Cambios

Pruebas de punteria. Kontzalo

3 bytes eliminados, 10:20 13 may 2019
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Los chicos de Lezaun lo practicaban mientras ''pacentaban''. Escogían una losa plana, a la que denominaban ''lo'', y la disponían vertical en el suelo. En caso de que por la dureza del terreno no se pudiese clavar, se le colocaba detrás otra piedra que la sostuviera. Tomaba parte un mínimo de dos jugadores con dos o tres piedras cada uno, que lanzaban de una en una y por turno. El que conseguía derribar la losa hacía «lo». A lo largo del juego, quien menos «los» llevara se encargaba de izar la piedra cada vez que era derribada o de restituirla cuando se rompía por los impactos. Este juego desapareció en los años cincuenta.
En Ribera Alta clavaban un palo en el suelo y le lanzaban piedras alargadas tratando de darle. El ganador era el que acertaba o el que más cerca dejaba su proyectil. Se trataba de un juego tanto de niños como de adultos. Estos lo practicaban habitualmente en otoño o invierno cuando iban al monte a cortar leña y solía acompañarse de apuestas, a menudo consistentes en un cordero.
En Izal se colocaba en el suelo una pieza de madera, que recibía el nombre de ''ñito'', y desde una distancia aproximada de quince metros se arrojaba la piedra tratando de impactar sobre ella. Este juego sigue vigente, pero practicado solamente por hombres y durante las fiestas patronales.
En Allo es corriente ver jugar «A la calva» hoy en día en el recinto de las piscinas municipales durante la temporada de verano. Para ello se lanza a distancia una pelota y después todos los jugadores van tirando la suya intentando dejarla lo más próxima posible a la primera. Gana quien la acerca más.
Durante las primeras décadas del presente siglo, el juego de la calva se practicaba en esta localidad navarra con piedras redondeadas que cada participante escogía. La misma ''calva'' era también un ruejo de piedra, aunque mayor.
En Aoiz fue un entretenimiento exclusivamente masculino que se jugó desde finales de la década de los diez hasta 1930. Pero no era estrictamente infantil ya que se practicaba desde la adolescencia hasta la madurez. Para jugar utilizaban un bote de tomate vacío y una piedra que modelaban frotándola contra otras hasta darle forma cilíndrica. Medía unos 15 cm. de largo por ocho de ancho. Se establecía el orden de participación por cualquier procedimiento y seguidamente lanzaban la ''calva'' contra el bote para derribarlo. El que conseguía mayor número de derribos con menos tiros era el ganador. En esta localidad no se apostaba nada.
En Ribera Alta clavaban un palo en el suelo y le lanzaban piedras alargadas tratando de darle. El ganador era el que acertaba o el que más cerca dejaba su proyectil. Se trataba de un juego tanto de niños como de adultos. Estos lo practicaban habitualmente en otoño o invierno cuando iban al monte a cortar leña y solía acompañarse de apuestas, a menudo consistentes en un cordero.
 
En Izal se colocaba en el suelo una pieza de madera, que recibía el nombre de ''ñito, ''y desde una distancia aproximada de quince metros se arrojaba la piedra tratando de impactar sobre ella. Este juego sigue vigente, pero practicado solamente por hombres y durante las fiestas patronales.
 
En Allo es corriente ver jugar «A la calva» hoy en día en el recinto de las piscinas municipales durante la temporada de verano. Para ello se lanza a distancia una pelota y después todos los jugadores van tirando la suya intentando dejarla lo más próxima posible a la primera. Gana quien la acerca más.
Durante las primeras décadas del presente siglo, el juego de la calva se practicaba en esta localidad navarra con piedras redondeadas que cada participante escogía. La misma ''calva ''era también un ruejo de piedra, aunque mayor.
En Aoiz fue un entretenimiento exclusivamente masculino que se jugó desde finales de la década de los diez hasta 1930. Pero no era estrictamente infantil ya que se practicaba desde la adolescencia hasta la madurez. Para jugar utilizaban un bote de tomate vacío y una piedra que modelaban frotándola contra otras hasta darle forma cilíndrica. Medía unos 15 cm. de largo por ocho de ancho. Se establecía el orden de participación por cualquier procedimiento y seguidamente lanzaban la ''calva ''contra el bote para derribarlo. El que conseguía mayor número de derribos con menos tiros era el ganador. En esta localidad no se apostaba nada.
En Salinas de Añana (A) se ponía un cuerno de buey clavado en el suelo y desde una cierta distancia se tiraba con las ''calvas, ''que podían ser unas piedras o tubos de unos cinco centímetros a los que se les metía una madera por dentro, o sólo de madera, o de madera a la que se le hacía una botana y se le metía un hierro. Claro está que la que pesaba más normalmente llegaba mejor. Se jugaba en las eras y en invierno, o cuando hacía mal tiempo, en el ''juegobolos. ''
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