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Remedios empiricos14

268 bytes añadidos, 06:55 26 jun 2019
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Es opinión generalizada que ante la mordedura de una serpiente se debe acudir rápidamente a un médico o a un centro hospitalario, para que sean ellos quienes se ocupen del tratamiento.
 
 
 
 
 
 
 
Están ampliamente difundidos una serie de conocimientos sobre cómo se debe actuar de urgencia cuando una persona es mordida y se halla lejos de donde podría recibir atención especializada. La mayoría de los informantes sabe que es conveniente que la herida sangre para lo cual se precisa practicar un corte allí donde la serpiente ha clavado sus colmillos y después apretar o mejor chupar con la boca, escupiendo rápidamente la sangre. De este modo se intenta extraer la mayor cantidad posible de veneno. También anudar un torniquete en el miembro afectado para que el veneno no se extienda por el cuerpo. Estos conocimientos son teóricos y los propios informantes reconocen que no los han puesto en práctica y que incluso si se viesen en el trance de tener que aplicarlos dudan de si tendrían valor para hacerlo.
En Muskiz (B) piensan que es bueno que el afectado se quede quieto para que la sangre circule lo menos posible y no arrastre el veneno a órganos vitales. Lo mejor es matar a la serpiente para así llevarla con el herido y de este modo ser más rápido el tratamiento al saberse el tipo de veneno que ha inoculado.
En Bermeo (B) aconsejan abrir la lesión con un cuchillo y extraer la mayor cantidad posible de sangre. En Beasain (G) se hace un torniquete, se practica un corte y se pone la herida bajo el chorro de agua fría lo antes posible.  En Astigarraga (G) cuando se ha producido la mordedura hay que sumergir la parte afectada en agua fría para que el veneno no avance hacia otras partes del cuerpo y buscar ayuda médica.
Los conocimientos sobre la necesidad de realizar cortes, extraer la sangre y anudar torniquetes se han constatado también en Berganzo (A); Abadiano, Muskiz (B); Arrasate, Bidegoian (G); Arraioz, Lezaun, Obanos y Viana (N).
Hasta aquí toda la información recopilada es reciente pero la costumbre de sajar la mordedura para que sangrase y que de este modo se expulsase la mayor cantidad de veneno también se registró en tiempos pasados. Entonces se consideraba igualmente que esta práctica de succionar el veneno con la boca era peligrosa. Así se ha constatado en Abadiano (B). En Oñati (G) tras realizar esta operación se desinfectaba la boca con alcohol.
En Ribera Alta (A) se ataba un pañuelo, cuerda o el mismo cinto, para evitar que el ''respe ''o veneno se extendiera al resto del cuerpo. Después se absorbía con la boca para extraerlo.
En Bernedo (A) se decía que había que chupar la sangre en la picadura. Otros ponían un torniquete y hacían sangrar la herida para que expulsase el veneno o aplicaban amoniaco sobre la mordedura.
En Azkaine (L) el mordido por una serpiente debía acudir cuanto antes a una fuente, con una navaja hacer un corte en forma de cruz sobre la mordedura y colocarla bajo el caño del agua. Después, para restablecerse cuanto antes tenía que beber mucha leche. Si no disponía de chorro de agua y estaba acompañado, la otra persona le debía succionar la mordedura pero sólo si estaba segura de no tener en la boca ninguna herida o escoriación.
En Carranza (B) cuando la mordedura se producía en una extremidad se hacía una ''garrotera ''o torniquete por encima de la herida tratando de evitar que el veneno se difundiese por el resto del cuerpo. Para preparar la ''garrotera ''anudaban un pañuelo o una cuerda en torno a la extremidad y después, introduciendo un palo entre el pañuelo y la piel, lo hac ían hacían girar para comprimirla. Seguidamente se practicaba un corte con una navaja y se succionaba la sangre de la herida para extraer el veneno. Una informante dice que con una ''barrila ''o botijo situada a cierta altura se vertía agua sobre el corte para que arrastrase el veneno. Tras hacer esta primera cura, y a veces sin hacerla, se iba al médico. Hoy en día se sigue considerando que ésta es la mejor manera de proceder y gracias a los medios de locomoción se puede acudir a los centros sanitarios más rápidamente. Ocurre además que las mordeduras de serpiente son cada vez más infrecuentes debido en gran medida a la escasez actual de estos reptiles.
En Bedarona (B) si picaba en una pierna o en un brazo se hacía un torniquete por encima de la herida anudando un pañuelo, e introduciendo un palo entre el mismo y la piel se hacía girar para comprimir el miembro. Luego con una navaja se cortaba y se succionaba la herida para evitar que el veneno pasase a todo el cuerpo.
En Sara (L) y en Heleta (BN) se practicaba con una navaja un corte en forma de cruz y después se limpiaba en una corriente de agua. En Eugi (N) se obraba igual pero se limpiaba con orina.
En Elorrio, Dima (B); Arrona (G) y Baztan (N) le abrían la herida con forma de cruz. Lo mismo hacían en Garazi (BN) y Haltsu (L) donde utilizaban para ello una navaja de afeitar<ref>Resurrección Mª de AZKUE. ''Euskalerriaren Yakintza''. Tomo I. Madrid: 1935, p. 438.</ref>.
== Remedios varios ==
En Carranza (B) fue costumbre hacer tomar al afectado leche, a la que algunos añadían algo de aceite. A una informante le mordió una serpiente mientras lavaba en el río. Su padre, tras hacerle un torniquete, le sajó la mordedura con una navaja de afeitar y después consiguió curarla a base de ponerle queso fresco. Se lo sujetaba con un paño y se lo cambiaba por un pedazo nuevo cada vez que se secaba.
Mugarza recogió también en Carranza un remedio consistente en capturar una culebra y hacerla trocitos para ponerla a cocer con muy poca agua. Una vez cocida, con los trozos se hacían unas tiras y se mezclaban con salvado y algo de sal, dándole de comer al enfermo un poco a la mañana, otro poco al mediodía y otro poco a la noche. Tomó esta fórmula de un pastor, que decía que era la más idónea para cuando a uno le picaba una víbora<ref>Juan MUGARZA. ''Tradiciones, mitos y leyendas en el País Vasco''. Tomo II. Bilbao: 1981, p. 242.</ref>.
Otro peculiar medio de extraer la sangre envenenada de la mordedura consistía en aplicar sanguijuelas que la succionasen.
En Lemoiz (B) antiguamente aplicaban sanguijuelas, ''guzenak'', para que absorbieran el veneno aunque lo más habitual consistía en practicar un corte a fin de absorber la sangre envenenada y después frotar la mordedura con ajos. En Astigarraga (G) también se pon ían sanguijuelas, al igual que en Goizueta (N).
En Bidegoian (G) tras hacer un torniquete se rompía una botella de cristal verde, se machacaba muy bien un trocito de cristal, se envolvía en un paño y se colocaba sobre la mordedura. Se cambiaba una vez al día.
Barriola también constata la práctica de curar mordeduras de culebra espolvoreándolas con el cristal bien machacado de una botella negra<ref>Ignacio Mª BARRIOLA, ''La medicina popular en el País Vasco'', San Sebastián: 1952, p. 125.</ref>.
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