Perduración y transformación del novenario

Según se constata en las encuestas llevadas a cabo actualmente por nosotros, el novenario de misas tras el entierro ha perdurado hasta tiempos más recientes.

En Beasain (G), hasta la década de los años cuarenta, los familiares acudían a las misas del novenario en fila y en silencio, precedidos por el cabeza de familia vestido con capa y sombrero de copa; de igual manera regresaban desde la iglesia hasta el caserío. A esta forma de trasladarse se le llamaba seizioa, seguimiento. Hoy en día (1990) algunas familias continúan encargando las misas de novenario y procurando que asista el mayor número posible de sus miembros; pero al acudir a la iglesia no se guardan las formalidades rituales de antaño.

En Elgoibar (G), después del día del funeral tenía lugar la novena y el último día se celebraban las honras, consistentes en una misa solemne igual que la del funeral. Al finalizar se invitaba a comer a los asistentes en una taberna del pueblo.

En Berastegi (G), toda familia que se preciase encargaba un novenario de misas en los días inmediatos al fallecimiento; en Zerain (G), a estas misas de novenario acudían los familiares de casa y los vecinos.

En Lagrán (A) se celebraba una novena de misas cantadas. El último día y con el mismo ceremonial que en el funeral se iba a la casa mortuoria y el sacerdote rezaba un responso por el alma del difunto. A los asistentes se les obsequiaba con pan y una copa de aguardiente.

También en Amézaga de Zuya, Berganzo, Laguardia y Mendiola (A) se celebraba el novenario de misas con sus respectivos responsos los días siguientes al entierro. En la última localidad señalan que era obligación de los familiares acudir a la novena, cuyos gastos corrían a su cargo.

En San Román de San Millán (A), hasta los años cuarenta, durante el novenario todos los vecinos iban, acabada la misa, al portal de la casa mortuoria a rezar un padrenuestro.

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En Allo, Améscoa, Bera, Eugi y Mélida (N) fue costumbre ofrecer nueve misas por el alma del difunto a los pocos días del entierro. En Aoiz (N) se sigue celebrando un novenario de misas al que acuden los familiares. También en Sangüesa y San Martín de Unx (N) son frecuentes los encargos de novenarios por las personas recientemente fallecidas.

En Zeanuri (B), los familiares domésticos (no así los parientes que vivían fuera) acudían durante nueve días a las misas que tenían lugar en la iglesia. Hasta los años veinte el cortejo familiar, tanto de hombres como de mujeres, asistía a este novenario con los mismos vestidos que habían llevado en la comitiva fúnebre; los hombres con capa y sombrero, las mujeres con mantón de lana con flecos en sus bordes, lau eskiñeko mantoia, sobre los hombros y largo velo negro sobre la cabeza, mantille baltza. La práctica del novenario y la activación de la sepultura familiar con luces y responsos durante estos días perduró hasta la década de los años setenta. Son muchas las familias que mandan celebrar en la iglesia una misa durante nueve días después del funeral. A ellas acuden los familiares más próximos del fallecido.

En Carranza (B), actualmente en algunas parroquias del Valle el novenario ha pasado a ser quinario, celebrándose cinco misas, no en días consecutivos como antaño, sino en domingos, excepción hecha de las parroquias de Sangrices y la Calera donde se sigue haciendo el novenario de misas.

En Durango (B), hasta los años setenta, muchas familias encargaban un novenario, bederatziurrena, que comenzaba el día siguiente al entierro. A partir de esa década fue más común ofrecer por el difunto un triduo de misas, irurrena. Actualmente se celebra una el domingo siguiente al fallecimiento. El sacerdote anuncia el día y la hora de esta misa «de salida» al finalizar el funeral.

En Busturia (B), el novenario después del entierro estuvo vigente hasta la década de los veinte. Posteriormente pasó a ser un triduo que se celebraba en tres domingos consecutivos. Por los años setenta se redujo a la misa que tenía lugar el domingo siguiente al entierro.

En Lemoiz y Plentzia (B) los nueve días de misas se redujeron a tres, conocidas como irurrenak. En Aramaio (A) se sigue celebrando comúnmente el novenario pero en casos se celebra un triduo, irurrena. También en Llodio (A) y en Getxo (B), el antiguo novenario ha pasado a ser un triduo de misas que en la última localidad denominan «misas de salida».