Pozos

En el tiempo en que no había red de agua corriente a las casas, era importante que éstas dispusieran de un pozo. Así se ha constatado en algunas localidades encuestadas.

En Sangüesa (N), a veces, el pozo está ubicado en la parte posterior de la casa, otras, en el interior de la vivienda. En Artajona (N), al proveerse de agua corriente a las casas, en muchos descubiertos se instaló un abrevadero para el ganado de labor. En algunos de ellos hay pozos. En Luzaide/Valcarlos (N) casi siempre cerca de la casa hay un cubierto donde hubo un horno y quizá se conserva el lavadero. Los caseríos más lejanos tenían sus propias tomas o fuentes de agua potable y los barrios resolvían su problema mediante depósitos comunes.

En Abezia (A), en los terrenos cercanos a la casa había un pozo. En el Valle de Zuia (A) se ha señalado la importancia de que los caseríos dispusieran de pozo para la obtención de agua. En Berganzo (A), en ocasiones, dentro de las huertas hay pozo para el riego, así como lugares para lavar la colada. En Ribera Alta (A), a mediados del siglo XX, junto a las casas se construyeron pozos o pilas para lavar la ropa, los intestinos de los animales en época de matanza, etc.

En Bedarona (B) algunas casas contaban con pozo y patín. En Bermeo (B) ha sido costumbre recoger el agua del tejado en un depósito situado al lado del caserío. En Portugalete (B) ciertas casas de la zona rural tenían lavadero con un pozo enfrente de la casa. En Zerain (G) el lavadero, arraskea, es una construcción complementaria de la casa.

Depósito para la recogida del agua de lluvia. Ajuria (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En el Valle de Carranza (B) algunos de los barrios asentados sobre zonas kársticas, como Santecilla, Matienzo y sobre todo Ranero, han tenido tradicionalmente problemas con el abastecimiento de agua ya que, a pesar de ubicarse en zonas altas y lluviosas, dada la naturaleza del sustrato rocoso, el agua se filtra rápidamente. Para obviar este problema se construyeron junto a las casas depósitos de hormigón armado de forma cilíndrica y vertical que recuerdan a los silos, pero con la parte superior herméticamente cerrada con una placa también de hormigón y conectados a los canalones del tejado de la casa. De este modo cada vez que llovía, el agua era recogida por estos últimos y vertida al depósito donde se iba acumulando a lo largo de todo el invierno para después abastecerse en los períodos de seca.

En Ranero al menos se pueden ver en las casetas para el ganado depósitos de este tipo que alimentan un bebedero o abrevadero, de modo que garanticen el suministro de agua a las vacas o novillas que pazcan en el prado donde se levanta la construcción.