Regreso de la comitiva nupcial

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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A principios de siglo tras la ceremonia el cortejo nupcial regresaba a la casa, guardando la misma composición que había tenido camino de la iglesia. Así lo constató la encuesta del Ateneo en Monteagudo, Castejón y Falces (N)[1].

En Oñati (G) el cortejo regresaba a la casa en donde habían de vivir los nuevos esposos; allí tenía lugar la comida de boda. Si el trayecto era largo se detenían en una taberna a tomar un refrigerio; después se encaminaban a la casa precedidos de la música, rodeando a los novios y disparando gran número de cohetes. Similar costumbre se practicaba en Llodio (A)[2].

En Azpeitia (G) la comitiva se dirigía desde la iglesia a casa de la novia y desde ésta, al son de la gaita y del tamboril, a la del novio donde era recibida por los padres de éste entre gran algazara y disparo de cohetes. Detrás de la comitiva nupcial iban los padres de la recién casada llevando en un carro el arreo de ésta[3].

En el Valle de Burunda (N), a la salida de la iglesia, en primer término iban el novio con el cura, detrás el padre de la novia y después los hombres invitados. Seguían las madres de los contrayentes, después la novia, sus hermanas y las mujeres invitadas[4].

Salida de la iglesia. Durango (B), 1963. Fuente: Gurutzi Arregi, Grupos Etniker Euskalerria.

En Barkoxe (Z), en los años treinta, los invitados, emparejados, acudían al frontón donde se daba inicio al baile con las danzas denominadas jauziak. La comitiva recorría las ventas de la localidad bebiendo y bailando al son de la tchirula o del clarinete. Finalmente emprendían el camino de vuelta y recalaban en casa del novio donde se servía el banquete de boda[5].

En Lekunberri (BN) tras la ceremonia la novia abría la comitiva que se dirigía a la plaza de la localidad donde los invitados bailaban la danza denominada jantza luzia. (A veces el grupo acudía también a bailar al pueblo de la novia si no estaba alejado). A continuación el cortejo regresaba a casa donde generalmente se tomaba un refrigerio o, en su caso, a donde se hubiera encargado la comida.

En Donoztiri (BN) por los años cuarenta después de la ceremonia nupcial el cortejo se encaminaba al lugar de celebración del banquete, que era la casa del heredero, siempre y cuando tal condición se diera en uno de los cónyuges. Todos, dispuestos de dos en dos, regresaban de la iglesia en el orden siguiente: 1o los recién casados; 2o los testigos, lekukoak; 3o los jóvenes solteros que habían concurrido al acto; 4o los padrinos de bautismo y los padres de los novios; 5o las demás personas parientes, vecinas y amigas. Les acompañaba un músico tocando el acordeón, detalle que no se conocía antaño[6].

También en Uharte-Hiri (BN) se encaminaban todos hacia la casa del heredero en la que iban a vivir los recién casados, siendo éstos quienes encabezaban el cortejo seguidos de los padrinos, testigos y los invitados al banquete[7].

En Liginaga (Z) en los años cuarenta, tras la ceremonia salían primero los recién casados asidos del brazo, besopeti, después sus padrinos, los padres y la demás gente. Antaño los novios, sus familiares y algunos invitados acudían a la casa del novio, o a la de la novia si el chico pasaba a vivir a ésta, donde tenía lugar el banquete de boda. Más tarde el banquete se celebraba en uno de los hoteles de Atharratze[8].

En Bernedo (A) los mozos aguardaban en el pórtico a que los desposados saliesen de la iglesia y con la ayuda de guitarras comenzaban a cantar acompañándoles hasta la casa de la novia para la celebración del banquete. Otro tanto ocurría en Apodaca y Lagrán (A) donde con música y disparos escoltaban a los recién casados hasta la casa de la novia donde tenía lugar el banquete de bodas.

En Elosua (G) a principios de los años treinta terminada la misa se tomaba un aperitivo, amarretakoa, en casa del sacristán. Luego al son del acordeón y del pandero y el lanzamiento de cohetes, todos se dirigían a la casa del novio; primero iban los músicos, después los novios y los amigos y, por último, el lanzador de cohetes, txaplerua. Para cuando llegaban a la casa ya se habían reunido en ella los demás invitados. A mediados de los años cincuenta, el banquete de boda pasó a celebrarse en restaurantes próximos.

En Lekunberri (N), cuando la comitiva nupcial regresaba de la iglesia, salían a su encuentro con una bandeja llena de pastas y con vino moscatel o jerez para obsequiar a los recién casados y a los parientes. Luego se dirigían a casa de la novia donde todos los vecinos eran invitados a tomar un aperitivo.

En Eulate (N) las mozas acompañaban a los novios e invitados con panderos. En San Martín de Améscoa (N) era costumbre que los mozos acompañaran a la comitiva con sus guitarras hasta la casa de la novia donde se formaba baile y los primeros en bailar debían ser los novios. Allí sacaban a relucir su ingenio los cantadores de jotas. La que sigue se la cantaron el día de su boda a una novia llamada Evarista que casó con un albañil llamado Tomás:

No te apures Evarista,
aunque se caiga la casa
que los brazos de Tomás
la levantarán sin tardanza[9].

En Elgoibar (G) después de la ceremonia religiosa los convidados, unas veces en fila de a dos con los novios en cabeza y seguidos de los padrinos, y otras veces de manera más informal, se dirigían al restaurante donde iba a celebrarse el banquete.

En Lezama (B) y Zerain (G), el cortejo de regreso lo cerraban los músicos, amigos y vecinos.

El antiguo cortejo que volvía a pie de la iglesia a la casa o al establecimiento donde tenía lugar el convite, se ha convertido actualmente en una caravana -a veces clamorosa- de vehículos en los que los invitados siguen al automóvil de los recién casados hasta el restaurante donde se va a celebrar el banquete de bodas.


 
  1. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDg2.
  2. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDg2.
  3. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDh1.
  4. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDg2.
  5. Pierre APHECEIX. “Au Pays de Soule. La Noce” in Bulletin du Musée Basque. Tomo VII. Nº 1-2 (1930) p. 6.
  6. José Miguel de BARANDIARAN. “Rasgos de la vida popular de Dohozti” in OO.CC. Tomo IV. Bilbao, 1974, p. 59.
  7. José Miguel de BARANDIARAN. “Matériaux pour une étude du peuple Basque: A Uhart-Mixe” in Ikuska. Nº 6-7 (1947) p. 172.
  8. José Miguel de BARANDIARAN. “Materiales para un estudio del pueblo vasco: En Liginaga (Laguinge)” in Ikuska. Nº 10-13 (1948) pp. 82-83.
  9. Luciano LAPUENTE. “Estudio etnográfico de Améscoa” in CEEN, III (1971) p. 144.