Remedios

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Cocciones de agua. Nieve

En Amézaga de Zuya, Apodaca, Berganzo, Moreda (A); Carranza, Durango, Gorozika, Nabarniz (B); Astigarraga, Ataun, Elgoibar, Elosua, Oñati (G); Allo[1], Aoiz, Arraioz, Eugi, Lekunberri, Lezaun, Obanos (N); Donoztiri (BN) y Sara (L) se ha constatado que el mejor remedio contra los sabañones es escaldarlos o bañarlos en agua caliente con sal y vinagre, lo que en algunos lugares denominan poner a remojo en salmuera o en muera (Ribera Alta-A). En Bernedo (A) en el agua ponían sal y rescoldo del fogón y en Hondarribia (G) agregaban apio. En Astigarraga (G) los baños eran a veces sólo de agua caliente a la que se añadían guindillas; en Gorozika (B) vertían sulfato al agua, en Allo (N) se lavaban los pies con una solución de sulfato de cobre y en Pipaón (A) los baños eran de vino caliente. En Carranza, Arratia y Lekeitio[2] (B), en tiempos pasados, se decía que era conveniente introducir los pies en el agua de cocer las castañas cuando aún estuviera caliente. En Bedarona (B) además de agua de decocción de castañas, gaztaina-ura, se ha utilizado agua templada de decocción de muérdago, mirua. En Sara (L) después de lavarlos, se tapaban con trapos.

En Agurain (A) se preparaba una cocción de corteza de encina (diversas especies del género Quercus) y se introducían las manos, los pies o las orejas en ese líquido; en Bidegoian y Zerain (G) la cocción se hacía con hojas de nogal, intxaur-ostoak, con la que había que lavarse los sabañones tres veces diarias y en Elosua (G) con cocción de ortigas, asun-ura. En Zerain se frotaban también con hojas de encina, artearen ostoak. En Pipaón (A) cocían cebolla e introducían las manos en la cocción o se frotaban con esa agua. En Lezaun (N) se aplicaba cebolla caliente a los sabañones cuando reventaban. En Abadiano (B) y Elosua (G) se introducía la zona afectada en el agua utilizada para cocer nabos, arbiak, o como señalan en Amorebieta-Etxano (B) y Arrasate (G) frotaban el sabañón con el propio nabo cocido. En la sierra de Gorbea (B) los pastores cortaban un nabo medio cocido y el líquido que rezumaba lo aplicaban a los sabañones[3]. En Goizueta (N) se cocía agua con belarri-belarra, brusco, y se introducían pies y manos en dicha agua; decocción de raíces de brusco, gorosti ttipi-erroak, se ha utilizado también en Donibane-Lohitzune (L). Una informante de Obanos (N) recuerda haber oído que un buen remedio contra los sabañones era revolver con las manos la caldera de la comida de los cutos o cerdos mientras se cocía.

En Lekunberri (N) se bebía el agua resultante de la cocción de las mazorcas de maíz, morkotsak, y en Viana (N) se consideraba bueno tomar infusión de hojas de nogal.

En Bernedo (A), Bermeo (B) y San Martín de Unx (N) se ha recogido que es bueno introducir los sabañones alternativamente en agua caliente y fría, en Arrasate (G) se metían los pies primero en un recipiente de agua caliente con hojas de nogal durante 3 minutos y luego 10 segundos en otro con agua fría y se repetía la operación. En Valdegovía (A) señalan que los contrastes de temperatura son beneficiosos por lo que es bueno frotar los sabañones con nieve y después aplicarles algo caliente.

En Amézaga de Zuya, Berganzo (A); Allo, Améscoa, Bozate[4], Esquiroz[5], Izal, Sangüesa, Tiebas y Valle de Erro (N) mencionan las ventajas de caminar descalzo sobre la nieve y aplicar agua de nieve a los sabañones; en Lagrán (A), después de darse una buena carrera descalzo sobre ella, recomendaban arrimarse a calentar al amor de la lumbre[6]. También en Berastegi (G) y Valdegovía (A) se ha recogido que es saludable frotar las partes afectadas con trozos de nieve helada o hielo y en Mendiola (A) dicen que la finalidad de poner nieve es helar el sabañón para evitar picores y molestias. En Berganzo (A) señalan que es bueno pasar una llave fría por la zona afectada y en Astigarraga (G) se tenían los sabañones al fresco sin calcetines ni guantes.

Plantas. Ceniza

Un remedio muy extendido ha sido frotarse la zona afectada con ajo crudo pelado (Allium sativum) tal y como se ha recogido en nuestras encuestas de Agurain, Amézaga de Zuya, Apellániz, Berganzo, Bernedo, Moreda, Pipaón, Ribera Alta (A); Bermeo, Carranza, Durango, Gorozika (B); Arrasate, Astigarraga, Ataun, Beasain, Bidegoian, Elgoibar, Telleriarte (G); Allo, Améscoa, Aoiz, Izal, Izurdiaga, Lekunberri, Lezaun, Obanos, Romanzado y Urraul Bajo, San Martín de Unx, Sangüesa, Tiebas (N) y Uharte-Hiri (BN). En algunas de estas localidades lo utilizan partido, troceado o, como en Viana (N), escachado, e incluso se frotan con jugo de ajos. Según anotan en Mendiola (A) y Berastegi (G) el ajo crudo alivia el dolor y repitiendo la acción durante varias jornadas el sabañón queda resumido o seco. En Zerain (G) se pelaba un ajo, baratzuri-alea, se calentaba bien al fuego, se reventaba y se frotaba con él el sabañón. En el Valle de Erro (N) tras untarlos con ajo se acercaban los sabañones al fuego del llar aguantando lo más cerca de la llama el mayor rato posible.

En Tiebas (N) se ha recogido que para curar los sabañones de los pies, que les salían muchos por el frío que se pasaba, se colgaban del cuello unos collares que hacían con ajos pelados ensartados en un hilo y los tenían colgados toda la noche.

En Gorozika (B) se calentaba epai-bedarra, corazoncillo, y se aplicaba a la zona afectada. En Zerain (G) se picaba bien la planta de aro, suge-artoa, y se hacía una masa que se colocaba sobre los sabañones y se cambiaba dos veces al día. También se troceaba el tallo de la planta denominada ori-belarra o iodo-belarra, celidonia mayor, de la que se extraía un líquido de color amarillo-naranja con el que se frotaban los sabañones. En Carranza (B) se empleaban bayas reventadas de uvas de zorra (Tamus communis); en Bermeo (B) verbenas y en Aoiz (N) se preparaba un emplasto friendo las hojas de la planta curalotodo (hierba callera), que se ponía sobre los sabañones envolviéndolo con un paño. En Bernedo (A) se aplicaba al sabañón el agua que desprendía el troncho de una berza después de haberlo vaciado y llenado de sal.

En Ataun (G) se calentaba la hierba denominada ospel-belarra, se daban fricciones con ella o con el jugo extraído de ella y luego se la dejaba atada a la zona afectada. También se ha usado la planta llamada ziarra, bien para darse fricciones con ziar-belarra o echando a las brasas su simiente y aplicando el vaho a los sabañones.

En Zerain (G) se quemaba un trozo de lino y su ceniza se ponía sobre los sabañones sujetando con una venda. Al acostarse se cambiaba y la ceniza adherida se quitaba con aceite. En Muxika (B) se frotaban con zuro de maíz, buritxa, antes de acostarse, y luego se untaban con un poco de hollín, kedaria, mojado. En Viana (N) se aplicaba yodo con ceniza de lana quemada. En Allo (N) había quienes quemaban un ramal de esparto, cuya ceniza todavía caliente aplicaban a los sabañones. En Murchante (N) aplicaban a manos y pies cerato que era cera virgen macerada después de calentarla.

En Zerain y Oñati (G) los sabañones se trataban cubriéndolos con polvo de la seta astaputza[7] (Calvatia utriformis). Señalan los informantes de Zerain que esta seta no es posible encontrarla en invierno por lo que hacían provisión de ella en verano. También en Goizueta (N) espolvoreaban el sabañón con la seta astaputza que identifican con el cuesco de burro (Scleroderma aurantium).

Desinfectantes

En Pipaón (A) y Arrasate (G) los sabañones se frotaban con limón. En Donibane-Lohitzune (L) se colocaban nata, esne-gaina, y la sujetaban con una venda. En Bidegoian (G) y Larraga[8] (N) se daban fricciones con vinagre; en Berastegi (G) frotaban con alúmina dos o tres veces al día; en Tiebas (N) aplicaban una mezcla de aceite batido y en Heleta (BN) se curaban con glicerina. En Lemoiz (B) se daban fricciones de lejía y alcohol mezclados; en Agurain y Moreda (A), friegas de alcohol; en Berganzo (A) se pasaban lejía o untaban los sabañones con aguarrás; en Durango (B), Aoiz y Sangüesa (N) con orina y en Murchante (N) la solución de la orina era utilizada frecuentemente hasta los años setenta, sobre todo si la persona afectada se encontraba trabajando en el campo. En Vitoria (A), primero se frotaban con miel y después se lavaban con orines humanos por dos o tres veces[9]. También en Apodaca, Mendiola (A); Bidegoian (G) y Aoiz (N) se ha constatado que se daban friegas en las ampollas de los pies, callos y sabañones.

En Muskiz (B) cuando el sabañón comienza a picar se impregna de alcohol un trozo de algodón, se unta con ello la parte afectada y se prende fuego. Dicen que se aguanta bien pues para cuando empieza a doler ya se ha apagado el fuego. Aseguran los informantes que repitiendo varias veces esta operación, desaparecen radicalmente los sabañones.

En Agurain, Mendiola, Ribera Alta (A); Goizueta, Lezaun, San Martín de Unx y Murchante (N) se aplicaba tintura de yodo; en esta última localidad se daban a diario a partir del momento en que el dolor comenzaba a ser molesto; para untarla utilizaban una pluma de la cola del gallo porque su cañón permite recoger una mayor concentración de tintura, que ponían suavemente en pequeñas líneas sobre el sabañón. En Carranza (B) se aplicaba yodo y después de que se secara bien se pasaba el miembro afectado por encima de una llama para que el calor generado contribuyera a curar los sabañones. En Viana (N) aplicaban alcohol yodado. En Agurain y Moreda (A) se han registrado también otros métodos de curación como la aplicación de pomadas y la colocación de parches en los corronchos o redondeles rojos de las zonas afectadas.

Objetos candentes

En Bidegoian (G), Améscoa y Arraioz (N) valiéndose frecuentemente de un hierro candente rozaban o quemaban los sabañones. Un amescoano hace la observación de que aunque el procedimiento a primera vista parezca un poco cruel, después de patear un rato a causa de la quemadura, desaparecían los sabañones y con ello su molesto dolor continuo y un informante de Arraioz anota que previamente a quemarlos, con una tenaza calentada al fuego, se daba saliva en los sabañones. En Olaeta (A) se calentaba al fuego una tenaza y con ella se frotaba tres veces el sabañón[10]. En Izurdiaga (N) antaño calentaban las tenazas de remover las ascuas del hogar, burziñak, y quemaban con ellas el sabañón. En Allo (N) había quienes se ponían una brasa encendida en los dedos afectados.

En Amorebieta-Etxano (B), en tiempos pasados, se calentaba la pala de cocer el talo y se pasaba por ella la zona de la mano afectada porque, según los informantes, los sabañones se producen por el calor y se quitan también con calor. Es por esta razón que en Moreda (A) se colocaba una piel de conejo vuelta del revés sobre los sabañones para dar calor a la zona afectada y en Ribera Alta (A) recomendaban dormir con calcetines de lana. En Bedarona, y en el Valle de Carranza (B) si se localizaban en la mano, se enfundaba la misma en un calcetín de lana de oveja antes de acostarse para que permaneciese caliente y en Liginaga (Z) para su curación debía enguantarse la mano.

Finalmente, se aportan dos remedios creenciales recogidos en nuestras encuestas de campo. En Telleriarte (G) dicen que se eliminaban los sabañones de pies y manos frotándolos con garbanzos que luego se lanzaban. En Moreda (A) se ha recogido un remedio por el que, sin aplicar ningún tratamiento o conocimiento empírico, decían que desaparecían los sabañones. Consistía en acudir a la iglesia del pueblo y pronunciar las siguientes palabras:

Sabañón, sabañón,
aquí te dejo
y yo me voy.


 
  1. Ricardo ROS GALBETE. “Apuntes etnográficos y folklóricos de Allo (II)” in Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra. Tomo VIII. Pamplona: 1976, p. 458.
  2. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 226.
  3. Andoni REKAGORRI. “Medicina en la comunidad pastoril de la Sierra de Gorbea” in Etniker Bizkaia. Núm. 5-6 (1992) p. 80.
  4. Mª del Carmen AGUIRRE. Los agotes. Pamplona: 1978, p. 223.
  5. Arantzazu HURTADO DE SARACHO. “Medicina popular” in Navarra. Temas de Cultura Popular. Núm. 86. Pamplona: Diputación Foral de Navarra, 1968, p. 30.
  6. Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “La medicina popular en Álava” in Homenaje a D. Joaquín Mendizabal Gortazar. San Sebastián: Museo de San Telmo, 1956, p. 267.
  7. El Diccionario Vasco-Español-Francés de AZKUE recoge como tercera acepción de esta voz la de “cuesco de lobo” que dice es una seta que exhala olor nauseabundo y despide un polvillo negro al cual se atribuye la virtud de curar quemaduras.
  8. Arantzazu HURTADO DE SARACHO. “Medicina popular” in Navarra. Temas de Cultura Popular. Núm. 86. Pamplona: Diputación Foral de Navarra, 1968, p. 30.
  9. Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “La medicina popular en Álava” in Homenaje a D. Joaquín Mendizabal Gortazar. San Sebastián: Museo de San Telmo, 1956, p. 267.
  10. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 226.