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REGRESO A LA CASA MORTUORIA Y AGAPES FUNERARIOS/es

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En Zeanuri (B), los más ancianos recuerdan que hasta hace setenta años los que habían compuesto el duelo familiar en el entierro retornaban de la iglesia a la casa mortuoria formando dos grupos: los hombres vestidos de capa y sombrero y las mujeres tocadas de velos negros. En el camino de regreso, llegados a un punto, los hombres se quitaban las pesadas capas sobre todo en la época de verano. Todos ellos tomaban parte luego en la comida de entierro que tenía lugar en la casa.
[[File:7.194 Duelo femenino. Sara (L).jpg|framecenter|600px|Duelo femenino. Sara (L). Fuente. Veyrin, Philippe. Pays Basques de France et d’Espagne. Paris-Grenoble, 1951.]]
En un trabajo publicado en los años veinte<ref>D. ESPAIN. “Des usages mortuaires en Soule” in ''Bulletin du Musée Basque'', VI, 1-2 (1929) p. 24.</ref> se señalaba que en Zuberoa después de la inhumación todos los invitados iban a la casa mortuoria donde se les ofrecía una colación. Antiguamente ésta se componía únicamente de pan y queso con vino de la casa; pero ya en la década de los años veinte se celebraba una comida. A la finalización el chantre o el sacristán recitaba cierto número de plegarias por el difunto y «por todas las almas que habían salido de la casa», con lo que se daba por concluida la ceremonia.
Nuestras encuestas han rescatado algunas tradiciones que permanecen en la mente y en el recuerdo de quienes las practicaron en otros tiempos. Pero a la vez constatan que aquel retorno formal del cortejo a la casa mortuoria ha dejado de practicarse y que los refrigerios y ágapes funerarios o bien se han suprimido o, en todo caso, se han convertido en un simple gesto obsequioso.
[[File:7.195 Tras el entierro. Orexa 1977.png|framecenter|600px|Tras el entierro. Orexa, 1977. Fuente: Iñaki Linazasoro, Grupos Etniker Euskalerria.]]
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