Remedios para las enfermedades de los nervios

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Las enfermedades de los nervios han constituido motivo de preocupación en cuanto que mortifican a la persona que las padece. Sin embargo, se admite que no son lo suficientemente graves como para causar males mayores al que las sufre e incluso los hay que consideran que, al menos en algunos casos, se trata de ñoñerías. Aun así también se dice que si no se intenta controlarlas pueden acabar degenerando en una locura.

Una de las infusiones más ampliamente utilizadas para calmar los estados nerviosos es la de tila.

En Carranza (B) la práctica tradicional más extendida se basa en el uso de la tila; antaño directamente las flores secas, actualmente las preparaciones comerciales que se sirven en sobrecillos. En Apellániz (A) para las personas nerviosas se considera muy buena la tisana hecha con hojas y flores de tilo. En Amorebieta-Etxano (B) se tomaba infusión de flor de tila, en Ataun (G) ezki-lora, y en Moreda (A) de menta o de tila. En Arberatze-Zilhekoa (BN) la tila, que se considera calmante, se tomaba también en forma de baño cuando se estaba muy nervioso; a los niños, por ejemplo, se les ponía en la bañera agua con infusión de tila.

En Zerain (G) las personas que estaban nerviosas y tenían por ello mal sueño, tomaban tila antes de acostarse. Antaño también una copita de agua de azahar e igualmente café con un poco de anís. Contra el nerviosismo y la tristeza solían recoger las flores de la borraja y prepararlas como hoy en día la manzanilla.

En la Ribera Oriental de Navarra para las alteraciones nerviosas se prepara una infusión a base de malvavisco, melisa y menta[1]. En Murchante (N) para calmar los nervios muchos suelen tomar infusiones de valeriana, malvavisco (Althaea officinalis) o hinojo.

En Garagarza (G) se utilizaba la angélica, serbilleta-bedarra, para los estados nerviosos y se consideraba que ayudaba a dormir. Se tomaba en infusión una tacita al ir a acostarse.

En Bermeo (B) para calmar los nervios se considera un excelente remedio las infusiones de romero, erromeroa. Se conoce también otro tipo de planta medicinal muy parecida a la que en castellano se llama cola de caballo, luki-bedarra, lukien buztena o lukien bedarra, que crece en lugares incultos y húmedos cuya infusión calma también la tensión nerviosa. Algún informante recomienda además las infusiones de celidonia.

En Vasconia continental aseguraban que las enfermedades nerviosas tales como la depresión o la neurastenia mejoraban gracias a un tónico que se conseguía con la hoja fresca del fresno, lizarra, que se daba a beber al enfermo una vez hervida. Seguidamente se debía acostar sin quitarse los calcetines[2].

Iribarren recogió que contra las convulsiones y las dolencias nerviosas no había receta más eficaz que colgarse del cuello un saquito que contuviese patas de sapo secas. El sapo había de ser de pozo[3].

En Mendiola (A) en caso de dolencias nerviosas se recurre a baños en el mar. En Bermeo (B) también se consideran un excelente remedio terapéutico para tratar los nervios. Los que acudían a principios de siglo a la localidad con este fin se bañaban un número impar de días, generalmente cinco, siete o nueve.

En Arberatze-Zilhekoa (BN) para calmar a los niños se les introducía en un barreño con agua que el sol hubiera calentado naturalmente. Se obraba así con los niños nerviosos de cinco o seis años de edad y el baño se les daba al comienzo de la tarde o al anochecer. El crío chapoteaba en esa agua y se dormía mucho más rápido. Era preciso que fuese calentada por el sol y no al fuego.

En Carranza (B) a los que “estaban de los nervios” se les recomendaba que fuesen a la orilla de un río y se entretuviesen viendo correr el agua.

Para el tratamiento del temblor de manos, eskuko ikarea, en Ataun (G) se empleaban cocimientos de cebada y hojas de fresno.

En Liginaga (Z) para curar inquietudes interiores, disgustos, intranquilidad, etc., que procedían de haberse indispuesto o reñido con alguno, o de otra causa, el afectado debía lanzar lejos de sí algunas prendas que llevaba vestidas diciendo al mismo tiempo: “Abil ene gaitz oki” (Vete con esta mi enfermedad).


 
  1. La acción sedante se debe a la melisa (Melisa officinalis) mientras que la menta y el malvavisco actuarían como antiespasmódicos. Vide Margarita FERNÁNDEZ. Las plantas en la medicina popular: Navarra húmeda del noroeste. Pamplona: 1981, p. 41.
  2. DIEUDONNÉ. “Médecine populaire au Pays Basque” in Gure Herria, XXVI (1954) p. 201.
  3. José M.ª IRIBARREN. Retablo de curiosidades: zambullida en el alma popular. Zaragoza: 1940, p. 73.