Remedios contra la epilepsia

Debido a las características de esta enfermedad se pensó en tiempos pasados, como ya se ha indicado anteriormente, que quienes la manifestaban estaban poseídos o endemoniados por lo que fue habitual recurrir a prácticas religiosas. Las mismas se recogen en el capítulo correspondiente.

En Etxalar (N) para curar esta enfermedad decían que había que ir al cementerio del pueblo a las doce en punto de la noche y recoger tierra de la tumba de la última mujer viuda fallecida, después cocerla en agua y tomar el líquido resultante en ayunas durante nueve días seguidos[1].

Aparte de acudir al médico por no conocerse remedios populares contra esta enfermedad, sí se han puesto en práctica algunas cautelas cuando una persona sufría un ataque epiléptico con el fin de que no se causase lesiones más graves.

La principal precaución que se ha tomado ha consistido, como se ha citado antes, en introducirle un objeto en la boca que le impida morderse la lengua (Abadiano-B; Bidegoian, Oñati, Telleriarte-G; Lekunberri y Viana-N). Por ejemplo, un pañuelo o trapo (Mendiola-A; Amorebieta-Etxano, Muskiz-B; Berastegi-G), una cuchara (Amorebieta-Etxano-B; Astigarraga, Beasain, Zerain-G; Valle de Erro-N), a poder ser de palo (San Martín de Unx-N), una tabla o madera pequeña (Amézaga de Zuya-A; Zerain), un palo (Amézaga de Zuya; Beasain), una llave (Orozko-B; Astigarraga, Berastegi, Elgoibar, Zerain-G; Obanos-N) o un pedazo de hierro (Berastegi-G).

En Allo (N) recuerdan que cuando una persona sufría un ataque epiléptico y se caía al suelo y perdía el conocimiento, inmediatamente le ponían una cuchara o llave en la boca para evitar que se mordiese la lengua; después esperaban a que volviera en sí.

Dicen en Elgoibar que si el que padecía las convulsiones tenía dentadura postiza se la quitaban.

En Valdegovía (A) no se conoce ningún remedio para curar la epilepsia, pero sí algunas recomendaciones que conviene saber para aplicar en caso de un ataque epiléptico, que son: introducir un objeto de madera en la boca del enfermo para evitar que se muerda la lengua, colocarlo boca abajo para que no se ahogue y tranquilizarlo en la medida en que sea posible.

En Mendiola (A) se le tumbaba boca abajo para impedir que se ahogase y una persona le trataba de calmar tocándole el dedo corazón de cualquiera de las dos manos.

En Muskiz cuando una persona tiene un ataque se le presiona con una moneda entre la uña y la carne del dedo corazón de la mano izquierda y se le tiene apretada hasta que se le pasa.

En Amorebieta-Etxano (B) consideran que lo mejor suele ser mojarle la cabeza con una toalla empapada en agua fría para que recupere cuanto antes el conocimiento. En Telleriarte (G) también consideran que es bueno colocarle un paño mojado en la frente para que vuelva en sí lo antes posible.

En Muskiz saben del caso de un mozo que le daban ataques epilépticos y se estaba quedando ciego y que comiendo carne guisada de erizo de tierra, su salud mejoró.

En Lekunberri (N) cuando alguien sufría un ataque epiléptico le soltaban la camisa, le daban un masaje y le dejaban tumbado.

En Moreda (A) el tratamiento se hace a base de boticas, de reposo en cama mayor número de horas de las habituales y de tomar infusiones de tila.


 
  1. APD. Cuad. 13, ficha 1266.