Pérdida de la autarquía

Es patente la progresiva pérdida de autosuficiencia de la casa rural en la obtención de los alimentos básicos. A primeros de siglo la mayor parte de éstos se conseguían en la explotación agrícola familiar o se compraban en mercados próximos abastecidos, a su vez, con alimentos producidos en el entorno comarcal. Este autoabastecimiento doméstico o comarcal era complementado con unos pocos productos, casi siempre de carácter extraordinario, que provenían de otras regiones.

Bien es verdad que desde antiguo ha existido un importante comercio interregional debido al déficit de víveres, sobre todo de cereales, que han padecido las regiones atlánticas de Vasconia. Pero este comercio repercutía fundamentalmente en las poblaciones netamente urbanas.

La reducida gama de alimentos que se adquirían en los comercios de las zonas rurales evidencia que sus habitantes gozaban de un alto grado de autoabastecimiento. He aquí una relación pormenorizada de los artículos de alimentación que, en la década de los años veinte, se vendían en una tienda de Zeanuri, localidad situada en un valle interior de Bizkaia:

— Garbanzos. Arroz. Pasta de fideo.

— Pimientos rojos enlatados. Tomate enlatado. Melocotón en almíbar. Dulce de membrillo envasado en grandes latas y vendido a peso.

— Higos pasos. Uvas pasas. Caramelos de malvavisco. Azucarillos. Confites.

— Bizcochos, pasteles y chocolate elaborados en la confitería local. Chocolate. Galletas.

— Aceite. Sal. Azúcar.

— Canela. Pimientas negra y roja.

— Vino a granel. Aguardiente. Jerez (vino). Mistela (vino dulce). Vino rancio. Anís.

Esta reducida oferta comercial de alimentos de marcado carácter complementario era, por aquellas épocas, un fenómeno general en las comarcas rurales de Vasconia. Por otra parte estos alimentos eran adquiridos, por lo común, mediante trueque con otros obtenidos en la explotación familiar.

Venta de productos del caserío. Mercado de Tolosa (G), 1986. Fuente: Antxon Aguirre, Grupos Etniker Euskalerria.

Los productos domésticos sobrantes eran también objeto de venta en «mercados abiertos» que, siguiendo un calendario establecido, tenían lugar en las cabeceras de comarca o en localidades urbanas próximas. En Zerain (G), por poner un ejemplo que puede extenderse a otros pueblos, las amas de casa acudían a los mercados de Villafranca (G), Tolosa (G), Araya (A), Urdiain (N) y con frecuencia a Oñate (G). Salían de madrugada guiando una caballería portadora de una vendeja de huevos, aves, legumbres, manzanas, quesos, etc., para volver al anochecer o al día siguiente.

El extraordinario desarrollo que en las últimas décadas ha experimentado el comercio de la alimentación ha desdibujado estos esquemas tradicionales de aprovisionamiento. La pervivencia de reducidos circuitos de compraventa de alimentos caseros es debida a la estima de que gozan los productos locales considerados por lo general como alimentos más naturales. La venta domiciliaria de la leche y en ocasiones también de huevos, hortalizas o frutas a las casas urbanas por parte de los caseríos productores es una de sus últimas manifestaciones.