Remolacha azucarera

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En este caso se constata la evolución que ha experimentado su cultivo desde los antiguos procedimientos manuales al uso de moderna maquinaria.

En Treviño (A) se sembraba remolacha azucarera tanto para la producción de bulbos destinados a la extracción de azúcar como de planta productora de semilla. Recogemos aquí el cultivo para semilla a pesar de haber tratado en un capítulo anterior la obtención de semillas porque en este caso era un proceso de tipo más intensivo.

La remolacha para semilla la sembraban en semilleros de uno por dos metros, bien lisos, o bien con tierra a dos aguas que llamaban caballones, y a veces para unos cuantos vecinos. La semilla la proporcionaba la Azucarera Leopoldo, de Miranda de Ebro, o la Azucarera Alavesa, dependiendo de con quién tuviesen el contrato. Ellos mandaban sus inspectores ya que no se podía sembrar sin que diesen el visto bueno. Se ponía en los meses de abril o mayo y la dejaban hasta el año siguiente. Llegada la primavera arrancaban las plantas, les cortaban con un hacha un poco de la punta, las llevaban al carro en cestos y de allí a las piezas, donde tenían ya preparada la tierra maquinada y rastreada. Con un marcador trazaban los surcos, una persona con un cesto lleno de plantones los iba dejando caer en el surco y los demás los iban cubriendo de tierra con un zarcillo como a un pie de distancia unos y otros.

En el mes de junio se pasaba el cultivador con una caballería, con la reja de acollar. En este mes florecían tras crecer un metro o más y en verano maduraban. Cuando ya estaban bien maduras las sacaban, las dejaban en montones y cuando estaban secas las trillaban con el trillo tirado por yeguas. Después apartaban las ramas, las ponían en un montón al lado de la aventadora y mientras una persona las iba echando a la máquina, otra le daba vueltas a la manilla. El grano o simiente obtenido se echaba en la media fanega y de allí se pasaba a los sacos, que los proporcionaba la Azucarera con su anagrama.

Cuando tenían la cosecha envasada, la Azucarera mandaba un camión para recoger los sacos de toda la zona y en dos o tres viajes los llevaba. Antes de cargarlos se pesaban y cada uno anotaba su peso para luego poder cobrarlos. Los sacos abultaban mucho pero pesaban poco.

En varios pueblos de los alrededores de Treviño también se sembraba remolacha pero hace ya muchos años que se abandonó. En la década de 1980 intentaron introducirla otra vez; compraron máquinas automáticas para plantarlas y cosecharlas, pero al parecer ni la variedad ni el precio dieron resultado.

La siembra y cuidados de la remolacha azucarera son los mismos que para la planta de semilla, descritos antes.

Por el Pilar (12 de octubre) empezaban a arrancarlas (hoy día se sigue haciendo igual). Antes las sacaban a mano. Una o dos personas las extraían con el chuzo. El chuzo era como un arpa pero de solo dos púas y más estrecha, de la medida de la remolacha. Otros, por detrás, las iban recogiendo y con una hoz las desmochaban, quitaban hojas y raíz, y las limpiaban de tierra, luego las ponían en montones en la pieza. Para realizar esta operación se colocaban un saco de yute doblado y atado a la cintura con una cuerda de atadora para protegerse del agua de las hojas y del barro.

Cuando terminaban de sacar las remolachas de la pieza a cestos, las cargaban en un carro y de allí las llevaban a un terreno donde las amontonaban. Debía contar con un buen camino de acceso para que el camión de transporte pudiese entrar a cargar.

El camión las trasladaba a la azucarera de Miranda de Ebro. En la azucarera, una vez pesadas y tras pasar por la inspección del descuento, las tenían que descargar a mano en los silos. Algunos pagaban para que se las descargasen pero la mayoría preferían hacerlo ellos si contaban con gente suficiente, y así se ahorraban lo que les tenían que pagar. Los pueblos cercanos llevaban la cosecha a la azucarera directamente. Los de la zona de La Puebla de Arganzón llevaron a cargar la remolacha a la estación de Manzanos (Álava) hasta los años sesenta, pues se encontraba a pocos kilómetros de las fincas.

En los años 1970 compraron unas máquinas que arrancaban dos filas a la vez y las dejaban limpias. Otros por detrás las echaban al remolque.

Estos últimos años han adquirido en cooperativa máquinas arrancadoras y a la vez limpiadoras, que si el tiempo acompaña en un día sacan 200 toneladas. Estas máquinas llevan una tolva para 10 toneladas y cuando está llena la recoge un tractor. La remolacha la descargan en unas plataformas de cemento que llaman playas. Desde aquí, los camiones que tienen la contrata la trasladan a la azucarera cuando reciben la orden de hacerlo.

Siembra de remolacha. Argandoña (A), 2003. Fuente: Juan José Galdos, Grupos Etniker Euskalerria.

Hoy en día la remolacha sigue siendo uno de los principales cultivos del Condado. La siembra se realiza con contrato y tampoco se puede entregar más de lo acordado. Si a un labrador le sobran unas toneladas y a otro le faltan, se arreglan entre ellos con los vales de entrega.

En Valderejo (A) la remolacha destinada a la obtención de semilla se sembraba en semillero y después se trasplantaba. Cuando la planta con su semilla se había secado se segaba y se trillaba con trillos de sierra. Se destinaba a la venta.

En Ribera Alta (A) con respecto a la recolección de la remolacha azucarera se pueden diferenciar tres épocas. Antes de 1970 se utilizaba el chuzo y la hoz. Entre dos operarios realizaban la labor de forma coordinada. Uno de ellos arrancaba la remolacha con el chuzo y la dejaba sobre el suelo. El segundo operario, que iba tras él, cortaba las hojas con la hoz y las apilaba en filas o montones. Una vez realizada esta labor se procedía a cubrir las remolachas con las propias hojas cortadas para impedir que se helaran.

Hacia 1970 se pasó a utilizar la peladora y la arrancadora. La primera máquina cortaba las hojas de la remolacha y la segunda las arrancaba. Después se cargaban en camiones, a mano, y se llevaban a la azucarera de Miranda al principio y a la de Vitoria más tarde. Hacia 1990 se comenzó a utilizar la cosechadora de remolachas.

En Apodaka (A) la remolacha se cosecha a mediados de octubre, ya que la azucarera empieza la molienda por el Pilar.

Antes la sacaban con un chuzo y se ocupaban de ello un par de personas; por detrás trabajaban otros con hoz y protegidos con un saco doblado atado a la cintura con una cuerda; con la hoz quitaban la tierra y las raíces, luego cortaban las hojas y por último depositaban las remolachas en un montón. Después las cargaban en el carro y las llevaban a un lugar donde tendría acceso un camión para cargarlo y llevarlo a la azucarera de Vitoria.

Hasta que en la azucarera no pusieron los descargadores automáticos acudían varios ayudantes en el camión echando en el remolque las bicicletas para la vuelta. Después de pesarlo, el camión se ponía en el orillo del silo y allí se descargaba la remolacha a mano echándola por encima del muro al silo.

Cuando se dispuso de tractores con remolque se pasó a cargarlos en la misma finca, llevando la remolacha directamente a la fábrica el día que le daban el cupo. Hoy las modernas máquinas las arrancan y limpian y las echan al remolque y de allí al montón en unas zonas del pueblo preparadas para ello que se llaman playas. De estas playas se llevan en camiones a la azucarera de Miranda de Ebro.

Cosecha de remolacha. Argandoña (A), 2003. Fuente: Juan José Galdos, Grupos Etniker Euskalerria.

En Iruña de Oca (A) la semilla de la remolacha la facilitaba la azucarera y cada uno podía sembrar la cantidad que quisiese, hasta la entrada en el Mercado Común. La siembra se iniciaba en el mes de abril. Antes de la mecanización las labores eran manuales, aunque poco a poco se fueron introduciendo diferentes artilugios. En Montevite tenían una máquina sembradora para todo el pueblo, de dos tubos, que se enganchaba a los bueyes, a las vacas o a alguna yegua, y que permitía sembrar dos renques a la vez, al mismo tiempo que las tapaba.

Después era necesario llevar a cabo labores de aclareo y escarda y una vez que empezaba el buen tiempo, de riego. Para la distribución de herbicidas e insecticidas, con una media de mujer en cada mano se caminaba entre dos renques echando los polvos por encima de las plantas para matar el pulgón.

A partir del Pilar comenzaba su extracción. Unos, ayudados con el chuzo las iban sacando y otros, por detrás, les quitaban las hojas y les cortaban la raíz. Había ocasiones en que el terreno estaba tan duro que ataban el extremo de un ramalico a las púas del chuzo y el otro a su hombro para, echándose hacia atrás, hacer más fuerza para sacar la remolacha de la tierra. Había dos clases de chuzos, unos con las púas rectas y otros con púas curvadas.

Las remolachas se dejaban en pequeños montones para después, en cestos, echarlas al carro y llevarlas a un lugar determinado, la playa, y hacer un gran montón que se tapaba con las propias hojas para que no se helasen. Los camiones cargaban y llevaban la mercancía a la Azucarera Alavesa, de Vitoria, a la de Leopoldo de Miranda de Ebro, a Nanclares y a Pobes.

Después llegaron las máquinas que sacaban dos filas a la vez y las limpiaban, lo que suponía un importante adelanto y una reducción considerable del trabajo de recolección.

En Viana (N) en el siglo XX, coincidiendo con la escasez de azúcar, el cultivo de remolacha experimentó un notable auge, en concreto de la variedad llamada azucarera. Se plantaron grandes extensiones pues su comercialización estaba asegurada, ya que la compraba el Estado para las fábricas azucareras. Hasta mediados del siglo XX se llevaba en camiones a Calahorra, Al-faro, Miranda y a la estación de Logroño para remitirla a Vitoria y a Marcilla, en esta última localidad hubo una importante azucarera.

La letra de una jota cantada por el vianés Molviedro, hace referencia a los abusos que en el primer tercio del siglo XX cometían en las estaciones ferroviarias al pesar la remolacha en las básculas:

La remolacha en el campo
se la come la pulguilla
y en llegando a la estación
el peso y la basculilla.

Se sacaba del campo en invierno, especialmente en diciembre, y era una operación muy penosa por el barro y el frío. Hoy no se cultiva.

En Obanos (N), además de remolacha para el ganado a veces se sembraba remolacha azucarera en las buenas fincas. Esta se recolectaba en diciembre (a diferencia de la anterior que se recogía por octubre). La remolacha azucarera se llevaba a la azucarera cuando llegaba el cupo. Se conservaba tapada con montones de caña de maíz para evitar que se helara.

En Argandoña (A) cuando comenzó a generalizarse el cultivo de la remolacha azucarera (existió otra variedad que ya no se cultiva, la remolacha forrajera para comida del ganado) en grandes superficies de terreno, desde las instituciones públicas se procedió a controlar la producción mediante la venta de cupos. Antes, la remolacha era un cultivo libre pero desde el momento en que las empresas azucareras limitaron sus entradas, se pusieron en marcha dichos cupos. La fábrica azucarera de Vitoria-Gasteiz, donde se transformaba el fruto en azúcar de consumo, cerró sus puertas en la década de 1980, pasando el control de la compra de la remolacha y su manipulación a la fábrica de Miranda de Ebro.

Fue entonces cuando la producción se controló impidiendo sembrar a cada agricultor más remolacha que la media que venía cultivando en las últimas campañas. Si en su momento un agricultor no cultivó remolacha, perdió la oportunidad de hacerlo después ya que las nuevas normas comunitarias lo impedían. Y así sigue siendo. La única fórmula para conseguir cupo o ampliar el que ya se posee es comprándolo a un agricultor que desee vender su derecho, conseguido al inicio de esta política agraria.

Prácticamente todos los remolacheros pertenecen a una asociación de agricultores productores de remolacha, tanto si es una asociación específica para el cultivo de este bulbo como si es una sección de un sindicato agrario. La asociación dispone de la semilla de remolacha y además de poder supervisar la siembra y el mantenimiento de dicho cultivo, controla sobre todo la carga, entrega y cobro de la remolacha en el momento de la cosecha.

Todos los años, el agricultor remolachero formaliza un contrato de venta de la remolacha con la fábrica azucarera por medio de la asociación a la que pertenezca. En este contrato se especifica la superficie sembrada a este cultivo y se le asigna un cupo de toneladas que puede vender como máximo ese año.

Además es obligatorio disponer de un técnico asesor que controle todo el desarrollo del cultivo (semillas, dosis de fertilizantes, dosis de fitosanitarios, control de plagas y enfermedades, dosis de riego, etc.).

Si el agricultor posee máquina cosechadora de remolacha propia, él mismo se encarga del control de todo el cultivo hasta su recogida. Una vez que obtiene el fruto, es el propio agricultor el que contrata el transporte en camiones a la azucarera o lleva los remolques directamente a dicha fábrica.

Por el contrario, si no posee máquinas cualificadas, el agricultor contrata los servicios de sembradoras, cultivadores y cosechadoras, bien por su cuenta o perteneciendo a una asociación agraria. En estos casos el agricultor se encarga del mantenimiento del cultivo y de disponer de remolques para transportar la remolacha desde la pieza a las playas o lugares donde se deposita en espera de su transporte a la azucarera.

La siembra se lleva a cabo en el mes de marzo o abril y se realiza con una sembradora acoplada al tractor, que deposita las semillas en seis surcos, con una pequeña tolva para cada surco. Esta sembradora abre los surcos regulando la distancia de siembra entre las semillas y por último las cubre. Pocos días antes de la siembra, el terreno ha tenido que ser preparado minuciosamente con varios pases de rastra o grada para dejar la tierra muy menuda; además se abona antes de la siembra.

Desde el momento en que la planta de remolacha asoma a la superficie comienza su mantenimiento, tratándola contra diversas plagas o malas hierbas. Antes, cuando se sembraba en hileras con menor precisión en la distancia entre las plantas, había que escardarlas a mano, es decir, eliminar con la azadilla las que estuvieran muy juntas y las más débiles y, de paso, también arrancar las malas hierbas. Incluso se llegaba a contratar obreros para esta labor. Con las nuevas sembradoras, al regular exactamente la distancia entre las plantas, esta labor manual de escarda se suprime y en todo caso se pasa un cultivador tirado por el tractor para eliminar las malas hierbas y oxigenar la tierra entre las hileras de remolacha.

El tratamiento plaguicida y herbicida se hace con la caldera de sulfatar acoplada al tractor, y al ser una labor que se repite en varias ocasiones durante una misma campaña, se procura pasar con el tractor siempre por entre las mismas hileras de remolacha, dejando cada vez las mismas roderas para así dañar lo menor posible a las plantas.

Hacia el mes de junio se coloca la tubería y se realizan los riegos del verano que el agricultor considere oportunos dependiendo de las circunstancias meteorológicas. Cuando la planta de remolacha ha alcanzado su madurez y el verano ya no es tan riguroso, se abandona el riego y se procede a desmontar la tubería, algunas veces pocos días antes de la cosecha.

Descarga de remolacha en la playa. Argandoña (A), 2003. Fuente: Juan José Galdos, Grupos Etniker Euskalerria.

La recolección se lleva a cabo entre los meses de noviembre y diciembre. El inicio de la cosecha viene marcado por la apertura de entregas de remolacha en la azucarera. Las máquinas cosechadoras particulares, generalmente de un solo surco, realizan la labor de continuo, sin tener que esperar ningún turno de extracción, depositando los granos arrancados en el montón que irán aliviando conforme realizan entregas a la azucarera. En ocasiones la campaña de recolección de la remolacha se demora hasta los meses de enero o febrero por culpa de la climatología adversa.

La fórmula más utilizada para la extracción de la remolacha es la pertenencia a una CUMA[1] o sociedad cooperativa de agricultores que regula su funcionamiento mediante un reglamento interno. Los remolacheros asociados a una CUMA dependen de la llegada de la máquina cosechadora porque no la poseen en propiedad particular y esperan el turno convenido cada año. La cosechadora que se utiliza en la Llanada Alavesa es de la marca Hólmer. Se trata de una compleja y enorme máquina de seis surcos que lleva a cabo la labor con mayor rapidez, siempre que las condiciones climatológicas lo permitan. En cuanto llueve y el terreno se embarra no puede realizar su labor, momento en que se aprovecha para limpiarla y realizar las reparaciones pertinentes, que suelen ser abundantes. Este desgaste de la máquina es comprensible porque, excepto las paradas obligadas, trabaja sin descanso las 24 horas del día, con tres turnos de conductores llamados maquinistas. En cuanto terminan de cosechar una pieza pasan a la siguiente, tanto si es de día como de noche. Esta intensidad en la extracción se traduce en la necesidad de disponer de dos o tres remolques de gran tonelaje, arrastrados por tractores y trabajando a la vez, para transportar la remolacha desde la pieza hasta las playas donde se deposita hasta su próxima carga con destino a la azucarera.

Las playas son superficies de terreno con suelo de hormigón o de asfalto donde se extiende la remolacha. Siguiendo un turno, el agricultor dispone de un servicio de carga con pala mecánica y transporte en grandes camiones directamente hasta la azucarera de Miranda de Ebro. Estas playas suelen ser lugares construidos entre varios remolacheros, en zonas fuera del núcleo urbano del pueblo pero no muy alejados de él. En algunos casos se utilizan trozos de antiguas carreteras sin uso que todavía conservan el asfalto. Otros agricultores prefieren depositar la remolacha en sus propias playas, cercanas a las casas. Cuando la finca está alejada de la playa o cuando lo desea el agricultor, la remolacha es amontonada por la máquina en la misma finca. Este hecho tiene el inconveniente de que si las condiciones meteorológicas son malas, la finca se embarra y la pala mecánica y los camiones de carga tienen grandes dificultades para llevar a cabo su labor.

Actualmente los remolques son de mayor capacidad y poseen volquete con cartola trasera automática, lo que permite descargar con mayor comodidad y ahorrar viajes desde la pieza hasta la playa. Como un agricultor solo posee como máximo un remolque de estas características, cada vez que le toca el turno de sacar remolacha se ayuda de otros agricultores vecinos o amigos que pertenecen a la misma CUMA. A su vez, ese agricultor deberá corresponder con su ayuda cuando el turno toque a su vecino o amigo.

Los turnos de carga en las playas también son asignados dentro de una misma CUMA. Cuando le llegue el turno, el agricultor dispondrá de unos tickets con un código de barras, copia de su tarjeta que le acredita como remolachero, que irá entregando al chófer de cada camión, el cual deberá entregarlo a su vez a la azucarera a la recepción de la remolacha. En total, un agricultor perteneciente a una CUMA termina la campaña después de 3 o 4 turnos de arranque en la finca y otros tantos de carga en los camiones.

La remolacha se carga tal y como se cosecha, llena de impurezas (restos de hojas, barro...) y son los almacenes y las fábricas transformadoras los que se hacen cargo de la producción, proponiendo al agricultor un precio según mercado y descontando un tanto por ciento si llegan con impurezas y/o calidad insuficiente.

Si la campaña ha sido buena, es posible que se pase en el número de toneladas que tenía asignadas en el cupo para ese año. Entonces el excedente es pagado por la azucarera a un precio mucho menor, acordado de antemano por las instituciones públicas y del sector, precio que apenas cubre los costes de producción. Esto provoca que antes de vender el excedente a la azucarera, se negocie con otro agricultor que no haya superado su cupo, el cual siempre pagará algo más, ya que si no completa el suyo se lo reducirán al año siguiente. Si la cosecha es normal, dentro de lo calculado, el agricultor podrá seguir completando la campaña siguiente al mismo nivel. Por el contrario, si la campaña es mala, el agricultor obtendrá obviamente menos beneficio y rozará el déficit dada la gran cantidad de costes que conlleva este cultivo. Además verá reducido su cupo para la siguiente campaña. Por otro lado, la azucarera aplica descuentos muy altos si la remolacha contiene impurezas (tierra, piedras,...) o la calidad, llamada riqueza, es baja. En este sentido, los avances en la investigación están consiguiendo semillas, abonos y herbicidas cada vez más eficaces, lo que es una garantía para el agricultor. Sin embargo, el factor último y determinante, además de incontrolable, sigue siendo la meteorología.


 
  1. Cooperativa de utilización de maquinaria agrícola, lo que permite el uso de maquinaria bajo una forma asociativa.