Remedios empíricos

Para sanar las escoriaciones se han aplicado remedios que van desde lavar con agua a aplicar jabón, aceite de oliva, savia de algunas plantas, polvos de talco o serrín de madera apolillada, solos o, más comúnmente, mezclados con otras plantas o productos. También se han utilizado remedios similares a los empleados para curar las quemaduras.

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Agua y jabón

En Amézaga de Zuya, Bernedo, Mendiola, Moreda, Pipaón, Valdegovía (A); Abadiano, Bedarona, Muskiz, Nabarniz (B) señalan que lo mejor es lavar la herida con agua hervida, yodo o agua oxigenada o agua con sal. Por ello en Muskiz dicen que el agua de mar es muy buena. En Nabarniz una informante recuerda que en su casa se recurría a un preparado líquido denominado solimaua (agua sublimada), que se tenía en botella. Llegado el momento, se calentaba una pequeña cantidad, se vertía a una jícara, kikeratxua, y con una gasa se aplicaba a la herida para limpiarla y evitar que se enconara, zolditxuak garbitzeko[1].

En Lezaun y Obanos (N) para evitar las rozaduras de los zapatos o una vez producidas se ponía algodón sujeto con esparadrapo. En Lezaun si la herida era grande se daban tintura de yodo que se extendía con una pluma de gallo. Si una caída había producido desgarros de la piel aplicaban la piedra que era un jabón de fabricación doméstica, que no sólo desinfectaba sino que dejaba la piel tersa. El jabón se obtenía de hervir tocino de cerdo, sosa cáustica, restos de aceite de alguna fritura, harina y polvos de talco. Estas soluciones dejaron de utilizarse hacia los años setenta, si bien, esporádicamente, se sigue recurriendo a ellas.

En Arraioz y Viana (N) antiguamente se lavaban y frotaban con jabón Lagarto. En Apodaca (A) las rozaduras del calzado se desinfectan bien lavándolas con agua caliente y jabón, luego se daba alcohol o yodo y se vendaban para que no se infectasen. En Ribera Alta (A) se procedía a lavar la herida con agua hervida sola o con corteza de encina o con hojas de nogal y luego se cubría con yodo. En Astigarraga (G) si la rozadura es pequeña y no reviste importancia, primero se limpia con agua oxigenada o manzanilla y luego se aplica pomada, ukendua, de verbenas o se usan vahos de agua con sal y compresas de esa solución. En Elgoibar (G) también limpiaban con agua o con manzanilla y luego ponían en la zona afectada la hierba llamada suge-bedarra que sujetaban con un trapo.

Aceite y manteca

En Agurain, Moreda (A); Orozko (B); Izurdiaga, Lezaun y San Martín de Unx (N) para aliviar o curar el escozor se aplica aceite de oliva batido con agua; en Arraioz (N) se echaban unas gotas de aceite, todo lo caliente que se pudiera aguantar, en el que se había frito un ajo; en Mendiola (A), en los años cincuenta, se utilizaba lo mismo, pero se le llamaba “la gelatina de Don Antonio”, nombre que le venía dado de un curandero de Elgoibar (G). En Elosua (G) se frotaba el rasguño con aceite y se reblandecía, también se ha solido quemar con algún desinfectante. En San Martín de Unx (N), contra las escoceduras, determinadas casas empleaban una crema resultante de batir aceite de oliva del trujal del pueblo. En Sangüesa (N) se freía un huevo hasta que éste se quemara y se aplicaba el aceite; también se ha utilizado vino y sal. En Eugi (N) se colocaba sobre la herida tocino cortado en rebanadas muy finas y se protegía atando con un paño; en Viana (N) aplicaban ungüento hecho con mantecas y en el Valle de Erro (N) manteca de cerdo y bálsamo. En Obanos (N) en caso de escoceduras se frotaba con vaselina.

Hierbas

En Bidegoian (G) se machacaba zaingorria o hierba de San Roberto y su savia se utilizaba para desinfectar las heridas. Señalan también que es bueno frotarlas con aceite porque no queda cicatriz. Se utilizaba asimismo la hierba llamada ilarrondoa, a la que se desprendía la piel, se machacaba con los dedos y se ponía sobre la herida. En Beasain (G) la escoriación se trataba como una herida aplicando alguna hoja de hierba y vendando con tela de lino. En Tiebas (N), en tiempos pasados, se ponían siempre paños de hilo porque, según dicen, “el hilo cura una cosa por demás, las heridas”. En Abadiano (B) si la herida era grande se utilizaban trapos para protegerla y se recurría a la planta denominada ebei-bedarra[2] (planta para cortes) que impedía que el trapo se adhiriera a la herida; otro tanto se ha constatado en Gorozika y Muxika (B) donde sobre los cortes, epaiak, y las rozaduras se ponía la hierba denominada epai-bedarra o corazoncillo, una vez se le hubiera desprendido la piel.

En Zerain (G) el tratamiento para la herida consistía en limpiar con agua hervida y luego aplicar hojas de muraje, pasmo-belarra, bien espachurradas para que la savia se derramara sobre la herida. También se utilizaban otras plantas como la escrofularia, belar beltza, cuya hoja calentada con un poco de aceite se colocaba sobre la herida, arramazka, estrujándola con la mano para que soltara la savia. Había que cambiarla a diario hasta que la herida se curase. Había quienes se ponían hojas de escrofularia, desprendidas de la telilla posterior, mintza, directamente sobre la parte dañada. Otra planta a la que se podía recurrir era la potentilla. En Astigarraga (G) se ponían a hervir las cuerdas de las ristras de los ajos, pasmo-belarra y plantina-belarra y el vaho tenía que tocar la parte infectada. En Ataun (G) se ataba la herida con pasma-belar oria y si se tenía a mano pasma-belar belza se bebía la decocción hecha con esta planta. En Vasconia continental para las heridas de la piel se aplicaban pétalos de flores de lis de San Juan tras haberlas macerado en aguardiente[3].

En Lekunberri (N) sobre las rozaduras, quemaduras y heridas se ponía erre unguentoa, llamado también ungüento de quemaduras. Estaba elaborado con corteza de saúco, intsusa, cera pura de abeja y aceite de oliva. El mismo bálsamo, que se aplicaba frío, se utilizaba en el Valle de Erro (N). También los pastores de la sierra de Gorbea (B) cuando se producían una herida la lavaban bien con agua hervida, aplicaban una hoja de la planta llamada iodo-bedarra, celidonia, y la cubrían fuerte con un trapo[4]. En Zeanuri (B) ya a comienzos del s. XX Azkue recogió que las celidonias, zarandona-bedarrak, servían para curar cortaduras o para que agarraran los emplastos[5]. En Telleriarte (G) aplicaban este mismo remedio y para que se regenerara la piel se frotaba con un ungüento hecho de cera y aceite, y se ataba con un paño hasta que estuviera curada la herida. En Muskiz (B) antaño untaban también la herida con la savia de la celidonia que luego ha sido desechada para tal finalidad.

En Bernedo y Cripán (A) para curar la herida le echaban el jugo de un cardo borriquero (Dipsacus fullonum) exprimido porque, según dicen, desinfecta y cicatriza. Otros aplicaban a la herida una hoja de plantaina (Plantago major); en Viana (N) ponen cardo triguero machacado. En Bernedo (A), las personas gordas, mientras trabajaban, para evitar escaldarse (la escocedura) metían debajo de la boina un cardo o una hoja de cardo. En Murchante (N) para el escocido de ano, sobacos y otras partes del cuerpo, llevaban envueltas en un papel o directamente en el bolsillo o en el cinturón, unas pocas hojas verdes del llamado cardo azulado, que consideran muy eficaz y lo siguen utilizando. En Sangüesa (N) aplicaban a la herida la hoja pelada de la planta llamada curalotodo o manta romana.

Ajo y huevo

En Eugi (N) y Hondarribia (G) si había inflamación, se frotaba la zona dañada con un diente de ajo partido; en Azkaine (L) se aplicaba ajo machacado, cebolla calentada o nata de la leche, este último remedio una vez hubiera cicatrizado la herida. En Hondarribia, Zerain (G) y Orozko (B) cuando se formaba una ampolla se desinfectaba una aguja en una llama y se pinchaba en ella para que saliera el líquido, de no romperse se dejaba que se secara. En Oñati (G) y Durango (B) el remedio para curar la ampolla producida por una rozadura o herida es limpiarla con agua hervida y cubrirla con una membrana de huevo; también en Gorozika (B) se ponía membrana, mintza, de huevo o de cebolla sobre la piel dañada por la rozadura de abarca, abarka urrutua.

Polvos y orina

En Allo, Aoiz y Viana (N) para aliviar las heridas utilizaban polvos de talco; en Amézaga de Zuya (A) y Zerain (G) recomiendan lavar con agua las partes escocidas y ponerles polvos de talco. En Carranza (B) las escoceduras o irritaciones se trataban con un preparado que se elaboraba batiendo aceite hasta que adquiría un color blanquecino al que se añadían polvos de talco; en sustitución de éste se utilizaba a veces polvo de madera carcomida. En Bedarona (B) se preparaba una masa mezclando aceite y polvo de polilla que se ponía sobre la zona escocida. En San Martín de Unx (N) los escocidos se trataban con el polvillo resultante de la acción de la polilla sobre la madera.

En Aoiz (N) también han recurrido a frotar la zona afectada con orina. En Obanos (N) para desinfectar heridas se lavaban con vinagre y un trapo limpio; en Romanzado y Urraul Bajo (N) con vinagre y sal; en Obanos para curar las heridas de los pies se lavaban con el agua salada de las salinas que hay en la zona sur del término municipal. En Lezaun (N) se desinfectaban con alcohol o con vino y se ataban con un trapo; si la parte afectada era un dedo se colocaba el dedil que era una caperuza de trapo con un lazo que se ataba a la muñeca. Si la herida se producía en el monte y no se tenía vino a mano, se meaba en la herida para desinfectarla. En Allo (N) han utilizado glicerina. En Sangüesa (N) se ponía una tela de araña sobre la zona dañada.

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El limpiar con agua oxigenada aparece en numerosas encuestas como un remedio utilizado desde hace ya muchos años. También es común el uso de tiritas. Si la herida es grande o con desgarros se suelen dar puntos de sutura. Tras limpiar la herida con agua hervida o agua oxigenada en algunas localidades se ha constatado la costumbre de aplicar alcohol, tintura de yodo, mercromina o similar (Obanos, Sangüesa, Viana-N). Si la herida es de consideración se acude al médico o al ministrante para que dé puntos de sutura, ponga la inyección antitetánica, etc. (Allo-N).


 
  1. A comienzos del s. XX recogió Azkue en Zeanuri (B) una fórmula de elaboración de un bálsamo para curar heridas. Se cogía azumbre y medio de alcohol extraído de maíz y cebada, 150 gramos de óleos zucotrino, 50 de incienso, 50 de mirra, otros 50 de hierba de prados y 12 de lirio silvestre. Se mezclaban todos, bien desmenuzados, en una botella. Junio era un buen mes para preparar este remedio. Se conservaba en la botella, agitando a menudo, hasta que pasara el mes de agosto para comenzar a emplearlo. La aplicación era sencilla: se limpiaba la herida y sobre ella se ponía el bálsamo en un pedazo de lienzo que se renovaba a diario. Vide Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 228.
  2. Ebei y epai son variantes de ebagi/ebaki.
  3. DIEUDONNÉ. “Medécine populaire au Pays Basque” in Gure Herria. Tomo XXVI. Bayonne: 1954, p. 203.
  4. Andoni REKAGORRI. “Medicina en la comunidad pastoril de la Sierra de Gorbea” in Etniker Bizkaia. Núm. 5-6 (1992) p. 79.
  5. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 235.