Remedios empíricos

En Orozko (B), Aia[1] y Zarautz[[2] (G) para curar la erisipela ponían las flores de saúco, intsusa, sobre las brasas del fuego y aspiraban el vaho producido al quemarse; en Lezaun (N) y Apellániz (A) las flores de sabuco (saúco) que se usaban de igual forma eran las cogidas el día de San Juan. En Gorozika (B) se ha recurrido al llantén, zanbedarra, como remedio de las enfermedades de la piel. En Romanzado y Urraul Bajo (N) para curar las afecciones de la piel se utilizaba una cataplasma hecha calentando flor de saúco con aceite.

En Ataun (G) se tomaban vahos de agua hirviendo, también se hacían vahos de cocción de belar ona y hojas secas de laurel, erramua; decían asimismo que se curaba con miel. En Eugi (N) se combatía mediante la colocación de paños calientes en la espalda y en Elosua (G) dicen que se cura tomando baños de mar. En esta localidad un remedio consistía en freír en una sartén pasmo-belarra (Anagallis arvensis) y aceite, se agregaba manzanilla, se pasaba por el colador a un recipiente y con ese líquido se frotaba la cabeza. También se curaba con un emplasto hecho con la siguiente fórmula: se picaban hojas de verbena verdes, berbena-belarra, y se echaba un puñado a la sartén donde se freían a fuego lento con un poco de aceite; se añadía clara de huevo sin batir y se mezclaba como una tortilla sin cuajar. La masa se envolvía en un trapo de algodón que por debajo debía tener cuatro dobles, se colocaba en la frente y había que tenerlo puesto toda la noche. En Telleriarte (G) decían que al acostarse era conveniente limpiar bien con agua de malvas, malma-ura, y vendarlo dando una pomada. En Abadiano (B) para curar las erupciones que producía se utilizaban hojas de zarzas quemadas con las que se frotaban las zonas afectadas.

En Amézaga de Zuya (A) y Allo (N) el mejor remedio contra la escarlata o erisipela era mantener la piel seca con polvos talco. Una informante de Murchante (N) recuerda que siendo niña, por la década de los años cuarenta, padeció la enfermedad y comenzaron a darle diariamente en ayunas en la cara agua de Carabaña, que contenía sulfato y, a continuación, polvos de talco y el remedio resultó eficaz. En Vasconia continental se aplicaba sobre el mal una cataplasma elaborada con un litro de vinagre y un cuarterón de polvo[3]. En Zerain (G) se utilizaba nata de leche recién ordeñada después de haberla dejado al sereno toda la noche.

En Murchante (N), hasta los años cuarenta, el remedio más habitual para curar la erisipela era beber la propia orina. En Vasconia continental se curaba lavando la cara con agua caliente y poniendo a continuación boñiga de vaca muy caliente, recién hecha[4]. En Navarra, según se recogió en los años cuarenta, la sangre de conejo, aplicada sobre la piel, cortaba la erisipela[5].

En Olaeta (A), según se recogió a principios del s. XX, se cocía la rosa de cien hojas, eun orriko larrosea, y con su agua se curaba la erisipela[6].

En Telleriarte (G) se ha conocido darse fricciones con ungüento Zoraya que se adquiría en farmacia y en San Martín de Unx (N) se trataba con pomada de belladona.

En Goizueta (N), en tiempos pasados, se recurrió a un remedio creencial contra la erisipela que consistía en llevar en el bolsillo, envueltos en un pañuelo, un diente de ajo y un poco de sal.


 
  1. Recogido por Juan IRURETAGOYENA: LEF. (ADEL).
  2. Juan IRURETAGOYENA. “Medicina popular. Zarauz. Aya. Remedios Supersticiosos” in Anuario de Eusko-Folklore. Tomo I. Vitoria: 1921, p. 119.
  3. Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in Anuario de Eusko-Folklore. Tomo XI. Vitoria: 1931, pp. 58-59.
  4. APD. Cuad. 11, ficha 995.
  5. José Mª IRIBARREN, Retablo de curiosidades: zambullida en el alma popular. Zaragoza: 1940, p. 71.
  6. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 235.