Recuerdo de los familiares difuntos

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La oración por los miembros de la casa fallecidos constituía una parte integrante de estas oraciones recitadas ante la mesa familiar. Esta práctica fue habitual y común hasta hace unas décadas en todas las regiones, sobre todo de la Vasconia peninsular, tal como se constata en las encuestas.

Después de la bendición de la mesa se recitaban uno o varios «Pater noster» con invocaciones previas como: «Por los difuntos de la familia»; Etxe onetatik urten dabenen alde (por los que han salido de esta casa); o con intenciones más generales como: Purgatorioko animen alde (por las ánimas del Purgatorio).

Cuando el fallecimiento era reciente y durante el periodo de luto esta invocación se singularizaba: «Por nuestro difunto».

También cuando la campana de la iglesia «tocaba a muerto», il kanpaia, se recitaba una oración por el recién fallecido de la localidad (Zeanuri-B).

Estas oraciones por los difuntos concluían con su invocación en latín: Requiescant in pace (n). En Allo (N) los comensales respondían: «En el cielo descansen».

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Banquete. Beasain (G), 1925. Fuente: Archivo particular J. Zufiaurre. San Sebastián.

El recuerdo de los familiares difuntos tenía una particular significación en la cena de Nochebuena. En San Miguel de Basauri (B) esa noche, a la hora de cenar, se rezaba un Padre nuestro, por cada difunto de la familia. En otras localidades, como Durango y Zeanuri (B), se aplicaba por los difuntos de la casa el rezo del rosario que tenía lugar antes de la cena.