Remedios para la calvicie

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En muchas localidades señalan que mediante los remedios aplicados se trataba de frenar la caída del cabello porque la pérdida de pelo es inevitable.

Recomendaciones y creencias

En Amézaga de Zuya, Bernedo, Moreda (A); Gorozika y Muskiz (B) a quienes se les cae mucho el pelo se les recomienda que se lo corten raso y a menudo. Lo mismo se dice en Carranza (B) a los niños con el pelo “muy simplín”, es decir, escaso y débil. En Heleta (BN) se decía que a los niños recién nacidos no se les debía cortar el cabello durante el primer año. En Bermeo (B) cuando el pelo es muy fino, se deben cortar las puntas para que vuelva a salir fortalecido, lodituta, y el cortárselas es práctica generalizada con los niños de corta edad; algunas personas hacen lo propio con las pestañas de los muchachos pequeños creyendo que así les saldrán más largas y resistentes. En Muskiz (B) para mantenerlo sano se aconseja cortar el pelo a navaja, sesgado, lo que permite que se oxigene mejor o quemar las puntas porque de esta forma el corte queda cauterizado.

Respecto a la fase lunar propicia para llevar a cabo el corte se han constatado distintas creenc ias. En Aramaio (A), Arrasate (G) y Donazaharre (BN) recogió Azkue a comienzos del s. XX que el pelo cortado en novilunio, ilberria, crece y se enralece; en Beizama, Ormaiztegi (G); Ultzama y Yuslapeña (N) que crece y se encanece pero en Ordizia (G) de cían que se debía cortar en novilunio, “ilberrian egin bear dala ilea moztu”. Recomendaban cortarlo en plenilunio, ilzarrean, en Aezkoa (N) y en Donibane-Garazi (BN) porque se fortalece y se espesa, y en Arratia (B) para que no se encanezca. En Donibane-Garazi decían también que si se tenía largo tiempo el cabello al sol, se convertía en culebra[1].

En nuestras actuales encuestas de Amézaga de Zuya, Bernedo (A) y Muskiz (B) se ha recogido la creencia de que para fortalecer el pelo es bueno cortarlo en luna menguante; Azkue ya constató en Arrona (G) que al niño debía cortársele en cuarto menguante, ilbera[2]. En Obanos (N) dicen que si se corta en “mengua” tarda más en crecer, por eso las mujeres de entre cuarenta y cincuenta años lo tienen en cuenta al ir a la peluquería porque así dura más el corte. En Bernedo (A) las mujeres se cortaban las puntas del pelo los viernes ya que ese día de la semana se considera “mengua”. En Olaeta (A) y Elorrio (B), según se consignó a comienzos del s. XX, existía la creencia de que el pelo crecía más lozano si se cortaban las puntas del cabello el viernes, puntas que algunos guardaban y otros quemaban[3]; en Olaeta se recogió también la costumbre contraria pues había quienes creían que las puntas de los pelos no debían cortarse ni los martes ni los viernes. En el Valle de Carranza (B) los cortes de pelo se han solido realizar en luna creciente pues obrando así se pensaba que crecía más largo y fuerte. Además el pelo recién cortado nunca se debía quemar sino tirar ya que, según algunos, es sagrado y tal acto constituiría pecado. En Liginaga (Z) por contra señalan que el cabello cortado debía ser quemado al fuego, no había que esparcirlo ni echarlo fuera. En Aniz (N), según recogió el P. Donostia a principios del s. XX, existía la creencia de que no debía cortarse el pelo en el periodo de Adviento, porque de hacerlo se quedaba uno calvo[4].

En Ribera Alta (A) y Zeanuri[5] (B) si era varón el afectado no se hacía nada. Si se trataba de mujeres, aunque los casos eran más infrecuentes, se daban fricciones para fortalecer el cuero cabelludo con una loción hecha de vino blanco cocido con romero, que se aplicaba una vez que se hubiera enfriado. También en Carranza (B) y Astigarraga (G) se ha recogido que para que no se cayera el cabello, el último aclarado se hacía con agua de romero. En Amorebieta-Etxano (B) y Garagarza (G) se cocía romero, erramua, en agua y se lavaban la cabeza con esa decocción. En Berganzo (A) algunos, con idéntica finalidad, tomaban agua de romero.

En Muskiz (B), según los informantes, evitar la seborrea es fundamental para eliminar la calvicie. Recomiendan hacer una dieta no abundante en grasas y sí en cítricos y al lavarse utilizar un jabón que disuelva la grasa del cuero cabelludo. Esta cautela alimentaria de evitar productos grasientos se ha constatado en Berganzo (A) donde se ha recogido de algunos informantes la expresión: “estás calvo porque has comido mucho chorizo”. En Aoiz (N) tratan de impedir la caída del pelo tomando vitaminas, evitando lavarse mucho la cabeza... es decir, atacando las que consideran sus causas. En Oñati (G) después de lavarse la cabeza se daban azufre Beri (que era parecido a la colonia); también en Durango (B) hay constancia de frotar el cuero cabelludo con azufre.

Remedios empíricos

El lavarse la cabeza con agua de ortigas hervidas para que el pelo crezca fuerte y para frenar la calvicie ha sido una práctica muy extendida. Así se ha constatado en Sangüesa (N); Amézaga de Zuya y Apodaca (A) donde dicen que elimina la grasa del pelo. En Orozko (B) se aplicaba el agua de ortigas sola o mezclada con vinagre; en Arrasate y Elgoibar (G) utilizaban además agua de berros, en Oñati (G) se frotaban la cabeza con infusión de ortigas y recurrían también a la infusión de manzanilla o de azeri-buztana (cola de caballo, Equisetum telmateia). En Zerain (G) cocían la yerba denominada kalbo-belarra (Enphorbia peplus) y con dicha agua se lavaban la cabeza y tanto con las hojas como con los tallos abiertos se frotaban el cuero cabelludo. En Lemoiz (B) trataban de impedir la calvicie aplicando agua cocida con cascos de caballo.

En otras ocasiones, se hacían infusiones del tipo de las mencionadas pero para ingerirlas. Así en Viana (N) tomaban caldo de ortigas durante nueve días alternos o se frotaban con hojas de ortigas verdes. También se daban nitrato de plata. En Arrasate (G) recomendaban limpiar la sangre, que según los informantes está en el origen de la calvicie, tomando infusión hecha con la planta denominada cola de caballo.

En Pipaón (A) se daban fricciones en el cuero cabelludo con yodo durante nueve días después de lavarse la cabeza con agua solimada (sublimada). También en Amorebieta (B) y Viana (N) se frotaban con yodo o con alcohol. En Muskiz (B) señalan que en los casos de alopecias, que normalmente vienen producidas por estrés o infecciones de boca, hay que frotar las calvas con ajo o yodo, de esta forma se quema la piel y favorece la salida de pequeños pelos. En Goizueta (N) a las calvas localizadas les denominan erpea y el remedio era untarlas con tintura de yodo que se aplicaba una vez cada tres días hasta obtener la curación. En Mezkiriz (N) se mezclaban jugo de limón y alcohol en la proporción de mitad por mitad y con este líquido se mojaba bien la cabeza tres veces al día.

En Arrasate (G) la alopecia se trata untando en la calva la savia lechosa fresca del tallo de la planta denominada esne-bedarra o celidonia. En Astigarraga (G) se han valido de frotar con el jugo blanco de una planta que sale en otoño cuyo nombre no se recuerda. En Telleriarte (G) anotan que para recuperar el pelo perdido es bueno darse fricciones frecuentes con la savia obtenida de las bolitas de la planta denominada sugarto-bedarra (hierba de culebra). En Allo (N) una informante recuerda que de joven cocía pepitas de membrillo y se aplicaba luego el agua por la cabeza. En Berastegi (G) y Lekunberri (N) para fortalecer el pelo se frotaban con yema de huevo, se dejaba durante un buen rato y después se lavaba la cabeza.

En Arraioz (N) dicen que para fortalecer el pelo es bueno frotarse la cabeza con una cebolla recién cortada. En Astigarraga (G) para que el pelo no se cayera se probó el cultivo de una clase especial de patata que partida por la mitad se pasaba por la cabeza.

Ungüentos

En Murchante (N) se ha constatado un remedio tradicional preparado por un vecino de la localidad de Cintruénigo, que ha estado vigente hasta los años ochenta. Se ponía a calentar aceite de oliva en una sartén y cuando estuviera caliente se echaba un lagarto cualquiera vivo, que se freía al instante. Se dejaba enfriar y con dicho ungüento había que frotar la cabeza a diario. Igual remedio se recogió en la Merindad de Tudela[6] en los años treinta y en nuestras actuales encuestas de Lekunberri y Tiebas (N), localidad esta última donde realizaba esta práctica un vecino de Unciti. En Sangüesa (N) se ha solido aplicar aceite de oliva en la calva.

En Amézaga de Zuya (A), en una sartén se freían grasa de gallina y determinadas hierbas y la mezcla se guardaba, al igual que la cera, en una jícara de barro para ir aplicándola al cabello, según necesidades. En Astigarraga (G), antiguamente, para que en una determinada zona de la cabeza renaciera el cabello decían que era bueno untarse la misma con excremento de gallina[7]; en Azkaine (L) se recogió que para que a un muchacho le creciera la barba debía untarse excremento de gallina en las mejillas y en la barbilla. En Apodaca (A) para que saliera el pelo se daban “moco de limaco”.

En Hondarribia (G) para la infección del cuero cabelludo, según recuerdan unos informantes, el remedio utilizado era darse diariamente petróleo Gal. En épocas pasadas la gente se lavaba el pelo menos que hoy día y algunas personas, para mantenerlo brillante, se echaban a diario un poco de petróleo en la cabellera. También en Murchante y en San Martín de Unx (N) se ha recogido la creencia de que si se frotaban la cabeza con petróleo no perdían pelo.

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Es común el dato de que la caída de cabello motivada por enfermedad o por efecto de la radiación y la quimioterapia brota de nuevo al sanar o al cesar el tratamiento. En Beasain (G), Obanos, Tiebas (N) señalan que cuando se ha caído el cabello por haber padecido tifus, el pelo nuevo sale rizado aunque a la larga se alisa.

Hoy día se ha generalizado la ingestión de vitaminas, que se adquieren en farmacias, para fortalecer el pelo; se recurre a toda clase de lociones, ungüentos, cremas y productos para evitar o frenar la calvicie. Últimamente, aunque cuestan mucho dinero, también se realizan injertos e implantes capilares.


 
  1. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, pp. 163-164 y 439.
  2. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 164.
  3. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, pp. 53 y 80.
  4. APD. Cuad. 1, ficha 81.
  5. Recogido por Eulogio GOROSTIAGA: LEF. (ADEL).
  6. Pedro ARELLANO. “Folklore de la Merindad de Tudela” in Anuario de Eusko-Folklore. Tomo XIII. Vitoria: 1933, p. 204. Pocos años más tarde se confirmó el uso que se hacía en Navarra del aceite en que se había frito lagarto como regenerador del cabello. Vide José Mª IRIBARREN, Retablo de curiosidades: zambullida en el alma popular. Zaragoza: 1940, p. 70.
  7. Excremento de paloma se ha usado en los años cuarenta en Navarra como ungüento con el que se restregaban el cogote para evitar la calvicie. Vide osé Mª IRIBARREN, Retablo de curiosidades: zambullida en el alma popular. Zaragoza: 1940, p. 70.