Prácticas asociadas a las creencias en las ánimas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En el resto de la obra ya hemos dado cuenta de hechos consuetudinarios vinculados a los diferentes momentos de la muerte y su conmemoración. Quedan sin consignar, en cambio, pequeñas creencias y prácticas, relacionadas de alguna manera con la muerte, a veces de poca extensión y de localización muy concreta, que señalaremos a continuación muy someramente.

La creencia en el ánima despertadora está atestiguada en muchas de las encuestas actuales. Puede considerarse como uno de los efectos benéficos del sufragio en favor de los difuntos.

Hay poblaciones en las que la gente al despertarse le rezaba a ella un padrenuestro, también como forma de defensa ante males posibles. En otros lugares ese padrenuestro se rezaba al acostarse y era la voz del difunto la que despertaba al que había acudido a él, llamándolo por su nombre. Esta ánima recibe la denominación de «despertadora».

Eliza. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.

En Aramaio (A), la gente de edad avanzada mantiene aún la costumbre de rezar a las ánimas del Purgatorio al acostarse. Les piden su intercesión y que les despierten a la mañana siguiente.

En Bernedo (A), hasta hace poco se ha mantenido también el hábito de acudir al ánima despertadora. Cuando alguien debía madrugar, se le rezaba un padrenuestro, y, al parecer, daba buen resultado.

En Salvatierra (A) no se niega ni se asegura nada en la actualidad sobre la aparición de almas, pero algunas personas mantienen la costumbre de rezar a un alma de la familia pidiendo que le despierte a una hora determinada. Dicen que este método ha sido muy efectivo y los testigos afirman que es la voz del difunto, o de la difunta, la que llama por su nombre al que ha hecho la plegaria para despertarlo a la hora exacta.

En Valdegovía (A) era costumbre dedicar el padrenuestro o el avemaría de bendición de la mesa al sentarse a comer.

En Pipaón (A) se recoge alguna narración en que personas necesitadas de cierta ayuda llaman a diversas ánimas: el ánima hiladora (con una gran joroba de tanto hilar), el ánima costurera (de grandes brazos, largos y deformados), el ánima bordadora (de ojos desorbitados enrojecidos por bordar sin descanso),...

Es bastante general también en Vasconia observar que el pan no quede nunca boca abajo, ya que se considera o bien que esto inflinge algún daño a las ánimas del Purgatorio o bien que éstas comienzan a llorar. Asimismo se prohibe a los pequeños echar el pan al suelo, ya que esto produce enfado a dichas ánimas[1].

En Olaeta-Aramaio (A), por ejemplo, se cree aún que al dejar el pan boca abajo se produce mal a las ánimas del Purgatorio. Tampoco se puede arrojar al suelo el pan o un bocadillo, porque las ánimas se enfadan.

En el valle de Carranza (B), las personas de edad piensan que a la hora de colocar el pan en la mesa éste debe quedar boca arriba. De no ser así se le da vuelta rápidamente ya que si no se cree que sufren las almas de Purgatorio.

En Monreal (N) se recoge la creencia de pensar que dejar el pan vuelto sobre la mesa hacía sufrir a las almas del Purgatorio.

Entre las creencias relacionadas con el fuego, hay una vinculada con el mundo de las ánimas. Cuentan que cuando bajo la acción del viento que baja de la chimenea las llamas se mueven de una cierta forma, se dice que las ánimas del Purgatorio lloran y entonces hay que rezar inmediatamente por ellas[2].

Hauzeko hilerriak (Z). Fuente. Veyrin, Philippe. Pays Basques de France et d’Espagne. Paris-Grenoble, 1951.

Tradicionalmente, en todos los territorios, está arraigada la costumbre de no hablar mal de los muertos[3]. En ocasiones esta obligación se solapa con la orden de no hacer mención de los muertos si no es para rogar por ellos (Bizkaia, Navarra, Lapurdi). Si alguien habla mal de un muerto y el interlocutor considera que el fallecido no ha sido una persona buena, son tradicionales las muestras de caridad cristiana. Se recogen expresiones como «Bego, juiatua da» (quédese como está, que ya ha sido juzgado) (Donibane-Garazi-BN, Barkoxe-Z); «Ongi handirik eztu egin, bena Jainkoak bere glorian har dezala» (no ha hecho mucho bien, pero que Dios le reciba en su Gloria) (Donibane-Garazi-BN), o «Eztogu asko sentiduten, baiña Jaungoikoak lenbailen artu dagiala» (no lo lamentamos mucho, pero que Dios le reciba cuanto antes) (Olaeta-Aramaio-A)[4].

Se ha recogido también alguna interdicción relacionada con la conmemoración de Difuntos. En Obécuri (lugar del Condado de Treviño próximo a Bernedo), se constata la creencia de que el día de Animas no se debe viajar.

Tal y como se ha descrito en el capítulo dedicado a las creencias en torno a la muerte, las coincidencias que se producen por azar pueden ser indicios especiales. Está bastante generalizada entre la gente la convicción de pensar que cuando las cosas le salen bien a uno se debe a que el alma de algún familiar difunto está rogando por él.

Se narran también popularmente episodios de muertes para ilustrar que las limosnas se deben hacer al necesitado mientras viva, no una vez muerto. En Senpere (L), al parecer, una señora se negó a dar alimento a una inquilina suya que había enviudado. Al volver el señor de la casa se enteró del hecho y mandó que acudieran a ver cómo estaba la inquilina. La encontraron muerta con su niño, que todavía mamaba de su pecho. La señora que le había negado el alimento dio sus mejores vestidos para amortajarla, y se celebraron sus funerales con gran pompa. Al día siguiente aparecieron los vestidos plegados sobre la sepultura de la inquilina[5].


 
  1. Vide: La Alimentación doméstica en Vasconia. Bilbao, 1990, p. 145.
  2. Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in AEF, XI (1931) p. 25.
  3. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 234. Este autor considera que es un hecho parecido al descrito por Plutarco para la Grecia antigua, donde Solón prohibió que se hablara contra personas que estuviesen ya muertas.
  4. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 234.
  5. José Miguel de BARANDIARAN. “De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones” in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, 1983, pp. 334-335.