Cambios

Remedios y cautelas

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En Agurain, Berganzo, Moreda (A); Abadiano, Nabarniz (B); Astigarraga, Bidegoian, Oñati, Zerain (G); Izurdiaga (N) y Arberatze-Zilhekoa (BN) se ha recogido que el tísico comía con vajilla aparte y la persona encargada de atenderle le dejaba su comida al pie de la puerta de su habitación. Quien le cuidaba era un adulto ya que se creía que los jóvenes eran más propensos a contraer la enfermedad. La ropa se lavaba separada de la de los demás miembros de la familia. En Zerain anotan que se colocaba sobre el fuego un recipiente con agua y hojas de laurel y se mantenía así durante muchas horas para que el olor impregnara toda la casa. Se traían de la farmacia unos polvos que se quemaban en un recipiente con brasa puesto en la habitación, que actuaban como desinfectante. En las localidades mencionadas hay constancia de que si el desenlace era fatal, se quemaba toda la ropa del enfermo, se desinfectaba su habitación con alcohol y azufre quemado en unos platos y luego se encalaba. En ocasiones se blanq ueaba toda la casa con cal viva.
=== Sanatorios antituberculosos ===
En Apodaca, Amézaga de Zuya, Berganzo, Mendiola, Pipaón (A); Beasain, Telleriarte, Zerain (G); Allo, Eugi, Obanos y San Martín de Unx (N) se ha constatado que ante un caso de tisis que se presentara en casa lo que convenía era aislar al enfermo y procurar que tomara aire sano.
 
[[File:5.86 Vacunacion antituberculosa. (Dr. Ferrand).jpg|center|600px|Vacunación antituberculosa. (Dr. Ferrand). Fuente: Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz: C. Yanguas.]]
En Amézaga de Zuya precisan que la enfermedad tenía la consideración de peligrosa lo que obligaba a quien la padecía a trasladarse a un lugar más seco y caluroso. Otro tanto señalan en Carranza y Muskiz (B) donde dicen que las personas con posibilidades económicas se desplazaban a tierras de clima seco. En Orozko (B), Goizueta y Obanos (N) se ha recogido que el sol y el clima seco eran buenos y favorecían la curación; y en Goizueta y Aoiz (N) que era del todo recomendable evitar el frío y los lugares húmedos y poco aireados.
En Bizkaia se ha solido enviar a los tísicos al sanatorio antituberculoso de Santa Marina en Bilbao. En Orozko (B) se ha recogido que los enfermos permanecían en general en casa y eran las familias de mayor poder económico las que llevaban a sus enfermos a los sanatorios, bien al citado de Santa Marina o al de Leza en La Rioja que gozó de gran predicamento. En Durango (B) el propio hospital de la localidad contaba con una sala para infecciosos y se acudía también a los mencionados de Santa Marina y de Leza.
 
[[File:5.87 Sanatorio antituberculoso de Leza (A).jpg|center|600px|Sanatorio antituberculoso de Leza (A). Fuente: Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz: C. Yanguas.]]
En la encuesta de Orozko (B) se ha aportado el dato de que hubo un tiempo en que se pensó que el aire de montaña era bueno para combatir la enfermedad y en la campa de Arraba del cercano monte Gorbea se llegó a construir a finales del siglo XIX un sanatorio que tuvo muy poca vida debido a la niebla, humedad, mal acceso y escaso éxito. Se decía en esta localidad que los enfermos internados allí se morían todos.
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