Primeros cuidados

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Lo primero que se hacía nada más nacer el niño era ponerlo cabeza abajo hasta que comenzase a llorar y si no darle golpecitos en las nalgas para que iniciase el llanto y empezase a respirar (Amézaga de Zuya, Gamboa, Moreda-A; Durango, Gorozika, Lezama, Orozko-B; Garde, Monreal-N). En Abadiano (B) le daban los golpecitos tumbado sobre la cama de espaldas.

En Allo (N) cuando un niño nacía prácticamente asfixiado la comadrona le lavaba alternativamente con agua caliente y fría, pasándole de una palangana a otra, hasta que comenzaba a respirar con normalidad. En Amézaga. de Zuya (A) se le solía echar agua por el cuerpo para que a la reacción expulsara lo que hubiera podido tragar.

En Apodaca (A) si el parto había sido dificil le movían piernas y brazos para quitarle los moratones y para facilitarle la respiración. Si no podía respirar también se le introducía el dedo en la boca para limpiársela (Artziniega, Moreda-A).

Se examinaba bien al recién nacido: los dedos, los pies, la boca, etc. En Zeanuri (B) al tiempo que se le limpiaba se le observaba minuciosamente, ondo begitu, sobre todo los ojos y los dedos de las manos y de los pies, moviéndole los talones y las muñecas. Una expresión común, si el nacido no tenía defectos, era ésta: Atz-begiek zuzenak daukaz eta eztau bildurrik (tiene los miembros completos y no hay miedo). En Gamboa (A) se le daba un masaje en los miembros en los que aparecía algún defecto o se forzaba delicadamente alguno que pudiera estar defectuoso.

Después se lavaba y vestía al bebé. En Apodaca (A) para lavarlo le ponían en un barreñón o palangana, después le fajaban y vestían sobre una mesa. Esta operación se hacía en invierno en la cocina y en verano en la sala. En Berastegi (G) lo lavaban también en una palangana. En Carranza (B) en una bañera de zinc con una esponja o un trozo de sábana y jabón; previamente introducían el codo en el agua para saber si estaba a la temperatura adecuada.

Bañera para bebés. Obanos (N), 1987. Fuente: M.ª Amor Beguiristain, Grupos Etniker Euskalerria.

En Durango (B) se le enjabonaba con una esponja fina o simplemente con la mano y después se le aclaraba con agua templada y se le secaba con una toalla de felpa. Se le colocaba en el ombligo una gasa y esta parte del cuerpo no se le mojaba.

En Zeanuri (B) la partera limpiaba al recién nacido humedeciendo un trapo limpio en agua templada sin jabón. Esta operación tenía lugar en la misma habitación a donde se llevaba un barreño de agua calentada en el hogar. En invierno o en época de frío se trasladaba al niño junto al fuego de la cocina.

En Urduliz (B) también limpiaban al recién nacido con un trapo húmedo con el que se le frotaba todo el cuerpo. En Zeberi• (B) le limpiaban en agua templada y luego le vestían encima de una mesa; se ocupaba de ello la partera o alguien de la familia. En Ezkio (G) le lavaban con agua tibia, le secaban y le echaban polvos.

En Beasain y Bidegoian (G) ponían al niño en un cedazo, galbaia, que previamente había sido cubierto interiormente con una tela blanca de lino, para llevarle a la cocina a lavarle y vestirle. En Bidegoian le lavaba la partera, la abuela o la vecina, etxekona. En Arrasate (G) al recién nacido también se le depositaba en un cedazo de trigo o de maíz, galbaie, envuelto en una sábana pequeña, ume-izara, y arropado con alguna otra prenda de abrigo para trasladarle a la cocina y que así permaneciese caliente. En Elosua (G) la partera bajaba al niño a la cocina en este utensilio y lo lavaba con agua templada. En Zerain (G) lo recogía y lo colocaba en el cedazo, parto-galbaia, y, cubriéndolo con los lados sobrantes de la sábana que se hallaba dispuesta sobre el cedazo, se lo entregaba a la abuela que lo bajaba a la cocina para lavarlo.

En Getaria (G) también lo llevaban a la mesa de la cocina para que permaneciese caliente junto al fuego y por tener el agua caliente más a mano.

En San Martín de Unx (N) se transportaba a la cocina donde lo lavaban con una esponja y agua hervida; acto seguido se vestía y se depositaba en una cuna cerca del hogaril para que no tuviese frío. En Abadiano (B) y en Lezaun (N) también se lavaba en la cocina.

En Lekunberri (N) la partera, amine, era la persona encargada de lavarlo, vestirlo y meterlo en la cuna, colocada en la cocina junto al fuego con el fin de que el niño permaneciese caliente.

En Goizueta (N) la partera limpiaba al niño con agua tibia y jabón. Luego lo envolvía con una tela suave para secarlo.

En Liginaga (Z) se bañaba al recién nacido en un cocimiento tibio, bien salado, de hojas de nogal recolectadas el día de San Juan. Después se ponía en la cuna[1]. En Orozko (B) se le lavaba con agua templada que previamente se había hervido con plantas aromáticas.

En Obanos (N) al recién nacido le ponían aceite en la cabeza y luego lo lavaban.

En Arrasate (G) lo bañaban en un barreño, lurraspilla, y le frotaban el pecho, la espalda y la cabeza con alcohol para que mantuviese el calor. En Ribera Alta (A) antes de vestirlo lo perfumaban. En Ezkio (G), antiguamente, para que no se escociese lo frotaban con harina de trigo o de maíz.

Se ponía especial cuidado en limpiarle los ojos, la nariz y los oídos (Pipaón-A; Allo, Viana-N).

En Aoiz (N) la comadrona posaba al niño en una mesa sobre una sábana de hilo y lo limpiaba con paños finos. No se bañaba porque se pensaba que no se le podía lavar, se limpiaba frotándolo con sábanas.

En Abadiano (B) se decía que no había que mojarle la cabeza porque enfermaba; sólo se le frotaba con vaselina cuando se le hacía costra.

En Viana (N) tras lavar al niño le colocaban una fajita de hilo sujetando el ombligo. En Monreal (N) se le curaba la herida del cordón umbilical y después se le envolvía el vientre con una faja de punto. En Sangüesa (N) hasta que le cicatrizaba el ombligo se le colocaba una faja de tela.

En Aoiz (N) se utilizaban unas fajas llamadas "de vendas" o "de vueltas" para que se le curase el ombligo. Antes se le colocaba un algodón o pañito impregnado en ungüentos caseros para evitar que se infectase.

En Allo (N) le aplicaban sobre el meligo, ombligo, gasas impregnadas en alcohol. Luego se le colocaba una venda y finalmente una faja bastante ajustada.

En Hondarribia (G) le ponían encima un trapito de hilo fino, después una venda de hilo rojo hecha a mano con punto de cruz, una sabanita fina de algodón, zapia, y un trapito de algodón algo más tosco, piala, cubriendo todo ello una venda, troxa, atada a la cintura.

En Berganzo (A) le envolvían una venda alrededor del ombligo para que el pañal no le rozase, luego le fajaban y le ponían una mantilla blanca. Por último le daban varias vueltas a la cintura con una faja atada con cintas blancas.

En Salvatierra (A) le ponían una gasa esterilizada en el cil, ombligo, y sobre ella un vendaje para sujetarla.

En Portugalete (B) se le vendaba el ombligo con una gasa y no se podía volver a bañar al niño hasta que pasados seis o siete días se le cayese. Entonces se le aplicaba unos polvos secantes y posteriormente ya se podía bañar. En Markina (B) tampoco le bañaban hasta después de desprendérsele el resto del cordón umbilical.

En Carranza (B) se posaba sobre el ombligo un paño y después se fajaba para sujetarlo. Una informante recuerda que antiguamente antes de fajarlo se ponía una perra o un duro de plata sobre el ombligo para que éste le quedase bien. En Goizueta (N) también era habitual colocar una moneda de plata bien limpia bajo el pañal para curar las hernias de ombligo.

En Apodaca (A) se solía quemar lana de oveja y con el hollín se le untaba la punta del cil. En Moreda (A) en caso de que le sangrara se quemaba un trozo de paño y sus cenizas se espolvoreaban sobre la herida.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. "Materiales para el estudio del pueblo vasco: En Liginaga (Laguinge)" in Ikuska. № 10-13 (1948) p. 80.