Diferencia entre revisiones de «Rito de profesion religiosa»

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Durante la ceremonia, escoltada por los padrinos, permanecía en un lugar destacado de cara al altar, a los pies del presbiterio. En el ofertorio de la misa solicitaba del celebrante la imposición del hábito a lo que éste accedía. Seguidamente encendía una vela que la postulante sostenía en su mano derecha durante el acto.  
 
Durante la ceremonia, escoltada por los padrinos, permanecía en un lugar destacado de cara al altar, a los pies del presbiterio. En el ofertorio de la misa solicitaba del celebrante la imposición del hábito a lo que éste accedía. Seguidamente encendía una vela que la postulante sostenía en su mano derecha durante el acto.  
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[[File:6.255 Comitiva de Primera Misa. Errazkin (N) 1960.jpg|center|600px|Comitiva de Primera Misa. Errazkin (N), 1960. Fuente: M.ª Amor Beguiristain, Grupos Etniker Euskalerria.]]
  
 
Finalizada la misa salía del templo al claustro o jardín donde se despedía de los familiares y amigos para acceder de nuevo al convento por la puerta principal y colocarse en la parte de la iglesia reservada a las monjas, tras las rejas de la clausura.  
 
Finalizada la misa salía del templo al claustro o jardín donde se despedía de los familiares y amigos para acceder de nuevo al convento por la puerta principal y colocarse en la parte de la iglesia reservada a las monjas, tras las rejas de la clausura.  

Revisión actual del 11:13 13 jun 2019

El primer periodo llamado postulantado duraba seis meses. Durante este tiempo la "postulante" vestía hábito negro con velo blanco sobre la cabeza; a su finalización tenía lugar la "toma de hábito".

El rito de la "toma de hábito" se hacía generalmente en domingo, en una misa celebrada en el convento. La postulante vestía y viste de blanco igual que una novia: traje de cola, ramo de flores o misal con rosario, etc. Ella misma elegía a los padrinos de la ceremonia, que frecuentemente eran los mismos del bautismo. Una o varias niñas, alumnas del colegio o sobrinas de la postulante portaban la cola del vestido.

Durante la ceremonia, escoltada por los padrinos, permanecía en un lugar destacado de cara al altar, a los pies del presbiterio. En el ofertorio de la misa solicitaba del celebrante la imposición del hábito a lo que éste accedía. Seguidamente encendía una vela que la postulante sostenía en su mano derecha durante el acto.

Comitiva de Primera Misa. Errazkin (N), 1960. Fuente: M.ª Amor Beguiristain, Grupos Etniker Euskalerria.

Finalizada la misa salía del templo al claustro o jardín donde se despedía de los familiares y amigos para acceder de nuevo al convento por la puerta principal y colocarse en la parte de la iglesia reservada a las monjas, tras las rejas de la clausura.

Entonces volvían a entrar en el templo todos los asistentes y comenzaba el canto de la letanía de los santos enunciando el sacerdote y respondiendo las religiosas y el público. Mientras se cantaba la letanía, la maestra de novicias le iba quitando la vestidura de novia y poniendo en su lugar el hábito marrón, con las sandalias, cordón y toca blanca, propia de las franciscanas clarisas, cortándole además un mechón del cabello. El público asistente presenciaba el desarrollo de esta toma de hábito religioso.

Finalizado el acto los padres invitaban a familiares y amigos a un banquete en una fonda o restaurante de la localidad. Dentro del convento, con la nueva religiosa incorporada, la comunidad hacía una celebración especial. Si eran varias las postulantes hacían la toma de hábito a la vez en un único acto.

El segundo periodo era el noviciado que duraba un año y estaba destinado a la formación espiritual. Antaño cada novicia realizaba este periodo de preparación en el convento donde había ingresado, a partir de los años sesenta se pusieron en marcha noviciados comunes a varios conventos.

Transcurrido el año de noviciado se hacían los "votos simples". Estos votos de pobreza, castidad y obediencia se materializaban en una promesa que la novicia leía en el ofertorio de la misa y por la que se comprometía a proseguir en la vida religiosa durante tres años. En ese momento la maestra de novicias le sustituía la toca blanca por otra negra y le colocaba una corona de rosas. A partir de entonces la religiosa se incorporaba al rezo del Oficio Divino.

A los tres años en otra ceremonia similar, la religiosa pronunciaba los `botos solemnes" o perpetuos. Esta tenía lugar también en el ofertorio de la misa. Tras los votos la maestra de novicias le colocaba un anillo de plata en el dedo anular y una corona de espinas en su cabeza. Hasta ese momento la religiosa recibía el trato de "Sor" y a partir de entonces el de "Madre".

Tanto a la ceremonia de los votos simples como a la de los votos solemnes asistían los familiares y las amigas de la religiosa. Con todo, estos actos eran "más íntimos" que aquél de la "toma de hábito" que era multitudinario. (Información tomada de una religiosa que ingresó en un convento de Clarisas —Franciscanas— en el año 1956).