Remedios empíricos

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Manteca y azufre. Uratsa

En Berganzo, Moreda, Valdegovía (A); Valle de Carranza (B); Allo, Lezaun y Sangüesa (N) la sarna se trataba como otras erupciones de la piel con una crema hecha de manteca de cerdo sin sal mezclada con azufre; en el Valle de Erro (N) anotan que se daban este mismo preparado durante tres noches seguidas y pasado ese tiempo, el afectado se lavaba y había que mudarle a él y su cama. En Lezaun (N) además untaban con tocino alrededor del mal para que no se extendiera. En Liginaga (Z), según recogió Barandiaran en los años cuarenta, untaban el cuerpo con manteca y azufre y permanecían junto al fuego. En Olaeta (A), antiguamente, se daban con la mezcla de azufre, pólvora y un poco de manteca sin sal[1]. En Ataun, Bidegoian, Zerain (G) y Améscoa (N) se calentaba una mezcla de aceite y azufre, sufrea oliokin, y se elaboraba un ungüento con el que se frotaba la parte del cuerpo afectada.

En Ribera Alta (A) se curaba con una pomada de azufre y vaselina. En Pipaón (A) recomiendan mucha limpieza y se frota la zona afectada con manteca de cerdo sin sal. En Murchante (N) el remedio era un ungüento que hacía el médico con manteca, entre otros ingredientes. En San Martín de Unx (N) a los sarnosos les espolvoreaban el cuerpo con azufre por la noche y a la mañana siguiente, para quitárselo, les bañaban en los terrizos, que eran las vasijas donde se cocían las coladas de ropa. En Durango y en Muskiz (B) la sarna se combatía con azufre y en Apodaca (A) se lavaban con jabón de azufre.

En el Valle de Arratia (B), según se recogió a principios del s. XX, para curarse de la sarna el enfermo tenía que lavarse dos veces cada día con agua de azufre y ortigas y para el tercer día, se decía, quedaría completamente limpio[2]. En Abadiano (B) se curaba con agua sulfurosa, uratsa; en Berganzo (A) se untaban la zona enferma con el barro de una fuente de agua sulfurosa. En Telleriarte (G) se han solido tomar vahos de leche calentada con piedras rusientes y cuando se secaba, se hacían fricciones con azufre.

En Elosua (G) un informante longevo recuerda que él padeció de sarna y para curarse recurrió a una mujer de un caserío de la vecina localidad de Legazpi. Le proporcionó una bolsa pequeña de tela que contenía huevos, pero indicándole que no la abriera por lo que él desconoce si contenía alguna otra cosa. Debía romper los huevos golpeando la bolsa y darse fricciones por todo el cuerpo, primero con la bolsa, después con azufre y vestirse con ropa vieja. Las fricciones hubo de repetirlas tres veces, quemar la ropa vieja y ponerse limpia. Hizo lo mandado y se curó. Barriola recogió que, en otro tiempo, el tratamiento de la sarna dio gran reputación a un curandero de Legazpi (G) que frotaba las lesiones de sarna con cáscara de huevo pulverizado[3]. En Zerain (G) se ha recurrido también a aplicar un emplasto denominado arrautza (huevo), que se traía del barrio de Aztiria (Gabiria), y se extendía por la zona dañada.

En Tolosa (G) se recogió el siguiente remedio: se pelaba una manzana y se partía en dos mitades. Vaciadas la dos partes del corazón, se rellenaba el hueco correspondiente con azufre. Se juntaban las dos mitades y se ataban para asarlas al horno. Una vez asada la manzana, se majaba bien hasta formarse una pasta homogénea y se frotaba con ella la parte afectada por la sarna[4].

Baños de agua y decocciones de plantas

En Zerain (G) se ha constatado que era bueno tomar baños de agua con lejía y mudarse la propia ropa y la cama a diario y lavarlas con agua y lejía. En Murchante (N), una informante recuerda que durante la Guerra Civil de 1936, como remedio para la sarna, los médicos recetaban baños en aguas soleadas, cambiar la ropa de cama asiduamente y airearla al sol. En Viana (N) se lavaban las heridas con Zotal rebajado al 50% de agua hervida. En Moreda (A) consideran importante escaldar en agua hirviendo la ropa de vestir. Es una enfermedad contagiosa, “pegajosa” dicen los informantes.

En Ataun y Zerain (G) se tomaban baños de agua donde se hubiera cocido atz-belarra (hierba de la sarna). Si la sarna salía en la cabeza, la primera medida era cortar el pelo al cero, después había que lavarse repetidas veces la cabeza con agua de la cocción citada. También se consideraba bueno limpiar diariamente a conciencia la cabeza y frotarse el cuero cabelludo con la propia yerba.

En Zarautz (G), a comienzos del s. XX, para curar la sarna frotaban la zona afectada con el zumo extraído del cardo, kardobera[5]. En Mendiola (A) para evitarla se recurría a la tintura de yodo. En Vasconia continental, en tiempos pasados, fue muy general usar la planta acuática llamada Pinguicula grandiflora[6]; también las raíces de la planta ahogorria (Rumex), cuya infusión constituye también un depurativo muy apreciado[7].

Grasilla, moko-belarra. Fuente: Archivo particular Familia de Iñaki Zorrakin Altube.

En Zeanuri (B), según se recogió a principios del s. XX, para quitar la sarna, se machacaba bien la raíz de cólquico, azpedarra, y se echaba a un montón de sal y a la orina y con ella se debía frotar la parte enferma al acostarse. A los pocos días desaparecería la sarna[8].

En Nabarniz (B) un remedio eficaz consistía en aplicar a la zona afectada una masa hecha, al modo del pan, con levadura. Se colocaba al acostarse y se quitaba por la mañana, limpiándola con alcohol. Se seguía con este método hasta que desapareciera la sarna.

En Arratia[9] (B) y Lezama[10] (A), en tiempos pasados, para curar esta enfermedad no se conocía remedio mejor que cocer una culebra y tomar dos tazas diarias de esa decocción y antes de tomar la sexta desaparecería completamente. En Olaeta (A), por la misma época, cocían piel de culebra y bebían esa agua[11]. En Ataun (G) se cocía en un recipiente leche con una culebra viva y se daban fricciones con dicho líquido.


 
  1. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 225.
  2. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 224.
  3. Ignacio Mª BARRIOLA, La medicina popular en el País Vasco, San Sebastián: 1952, p. 38.
  4. José Mª SATRUSTEGUI. “La medicina popular en el País Vasco” in Gaceta Médica de Bilbao, LXXIII (1976) p. 527.
  5. Juan IRURETAGOYENA. “Medicina popular. Zarauz. Aya. Remedios Supersticiosos” in Anuario de Eusko-Folklore. Tomo I. Vitoria: 1921, p. 119.
  6. Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in Anuario de Eusko-Folklore. Tomo XI. Vitoria: 1931, p. 64.
  7. Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in Anuario de Eusko-Folklore. Tomo XI. Vitoria: 1931, p. 67.
  8. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 224.
  9. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, pp. 224-225.
  10. José IÑIGO. Folklore alavés. Vitoria: 1949, p. 64.
  11. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 225.