Ramos bendecidos

En Valderejo (A) los informantes señalan que otra forma de buscar la protección de los cultivos era colocar en las fincas, especialmente en las de trigo, los ramos bendecidos el domingo de Ramos.

En Apodaka (A) ese domingo se bendicen los ramos de borto o de bojes que más tarde se colocarán por todos los sembrados de cereal. Su colocación tenía lugar después de la Pascua de Resurrección. Estos ramos se rociaban con agua bendecida al par que rezaban una oración. También decían: “Ramo bendito, agua bendita, mata sapo y ratón” o “Agua bendita y ramo bendito quita gardama y ratón y danos pan”.

En Iruña de Oca (A) el domingo de Ramos después de misa, se bendecían los ramos (borto, laurel...). Un ramo se ponía en la casa para protegerla; los otros se guardaban hasta el sábado santo en que se cogía agua recién bendecida. Después estos ramos se llevaban a la finca y los hincaban en la tierra, echándoles el agua bendita y se rezaba un credo para acabar diciendo: “Agua bendita del cirio pascual, mata las hierbas que comen el pan”, también: “Sapo, sapillo, sal a la campa, no cortes el trigo que nos hace falta”.

En Ametzaga (A), el domingo de Ramos los vecinos de Altube llevaban a la iglesia ramos de laurel y se celebraba la procesión de ramos. El sacristán que portaba la cruz entraba en la iglesia, el cura llamaba a la puerta para entrar y besaba el ramo. Estos ramos, una vez bendecidos, se dejaban en la finca sembrada con cereal. Se hacia la señal de la cruz con el ramo y se decía: “Para que nos libre de ratón, topo y lirón”.

Los informantes de Moreda (A) señalan que la mayoría de las prácticas empleadas para proteger los campos y cosechas de los malos tiempos, son de carácter religioso. El domingo de Ramos se bendecían los ramos de laurel que sirven para proteger tanto las casas como los campos. Tras las ceremonias religiosas practicadas este día, procesión y bendición de los ramos de laurel y olivo a las puertas de la iglesia y asistencia a la santa misa, es costumbre colgar los ramos de laurel bendecidos de ventanas y balcones de las casas. Se cree que esto contribuye a que no ocurra nada malo al dueño de la casa y a su hacienda.

Ereinotz-erramua egiten. Muxika (B), 2014. Fuente: Archivo particular Igone Etxebarria.

En Berganzo (A) el domingo de Ramos se llevaban a la iglesia, a bendecir, unos ramos pequeños, pinchosos y con unas bolitas rojas conocidos popularmente como los ramos o también ruscos. Una vez bendecidos se plantaban, echándoles un poco del agua que se había bendecido en ese día durante la misa, en las fincas como protección contra el mal tiempo y las plagas. En el momento de plantarlos se recitaba: “Ramo bendito aquí te planto / para que guardes el fruto de este campo”.

En Pipaón (A) el domingo de Ramos se llevaba el ramo de laurel así como un manojo de cruces hechas de madera, que después cada labrador ponía en las fincas para las que pedía buena cosecha. Esta tradición se ha ido abandonando.

En Treviño y La Puebla de Arganzón (A) el domingo de Ramos se bendecían los ramos. Un ramo se coloca en la puerta o ventana, para proteger la casa. Igualmente se guardaba un manojo de ramos hasta el lunes de pascua junto con el agua bendita de sábado santo, en un jarro y se llevaban a la pieza. Los ramos los ponían en las fincas, hincados en el suelo y los rociaban con el agua bendita mientras rezaban un padrenuestro y una avemaría. Otros recitaban: “Por este ramo bendito, mata el sapo y el ratón” (en Taravero); “Agua bendita, mata el sapo y el ratón” (en San Martín Zar).

En Bernedo (A) este rito protector lo practicaba cada vecino en sus propias fincas. Se guardaba el ramo del domingo de Ramos que se desmembraba en pequeños ramitos con los que marcaban una cruz plantándolo después en la finca y regándolo con el agua bendita de pascua mientras recitaban: “Agua bendita del cirio pascual / muérete sapo y no salgas más”.

En Abadiño (B) el domingo de Ramos se llevan cruces hechas con ramas peladas de sauce, kurutziek, a la iglesia para su bendición. A cada rama se le introduce una astillita transversalmente para formar la cruz. Todas las ramas preparadas se ataban con un alambre que se forraba con la corteza de sauce con su parte blanca hacia el exterior. Este conjunto se adorna con ramas de laurel que se introducen entre las cruces. Para poder transportar con mayor comodidad las cruces sobre el hombro, se preparaba otra rama más gruesa de sauce pelado que se ponía sobre el hombro por debajo de las cruces. Los niños de los caseríos eran los encargados de cargar con estas cruces. Se llevaban a misa para bendecir, y después se plantaban en las huertas y heredades. En cada casa preparaban los que necesitaban según el número de huertos que hubiera. Esta costumbre sigue vigente en la actualidad, aunque cada vez son menos los que la practican.

En Bedarona (B) el domingo de Ramos se llevaban grandes ramos, kargak, de laurel a bendecir a la iglesia. En las cargas se colocaban tantas cruces de madera como heredades tuviera la casa. Las cruces se hacían en casa una vez bendecidas y se colocaban tres en los terrenos de labranza y una en las huertas. Actualmente sigue vigente esta tradición.

En Ajuria (B) se ponían cruces, kurtziek, en los terrenos de labranza, soloak. Se elaboraban en casa con unos arbustos llamados kurtzekijek, que florecen y se ponen blancos radiantes antes del domingo de Ramos. El arbusto tiene la ventaja de que se pela bien. Las cruces se fabricaban en casa y se llevaban a la iglesia a bendecirlas el domingo de Ramos. La colocación en los labrantíos se hacía llevando la cruz bendecida en la iglesia que se ponía en un costado del terreno donde no estorbara. Se llevaba agua bendecida el sábado santo y se rociaba con ella. En cada terreno se ponía una cruz pero si la heredad era muy grande se podían colocar dos o más.

En Gautegiz Arteaga (B) el domingo de Ramos se colocaban en las heredades, soloak, cruces hechas con laurel, erinotza, bendecido ese día en la iglesia. En Amorebieta-Etxano (B)[1] se llevaban a la iglesia a bendecir pequeñas cruces hechas con ramas de sauce, cuyo travesaño podía ser de laurel. Una vez benditas, las colocaban en las piezas o heredades sembradas. En Larrabetzu (B)[2] el día de Ramos se bendicen en la iglesia ramas de laurel, se hacían con ellas unas crucecitas y se colocaban en las heredades. Se observaba esta práctica contra las tempestades.

En la vecindad de San Roque de Durango (B) el domingo de Ramos se llevaban a la misa mayor pequeñas cruces confeccionadas con ramas de laurel; después de bendecidas eran plantadas en los sembrados rociándolas con agua bendecida el día de la Candelaria. En Forua (B)[3] existió una tradición similar; el día de Ramos cada vecino acudía a la iglesia con un manojo de tantas cruces como heredades poseía. Tanto el palo como el travesaño eran de sauce y en el punto mismo donde se formaba la cruz solían colocar una hoja de laurel.

En Hondarribia (G) todos los años después del domingo de Ramos se ponía en las piezas una hoja bendecida en tal día. Se iba a la pieza, se plantaba la hoja, se ponían de rodillas, rezaban el credo e iban a la siguiente heredad donde repetían el rito. En Elgoibar (G) colocaban el domingo de Ramos pequeñas cruces hechas con las ramas de laurel bendecido ese mismo día, en todas las heredades donde había cultivos.

Procesión del Domingo de Ramos. Valdorba (N). Fuente: Daniel Miranda y Juan Jesús Recalde, Grupos Etniker Euskalerria.

En Zarautz (G) el día de Pentecostés hacían los caseros tantas cruces como heredades tenían. Las elaboraban con ramas de laurel bendecidas el día de Ramos, atravesando una astilla en la hendidura abierta en el extremo de cada una. Después echaban unas gotitas de cerilla bendecida el día de sábado santo en los cuatro brazos de cada una de las cruces, que luego, por la tarde, se llevaban a las heredades, rezando el que las colocaba un credo cada vez. Al mismo tiempo rociaba la heredad con agua bendita, valiéndose de una rama de laurel bendito y recitaba esta oración: “Guarda gaitzatzu gurutzearen birtutez sorua (edo mendija, etab.) ta gu” (Consérvanos, en virtud de la cruz, la heredad (o monte, etc. ) y a nosotros)[4].

En Larraun y Baztan (N) las cruces de sauce que habían sido bendecidas el domingo de Ramos se colocaban el día de la Cruz de Mayo. Se creía que por su implantación en las heredades las mieses quedarían a salvo de los rayos[5].

En Obanos (N) el día de san Pedro mártir, 29 de junio, se llevaba a los campos una rama de olivo bendecida. Se dejaba allí rezando un padrenuestro. Durante la siega, el que la encontraba tenía derecho a echar un trago de la bota. Esta costumbre estaba viva en los años 1970.

En Cárcar (N) en esta festividad de san Pedro acudían a la iglesia con ramas de chopos que se bendecían y que posteriormente se colocaban en las fincas para evitar las pedregadas. En Cortes (N) los ramos bendecidos en esta misma festividad servían para alejar la piedra de los campos. En Carcastillo (N) se colocaba una ramita en medio de la pieza rezando una avemaría “pa que san Pedro mártir nos guarde los campos, si nos conviene”. En Mendigorría (N) este día se celebraba procesión con el Lignum Crucis bajo palio, se rezaban letanías y se bendecían los campos en dirección a los cuatro puntos cardinales[6].

En Cripán (A) el santo protector de los campos es san Pedro mártir. La víspera de su fiesta que se celebra el 29 de junio, los muchachos de la villa salían al campo a cortar un buen haz de ramas de chopo, que al día siguiente eran bendecidas en la iglesia y rociadas con agua bendita, se hincaban en las piezas sembradas, diciendo “san Pedro mártir te guarde hasta la siega”.


 
  1. ZAMALLOA, “Fiestas populares. Amorebieta” in AEF, II (1922) p. 94.
  2. Tiburcio ISPITZUA. “Creencias. Larrabetzua” in AEF, I (1921) p. 112.
  3. Marcos MAGUNAGOICOECHEA. “Fiestas populares. Forua” in AEF, II (1922) p. 60.
  4. IRURETAGOYENA, “Costumbres. Zarauz” in AEF, I (1921) p. 114.
  5. Julio CARO BAROJA. La estación de amor. (Fiestas populares de mayo a San Juan). Madrid: 1979, p. 97.
  6. Jesús M.ª USUNARIZ. “Romerías y Rogativas” in M.ª Amor BEGUIRISTAIN (Direc.). Etnografía de Navarra. Tomo II. Pamplona: 1996, p. 503.