Remedios para los males de garganta

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Además de para el catarro de garganta, las encuestas han aportado numerosos remedios para las anginas.

Ceniza, salvado, sal

Ha estado extendida la costumbre de aplicar calor a la garganta o al pecho, según se tratara de catarro de garganta o de pecho, introduciendo ceniza, salvado, sal o productos similares bien calientes en un saquito, zakuto le llaman en Izurdiaga (N), o calcetín que se colocaba alrededor del cuello al acostarse para que quitara o aliviara, goxatu, el dolor.

La utilización de ceniza caliente se ha constatado en Agurain (A); Carranza (B); Astigarraga, Elosua (G); Améscoa, Arraioz, Izurdiaga, San Martín de Unx (N) y Sara (L); en Ataun (G) llaman a esta ceniza auts gordiña. El empleo de ceniza de leña y salvado, ogi-zaia, bien caliente, para males de garganta y también para las anginas, se ha registrado en Zerain y Bidegoian (G).

De la aplicación al cuello de una media que contuviera salvado caliente para quitar las anginas hay constancia desde principio del s. XX en el Valle de Arratia (B)[1]. En nuestras encuestas se ha registrado el uso de salvado de trigo, zaia, caliente para los males de garganta: Apodaca, Moreda, Ribera Alta, Vitoria (A); Bedarona, Bermeo (B); Ataun, Beasain, Oñati (G); Améscoa, Izurdiaga, Viana (N) (contra las anginas) y Sara (L). En Berastegi (G) al emplasto hecho con salvado calentado en la sartén para luego introducirlo en un saquito de hilo le llaman zai larria. En Allo[2], Aoiz, Lekunberri, Lezaun y Tiebas (N) se han servido de menudillos / menudiloa o cáscaras de trigo calientes metidos en un zacuto o saco que se colocaba en la garganta atado con un pañuelo previamente calentado; convenía que saco y pañuelo fueran de tela de hilo o de algodón. Remoyuelo de harina de trigo han usado en Agurain, Apodaca y Berganzo (A); salvado con sal en Amézaga de Zuya (A) y Carranza (B); salvado cocido en vinagre al que después se añadía mostaza espolvoreada en Murchante (N) para las anginas, y soma cocida con vino en Lemoiz (B). Emplastos de avena, ilarrondokoa (Arum italicum) en Hondarribia (G) y cataplasmas de harina tostada y fomentos calientes en San Martín de Unx (N).

El uso de sal tostada para quitarle humedad se ha registrado en Bajauri, Ribera Alta (A); Astigarraga, Oñati (G); Izurdiaga, San Martín de Unx (N); Bedarona, Bermeo, Busturia, Muskiz y Carranza (B) localidad esta donde se dice que la bondad del remedio radica en que “come la sangre” y así desaparece el dolor.

La utilización de arena caliente se ha constatado en Apodaca, Ribera Alta (A); Bedarona (B); Oñati (G) e Izurdiaga (N). Mostaza o arcilla calentadas hasta ponerlas doradas en Apodaca. Arcilla caliente o cataplasma de patatas se empleaba en Valdegovía (A). Al emplasto de barro se ha recurrido en Arrasate (G). En el Valle de Erro (N) se calentaba excremento de vaca con manteca y puesto en un paño se colocaba en el cuello.

Emplastos

En Arrasate para curar el catarro se ponían emplastos de cebolla con miel; en Sangüesa (N) aplicaban cebolla cocida bien caliente a la garganta y además ponían también cebolla cruda cerca de la cama para aspirar su aroma. En Lekunberri (N) se aplicaba a la garganta cataplasma hecha con llantén (Plantago major) y en Izurdiaga (N) hasta los años treinta del s. XX aceite de oliva caliente con manzanilla envuelto con un pañuelo de lana, a una con eso había que tomar miel en ayunas. En Hondarribia (G) para curar las anginas se ponían en la garganta un emplasto elaborado con perejil (Petroselinum crispum); en Bozate (N) se ha constatado que se preparaba una mezcla de perejil, lechuga y sal, todo frito con manteca blanca y se lo aplicaban a la garganta a modo de cataplasma[3].

En Barkoxe (Z) para quitar las anginas, eskürantza, se hacía cocer en aceite nido de golondrinas, ainhara habia, y como emplasto se ponía en la garganta[4]. En Navarra, en los años cuarenta, para curar los catarros rebeldes abrían un pichón vivo y aplicaban sobre el pecho las entrañas calientes del animal, manteniéndolas por espacio de una hora, porque creían que absorbía el mal[5].

Lana de oveja, artilana

En Amézaga de Zuya, Apodaca (A); Elgoibar, Zerain (G); Tudela e Izal (N) para los males de garganta se colocaba lana sucia de oveja, ardi-ilea o artilana, en la garganta porque dicen que la grasa que contiene es eficaz contra catarros y anginas. En Izal precisan que la lana debía ser de la parte de la cola del animal y se utilizaba introducida en una media. Con carácter general se indica que si no se dispone de lana, sirve ajustarse a la garganta una prenda de lana bien caliente. En Zerain se señala incluso la bondad de colocarse al cuello un calcetín de lana recién quitado para que el sudor acumulado elimine la mala sangre, odol txarra jan egin daien; el mismo dato se ha recogido en Pipaón (A) y en el Valle de Erro (N).

En Barkoxe (Z), Azkue registró a principios del s. XX un remedio creencial, según el cual poniendo en el cuello la media del pie izquierdo se curaba el dolor de garganta, tzüntzürra y el de laringe, eztarria[6].

Paño con alcohol

Contra el dolor de garganta ha estado y está extendida la costumbre de ponerse alrededor del cuello al acostarse un pañuelo empapado en alcohol (Apodaca-A; Nabarniz-B; Bidegoian-G; Sangüesa-N). En Obanos y Allo (N) dicen que es bueno simplemente anudarse un pañuelo al cuello que dé calor y para dormir, en su lugar, un calcetín. En Allo y Viana (N), contra las anginas, se daban en la garganta toques de alcohol yodado. En Ataun (G) recogió Arin una costumbre distinta consistente en atar al cuello un pañuelo mojado en agua fría, que lo renovaban a menudo.

En Carranza (B) se humedece con alcohol un trozo de algodón, se introduce en el horno de la cocina económica sobre un papel para que se humedezca y después se aplica sobre la garganta del enfermo sujetándolo con una bufanda o un trapo. Hay quienes calientan previamente el algodón y después lo empapan en alcohol para que así no se evapore en el horno, pero entonces el algodón se enfría antes de llevarlo al cuello.

En Elgoibar (G) se ponen unas diez ramitas de perejil en un pañuelo sobre el que, tras doblarlo, se pasa una botella para machacar la planta, se impregna con alcohol y se ata al cuello por las noches hasta que se pase el mal.

Cáñamo. Fuente: Dioscórides. Pedacio Dioscórides Anazarbeo, acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos: edición de 1566. Madrid: Fundación de Ciencias de la Salud, 1999.

En Izal (N) se ponía alrededor del cuello cáñamo mojado previamente en agua bien caliente con sal y vinagre. En la sierra de Gorbea (A, B), para la faringitis, los pastores se aplicaban paños con petróleo, vinagre y alcohol[7].

Frotarse la garganta

En Agurain, Apellániz, Apodaca (A) y la Montaña Alavesa[8] dicen que contra las anginas es bueno al levantarse, estando en ayunas, frotarse la garganta con la propia saliva; en Agurain precisan que siempre ha de hacerse de arriba para abajo. En Amézaga de Zuya (A) se curan las anginas con masajes en la garganta. Otro remedio, recogido en Ozaeta (A), consiste en darse masajes con el dedo pulgar en la muñeca izquierda si duele el lado izquierdo de la garganta y a la inversa. Los masajes se dan durante un par de minutos cuatro veces al día, al levantarse, a media mañana, al mediodía y antes de acostarse. En Olondriz (Elizondo-N), según registró el P. Donostia a principios del s. XX, para quitar las anginas se frotaba la muñeca con los dedos pulgar e índice[9].

Modernamente también se ha constatado que para curar las anginas los masajista-naturistas suelen dar masajes en brazos y muñecas (Oñati-G).

Hacer gárgaras, gargaizatu

En las encuestas, con carácter general, se ha constatado que hacer gárgaras, gargaizatu, se considera uno de los mejores remedios para los males de garganta. Se echa sal abundante en el agua, algunos añaden limón o vinagre, se deja hervir un rato y cuando está templada se hacen las gárgaras. En Moreda (A) anotan que el hacer gárgaras de vinagre sirve de ayuda para expulsar flemas pero irrita la garganta.

También ha habido costumbre de hacer gárgaras con agua mezclada con otros elementos. Así en Obanos (N), antaño, se hacían de agua templada y bicarbonato “para desinfectar”; en Mezkiriz (N) de vinagre, ozpina, o bicarbonato; en Zerain (G) de agua oxigenada o de vino blanco; en Valdegovía (A), Bidegoian, Ataun (G) y Obanos (N) de agua hervida con zumo de limón y miel. En Nabarniz (B) usaban una infusión caliente de manzanilla y limón que, según los informantes, ayuda a expulsar las pequeñas flemas, izpillak y en Aoiz (N) la infusión era de tomillo, con miel y zumo de limón.

En Bermeo (B) los gargarismos se hacían con infusión de malva, mamukio-bedarra; en Amorebieta-Etxano (B) con el agua de la decocción de hojas de laurel; en Zerain (G) con llantén, gargarga-belarrak; en Iturrioz (G) con agua de anjina-belarra; en Astigarraga y Ordizia (G) con el agua de la decocción de plantina-belarra y en Allo (N) se hacían al acostarse con la decocción de plantainas. En Murchante (N) para las anginas con infusión de hojas de bardal, es decir de las hojas de la zarzamora (Rubus) y para la faringitis con infusión de ortigas blancas, que nacen a orillas del río. En Liginaga (Z) con el agua de la decocción de nahar-ostoa, hoja de zarza.

En Zeanuri (B) recogió Azkue a principios del s. XX un remedio completo para curar las anginas, samako mina: se cocían yerbas de pastizal, larra-bedarrak, cuya agua, una vez enfriada, se consideraba buena para ablandar el interior; para suavizar la boca se tomaba jugo de limón endulzado con azúcar (más antiguamente con cebada), se bebían unas cuatro tazas de agua de ortigas y después se hacían gárgaras con agua de malvavisco, mamukioa, miel y vinagre[10].

Inhalaciones de vahos, lurrinak

En Elosua y Zerain (G) recuerdan que en tiempos pasados se han solido hacer vahos de leche hervida o de vino tinto donde se echaba una piedra caliza, karaitza, caliente. En Elosua incluso se ha inhalado el vapor producido por el aceite derramado sobre brasas colocadas en una superficie plana. Barandiaran había constatado ya antiguamente en Zaldibia (G) esta práctica de calentar el agua y producir vapor cuando había que dar vahos o sahumerios a un enfermo, introduciendo en el líquido piedras calentadas al fuego, esne-arriak, de la misma forma que lo hacían los antiguos pastores vascos para cocer la leche[11].

Mamukioa, malva silvestre. Fuente: Seminario Alavés de Etnografía: Gerardo López de Guereñu Iholdi.

Se han tomado vahos de flores de malva (Malva sylvestris) en Bernedo (A) para los males de garganta como catarros y anginas; en Allo y Viana (N) para la bronquitis; también en la sierra de Gorbea (A, B) donde los pastores llaman a la malva mamokioa; en Busturia (B) se expandía el vaho en la habitación del acatarrado. Se han hecho vahos de manzanilla y de malvavisco en Orozko (B) y de manzanilla y hierbabuena en Sangüesa (N). En Bernedo (A); Elosua, Zerain y Bidegoian (G) para descongestionar la garganta se inhalaba el vapor de la decocción de las flores (rosas) del ramo que se bendice en la festividad de San Juan.

En Bidegoian y Zerain para las inflamaciones de garganta se hacían vahos, lurriñak, de hierbas como la celedonia, flores de saúco (Anagallis arvensis) y hojas de nogal. Se han tomado vahos de sabuco (Sambucus nigra) también en Bernedo (A). En Aoiz (N) se ponía el cuello al calor que se desprende al quemar hojas de saúco y en Améscoa (N) para bajar la hinchazón se aplicaban vapores de saúco y hojas de lampazo, lapa. En Aoiz anotan que los vahos de saúco no se realizan con el vapor de agua sino que se trata de aspirar el humo que se desprende de quemar la flor del saúco. Dicen que sirve para aliviar el dolor de garganta, disminuir la inflamación y evitar la irritación y hasta mediados del s. XX era el remedio más utilizado en esta localidad para los problemas de garganta. En Eugi (N) se han hecho vahos incluso sólo de agua hirviendo. Señalan los informantes que se pensaba que el calor, en sus distintas formas de aplicación, era el mejor y el único remedio en este tipo de enfermedades.

Vino cocido, ardo egosia

Para curar catarros y bronquitis, un remedio muy antiguo consiste en tomar vino cocido, ardo egosia, caliente, al que en ocasiones se agregaba manteca, miel, limón o canela, flameándolo para quemar el alcohol y añadiéndole a menudo azúcar. Se ha constatado su uso además de en Bermeo (B) donde le llaman ardau beroa y en Donibane-Lohitzune (L) arno bero irakitua, en Agurain, Amézaga de Zuya, Apellániz, Olaeta, Peñacerrada (A); Encartaciones[12] (B); Astigarraga, Ataun, Berastegi, Bidegoian, Elosua, Zerain (G); Allo, Aoiz, Lekunberri, Lezaun, Murchante hasta el decenio de los setenta, San Martín de Unx, Sangüesa, Valle de Erro (N); Arberatze-Zilhekoa (BN) donde algunos le añadían una yema de huevo y Goizueta (N) donde le agregaban ajos al cocer. Algunos informantes señalan que es malo de tomar porque tiene un sabor desagradable (Elosua-G; Murchante-N).

En Améscoa (N) se cocía el vino en un puchero, se tostaban unos zacurros de pan y se mezclaba el pan con el vino para tomarlo y en Abadiano (B) antaño había quienes para prevenir el catarro desayunaban vino caliente con sopas de pan y azúcar, algunos lo tomaban a diario.

En Arrankudiaga (B), según se recogió a comienzos del s. XX, para curar un catarro fuerte se usaba la mezcla de agua y vino cocidos con bastante cantidad de azúcar o si no también la mezcla de leche y agua a iguales proporciones, también cocida[13].

En el Valle de Carranza (B) un preparado que se consideraba muy eficaz para acortar el catarro se obtenía cociendo en vino varios higos pasos, se añadía azúcar y se dejaba que la mezcla hirviese largo rato hasta que mermase y se volviese densa. Se preparaba en pequeñas cantidades y se tomaba de una vez. En Elgoibar (G) se hervía vino con higos, pikuak, y se tomaba caliente; en Viana (N) tomaban higos cocidos y en Moreda (A) infusión de ramas de romero, hervidas con higos y vino.

En Ribera Alta (A) se hacía hervir vino, manzanas, higos secos y una cucharada de manteca de cerdo. Se le prendía fuego para que se quemara el alcohol del vino y se bebía bien caliente; en Moreda se preparaba arrope que se obtenía de cocer o hervir un cuartillo de vino al que se añadían higos secos, canela, azúcar, nueces o membrillo. En Agurain (A) se elaboraba un preparado poniendo en un recipiente mitad de agua y mitad de vino y se le agregaba flor de malva (Malva sylvestris), malvavisco (Althaea officinalis), higos (Ficus carica) y ciruelas pasas (Prunus domestica) y se cocía durante diez minutos. Se tomaba al acostarse.

Con respecto a las propiedades curativas del vino, se conocen incluso refranes del tipo “Al catarro, con el jarro” y “Más vale vino maldito que agua bendita” (Amézaga de Zuya, Lagrán-A) o “Para curar el catarro, / guindillas y buen jarro” (Apellániz, Arluzea y Markinez-A).

Infusiones

En Busturia, Carranza (B); Astigarraga, Elosua y Hondarribia (G) se ha recogido que tomar infusión de ortigas cocidas o agua de ortigas, osin-ura, es bueno para combatir el catarro. En Bernedo, Moreda, Apellániz (A); Oiartzun, Oñati (G) y Arraioz (N) precisan que la tisana se elaboraba con raíces de ortigas, que en Oiartzun llaman osina-zainak. En Bajauri se utilizaba la planta de ortiga entera y se hacía una cura de nueve días seguidos.

El preparado obtenido de cocer la carrasquilla o aladierno (Rhamnus alaternus), tomado en ayunas, y también al acostarse, durante el tiempo necesario, en Aia[14] (G) precisaban que dos días seguidos, se ha considerado eficaz para distintos males de garganta. En Améscoa (N); Carranza (B); Elgoibar, Elosua (G); Olaeta y Cripán (A) para tratar los dolores de garganta, catarros y anginas. En Améscoa dicen que adelgaza la sangre; en Carranza que “la come” y en la Montaña navarra[15] que “la ataja”. En Olaeta también se bebía agua de hollín de la chimenea, kedar ura[16].

En Arraioz (N) para las anginas o infecciones de garganta, zintzurreko minak, se toman infusiones de muraje, zorne-belarra. Se pone a hervir un poco de agua y cuando alcanza el punto de ebullición se echan dos o tres ramitas de muraje y se deja cocer durante unos cinco minutos. Se cuela y se toma en ayunas. En Liginaga (Z) para curar el catarro y la coriza se tomaba tisana caliente de tilo y para los males de garganta de meliza, toronjil.

En Amézaga de Zuya (A) se bebía el líquido de la decocción de saúco y en Lagrán[17] (A) se hacía tisana con flor de sabuco que se había llevado a bendecir en la mañana de San Juan. En Zerain (G) contra el catarro se toma infusión de la decocción de flores de saúco, intsusa; se ingiere templada, tres veces diarias.

En Orozko (B) los catarros se aliviaban con infusión de las hojas secas de la planta denominada katarro-bedarra[18], conocida también como plumonar (Pulmonaria longifolia). Las hojas se recogen en primavera y aunque puede hacerse también con hojas verdes, queda muy agria. También se utiliza otra planta llamada plumoi-bedarra[19]. En Carranza (B) contra el catarro se ha usado la planta llamada “de la pulmonía”[20] que se tomaba hervida y edulcorada con miel o con azúcar. Hay quienes la denominan sangrinaria y dicen que es buena en infusión también para “cuando hay mucha sangre”. La utilización de infusión de hojas de pulmonaria bien lavadas para curar el catarro se ha constatado también en Trapagaran (B).

En Munduate (G) la infusión para curar el mal de garganta se hacía con la planta llamada eztarri-belarra, que tiene una flor fina y roja, y en Ataun (G) con la decocción de la planta erle-belarra de la que había que hacer dos o tres tomas. En Larraun (N), a principios del s. XX, para quitar el catarro se tomaba infusión de hoja de cardencha, astapaloa[21].

En Sara (L) para el catarro se tomaba infusión de semillas de yerbas (avena, olo-belarra, y demás que entran a formar el heno de los campos) y en Sangüesa (N) para los males de garganta se ha recurrido a la infusión de avena.

En Aoiz, Murchante (N) y Hondarribia (G) como remedio para la irritación y dolores de garganta y la amigdalitis se toma infusión de tomillo que se prepara de la siguiente forma: se pone en agua hirviendo un pellizco de tomillo, se deja hervir unos tres minutos, se retira del fuego y se deja enfriar. Se cuela y se añade una cucharada de miel y el zumo de un limón. Se toma templado.

En Hondarribia contra el catarro es muy bueno tomar al levantarse por la mañana, en ayunas, una infusión de la planta denominada ardi-mingaña, valeriana, (Asplenium scolopendrium) con leche hirviendo. En Aia (G) se cocían unas yerbas llamadas iri mingaiñ-belarrak o lengua de buey y se tomaba un vaso de esa decocción dos días seguidos[22].

En Lekunberri (N) y Amézaga de Zuya (A) se ingería la infusión hecha con llantén (Plantago major), utilizando tanto la simiente como la hoja. En Amézaga de Zuya se bebía el líquido del espino blanco o peruquillo de San Juan hervido; cocimiento de la raíz de espino albar también en Zarautz[23] (G). En Amézaga de Zuya se ha acostumbrado también tomar el líquido que se forma en las partes agujereadas de una patata dentro de las cuales se ha introducido azúcar. Se dejaba al sereno una noche y la operación se repetía durante varios días.

En Carranza (B) para curar los catarros se ha solido emplear el helecho llamado doradilla (Asplenium ceterach)[24]. Se cogen unas cuantas frondes, se cuecen en agua y el líquido resultante se bebe edulcorado con un poco de azúcar.

Doradilla. Fuente: Dioscórides. Pedacio Dioscórides Anazarbeo, acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos: edición de 1566. Madrid: Fundación de Ciencias de la Salud, 1999.

En Zerain (G) se ha constatado que también es bueno hacer infusión de hierbabuena, menda fiña, y se toma una taza tres veces por día hasta curarse; es recomendable asimismo la infusión de brezo blanco, illar-zuria. En Obecuri (A) usaban tisana de plantaina (Plantago major); en Viana (N) de grama y en Pipaón y Moreda (A) de té y tila.

En Elgoibar, Elosua (G) y Allo (N) dicen que como remedio contra el catarro se ha tomado leche de burra, muy abundante en los años cuarenta y cincuenta, que se traía de los caseríos cuando las burras estaban criando. Había que tomar un vaso en ayunas durante nueve días.

Jugos y remedios diversos

En Mendiola (A) aconsejan beber muchos zumos, agua y líquidos en general para que no se seque la garganta. En Beasain (G) anotan que antaño no se dejaba beber agua fresca, cuando hoy al contrario se recomienda ingerirla en gran cantidad. En Aoiz (N) recomiendan tomar zumo de naranjas por el aporte vitamínico, y zumo de limón y vinagre porque limpian y desinfectan la garganta. También en Murchante (N) se sigue creyendo que comer naranjas es un remedio contra el catarro.

En Larraun (N) y Amezketa (G), según se recogió a principios del s. XX, el remedio para la angina, ornua, era comer piel de culebra muy desmenuzada, mezclada con salvado, zaia[25].

En Elosua (G) para curar el catarro y el dolor de garganta se ponía en una olla un puerro y se hacía caldo y en el mismo recipiente se cocía un huevo y se comía todo ello. En Arraioz (N) para el dolor de garganta algunos mastican dos dientes de ajo y después se toman un vaso de agua.

En Astigarraga y Bidegoian (G) consideran indicado tomar baños de sal marina, gatzura, como remedio de los catarros. En Pipaón (A) dicen que la carraspera de garganta se cura lavando los pies con ceniza y vinagre.

Salvia. Fuente: Archivo particular Familia de Iñaki Zorrakin Altube.

En Améscoa (N), había quienes para curar el catarro fumaban hojas de salvia (Salvia lavandulifolia). En Lezaun (N) señalan que en los casos de anginas fuertes se les metía una vela por la boca para reventar las ampollas.


 
  1. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 254.
  2. Ricardo ROS GALBETE. “Apuntes etnográficos y folklóricos de Allo (II)” in Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra. Tomo VIII. Pamplona: 1976, p. 458.
  3. Mª del Carmen AGUIRRE. Los agotes. Pamplona: 1978, p. 222.
  4. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 254.
  5. José Mª IRIBARREN, Retablo de curiosidades: zambullida en el alma popular. Zaragoza: 1940, p. 70.
  6. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 259.
  7. Andoni REKAGORRI. “Medicina en la comunidad pastoril de la Sierra de Gorbea” in Etniker Bizkaia. Núm. 5-6 (1992) p. 80.
  8. Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “Folklore de la Montaña Alavesa” in AEF, XX (1963-1964) p. 27.
  9. APD. Cuad. 3, ficha 353.
  10. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 254.
  11. José Miguel de BARANDIARAN. “Paralelo entre lo prehistórico y lo actual en el País Vasco” in OO. CC. Tomo X. Bilbao: 1976, p. 524.
  12. Recogido por Marcos MAGUNAGOIKOETXEA: LEF. (ADEL).
  13. Recogido por Francisco de SALAZAR: LEF. (ADEL).
  14. Juan GARMENDIA LARRAÑAGA. Villa guipuzcoana de Aia: la huella humana en los barrios de Altzola y Laurgain. Donostia-San Sebastián: 1991, pp. 81-82.
  15. José Mª IRIBARREN, Retablo de curiosidades: zambullida en el alma popular. Zaragoza: 1940, p. 72.
  16. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 249.
  17. Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “La medicina popular en Álava” in Homenaje a D. Joaquín Mendizabal Gortazar. San Sebastián: Museo de San Telmo, 1956, p. 257.
  18. La planta katarro-bedarra tiene hojas alargadas, tacto áspero y color verde oscuro con manchas blancas en el envés, que es su principal característica. Dicen los informantes que las manchas eran las flemas.
  19. Plumoi-bedarra cuenta con hojas muy pequeñas que amarillean al madurar y unas bolitas de olor intenso.
  20. Esta especie, que se describe como rastrera y de hoja “menudita”, era igualmente apropiada cuando se tenían “puntos de pulmonía”, es decir, un principio de pulmonía.
  21. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 249.
  22. Juan GARMENDIA LARRAÑAGA. Villa guipuzcoana de Aia: la huella humana en los barrios de Altzola y Laurgain. Donostia-San Sebastián: 1991, p. 82.
  23. Juan IRURETAGOYENA. “Medicina popular. Zarauz. Aya. Remedios Supersticiosos” in Anuario de Eusko-Folklore. Tomo I. Vitoria: 1921, p. 119.
  24. Algunos carranzanos lo conocen por el nombre de sardina o sardineta por recordarles la raspa de este pescado cuando de niños jugaban “a morar”, es decir, “a cocinitas”.
  25. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 254.