 
  1. Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. “El matrimonio en Alava” in BISS, XV (1971) p. 211.
  2. Luciano LAPUENTE. “Estudio etnográfico de Améscoa” in CEEN, III (1971) p. 144.
  3. José Mª SATRUSTEGUI. Euskaldunen seksu bideak. Oñati, 1975, pp. 119-120.
  4. José Antonio DONOSTIA. Cancionero Vasco. Tomo VII. San Sebastián, 1994, pp. 574-575.
  5. Luciano LAPUENTE. “Estudio etnográfico de Améscoa” in CEEN, III (1971) p. 144.
  6. Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. “El matrimonio en Alava” in BISS, XV (1971) p. 211.