Relaciones de las mujeres casadas

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En muchas localidades se ha constatado que antiguamente las mujeres se relacionaban más entre ellas y con terceros separadamente de los hombres.

En Bernedo (A) las mujeres se reunían los días festivos después del rezo del rosario en la parroquia; al atardecer volvían al hogar a atender a su familia. Se reunían entre ellas en la época de menor trabajo del campo, como era el invierno. Lo hacían en un corral para charlar mientras se dedicaban a hilar o a hacer prendas de lana.

En Apodaca (A) los días festivos a la salida de misa las mujeres charlaban un rato; por la tarde después del rezo del rosario se juntaban en alguna cocina a jugar a las cartas. En Moreda (A) señalan que las mujeres solían ir a misa al anochecer y, si hacía bueno, después se juntaban en la plaza y se quedaban charlando un buen rato o daban un paseo. La tarde del domingo la dedican a pasear si hace bueno y a jugar a cartas en el centro del jubilado si hace malo. En Ribera Alta (A) los datos recogidos son similares. En Mirafuentes (N) los escasos momentos de que disponían las mujeres para disfrutar, lo hacían dando paseos con sus amigas.

En Zeanuri (B) la mujer casada era la que mantenía relaciones estrechas con el vecindario. Ellas, junto con los ancianos, permanecían de modo habitual en los términos del vecindario. Se relacionaban con sus amigas y parientes del pueblo cuando acudían a la misa mayor de la parroquia. Las tardes de los domingos se reunían grupos de mujeres en algunos caseríos de la vecindad para conversar o jugar a los naipes, kartetan. En las fiestas patronales bajaban a la plaza del pueblo a presenciar los festejos y las competiciones, salvo las más ancianas que permanecían en sus casas. Hasta los años setenta del siglo XX las mujeres no frecuentaban bares ni tabernas.

En Andraka (B); Elosua, Hondarribia (G) y Améscoa (N) los datos recogidos son similares. En Hondarribia añaden que también se relacionaban en las procesiones de Semana Santa, Corpus Christi, San Isidro, etc. Las mujeres del barrio pesquero hondarribitarra se reunían en la calle Santiago a jugar a la quina, parchís o cartas, entretenimientos que siguen practicando.

En Gorozika (B), en tiempos pasados, las mujeres iban con las mujeres. Los domingos por la tarde jugaban a las cartas y en las fiestas se quedaban en casa con los niños y, si salían, lo hacían también con otras mujeres.

Entretenimiento de las mujeres. Elorrio (B), c. 1910. Fuente: Abaitua, Eulalia. Mujeres vascas de ayer. Bilbao: Museo Arqueológico, Etnográfico e Histórico Vasco, 1990, fotografías 26, 57 y 32.

En tiempos pasados fueron también otros puntos de encuentro de las mujeres los lugares públicos como el lavadero, la fuente y el asiento a la puerta de la casa en verano.

Así en Bernedo (A) se ha constatado como un espacio propio de la mujer el pozo (lavadero) donde mientras lavaba, charlaba con las vecinas. También en Apodaca (A) se ha recogido que las mujeres se relacionaban entre ellas en el lavadero; cuando sacaban la leche al lechero y cuando venía el panadero recababan noticias de los últimos sucesos.

En Pipaón (A) en los días festivos era corriente que las mujeres casadas salieran con los niños a la puerta de casa o fueran a la plaza a charlar o a jugar a las cartas.

Estas consideraciones son aplicables a otras muchas localidades del mundo rural.

En Bermeo (B) las mujeres acudían y acuden con los niños al parque donde coinciden y se relacionan con sus amigas.

Se ha recogido en muchas localidades del mundo rural que las mujeres se han ocupado del ganado menor y también de ir al mercado a vender los productos de la casa y de abastecer el hogar. Estas circunstancias daban ocasión a entablar relaciones entre ellas y con la clientela.

Así en Bernedo (A) y en Orexa (G) las ventas de ganado menor las solían hacer las mujeres a domicilio adonde acudían los tratantes de ganado.

En Zeanuri (B) hasta los años setenta algunas mujeres acudían al mercado, merkatue, que los segundos sábados del mes se hacía en la vecina localidad de Areatza, a vender productos de la huerta, frutas, huevos y quesos. En Apodaca (A) los jueves las mujeres solían bajar a Vitoria con género. También en Abezia (A) eran ellas quienes acudían al mercado.

En Beasain (G) si la esposa bajaba a la feria a vender productos de la huerta, huevos o frutas, aprovechaba para hacer las compras de ropa menuda o calzado y para ir a la caja de ahorros a hacer las operaciones de las libretas de casa y de los hijos. En Oñati (G) la mujer se trasladaba los sábados al núcleo urbano de la localidad a vender los productos del caserío y efectuar la compra de la semana. En Orexa (G) la mujer era la que acudía los sábados al mercado de Tolosa. En Berastegi (G) los sábados se acudía al mercado de Tolosa, generalmente la pareja lo hacía por separado. La mujer joven del caserío se trasladaba en el autobús de línea a vender los productos del campo. En caso de ir juntos, el marido le hacía de mero conductor del vehículo. En Elgoibar, Hondarribia y Legazpi (G) han consignado datos similares al indicar que las mujeres bajan al mercado y se relacionan entre sí y con la clientela.

En Amorebieta-Etxano (B) los dos miembros del matrimonio iban al mercado, a veces ambos vendían los productos del campo, bendejia, otras veces uno de los dos. En Agurain (A) a los mercados acude el matrimonio.

En Bernedo (A) las mujeres salían a la plaza a la compra de telas y comestibles que ofrecían los tenderos ambulantes. En Obanos (N) las mujeres acudían a la plaza del pueblo a comprar la mercancía (frutas, ropa, etc.), que traían esporádicamente los vendedores ambulantes. En Moreda (A) las mujeres conversan y se relacionan entre sí en las tiendas donde van a aprovisionarse de comestibles. En Zeanuri (B), en tiempos pasados, una vez por semana bajaban a los comercios de la plaza para hacer sus compras o cobrar sus pensiones en las cajas de ahorros.

Es dato común que en tiempos pasados existieron asociaciones religiosas destinadas a mujeres en numerosas localidades. Las jóvenes solteras que pertenecían a la Asociación de Hijas de María, con frecuencia al casarse pasaban a integrarse en una asociación de mujeres casadas. Hoy día algunas colaboran de diversa manera en las labores parroquiales[1].

En Zeanuri (B) no hay asociaciones religiosas destinadas a las mujeres casadas, en otro tiempo funcionó la Tercera Orden Franciscana. Hoy día algunas mujeres casadas participan activamente en la parroquia: leen en público la epístola en la misa, se ocupan de la catequesis de los niños y forman parte del consejo parroquial. Participan como militantes en partidos políticos. De la existencia y pertenencia de las mujeres a la Tercera Orden Franciscana hay constancia en nuestras encuestas de Agurain (A), Oñati (G) y Goizueta (N).

En Amorebieta-Etxano (B) las mujeres participan en las asociaciones religiosas y en las labores parroquiales y lo hacen más las del núcleo urbano que las de zona rural por razón principalmente del menor tiempo que dejan las labores del campo y de la distancia.

En Moreda (A) las mujeres tradicionalmente han participado más que los hombres en asociaciones. Antaño tuvieron mucho arraigo las cofradías de la Veracruz y del Rosario. Hoy día intervienen y colaboran en las actividades parroquiales.

En Agurain (A) ha funcionado la asociación religiosa de la Sagrada Familia. En Berastegi (G) las muchachas una vez casadas pasaban a formar parte de la Cofradía de la Virgen del Pilar, que obligaba a una reunión anual. En Allo y en Goizueta (N) las jóvenes una vez casadas se inscribían en la Asociación del Sagrado Corazón.

Como dato final vamos a señalar que la asistencia de la mujer a juntas o reuniones del municipio en representación de la casa ha sido excepcional.


 
  1. Este tipo de asociaciones han sido ampliamente tratadas en otro volumen de este Atlas Etnográfico. Vide: “Asociaciones religiosas de jóvenes” in Ritos del nacimiento al matrimonio. Atlas Etnográfico de Vasconia. Bilbao, 1998, pp. 364-371.