Ritos de bendición de los campos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Un rito muy extendido destinado a la protección de las cosechas era el de la bendición de los campos con agua bendita que tenía lugar durante la primavera preferentemente en las festividades de la Santa Cruz (3 de mayo) o san Gregorio Ostiense. En su expresión más solemne, el sacerdote, desde el pórtico o la campa de la ermita, trazaba con el crucifijo el signo de la cruz hacia los cuatro puntos cardinales; después, con el hisopo o con una rama de laurel impregnada en agua bendita, asperjaba el aire en todas las direcciones; por fin, leía mirando a cada uno de los puntos cardinales el primer versículo de los cuatro evangelios. En algunos casos recorría las heredades y los sembrados bendiciéndolos particularmente.

La bendición del agua destinada a asperjar los sembrados antaño estuvo entre nosotros ligada a la festividad de san Gregorio Ostiense, cuyo santuario se halla en Sorlada (N). Su festividad se conmemora el 9 de mayo.

En Améscoa-Baja (N) se celebra la fiesta de san Gregorio Ostiense desde muy antiguo. El día de su fiesta, después de recibir el agua de san Gregorio (agua pasada por las reliquias del santo) se bendecían con ella los campos; terminado el rosario, se daba principio a la letanía de los santos que se cantaba procesionalmente hasta la ermita de San Juan. Se recitaba allí una oración y seguía la procesión por debajo del pueblo, pasando por el camposanto en cuya puerta se rezaba un responso. Allí se terminaba la letanía de los santos y se continuaba con la letanía lauretana hasta la iglesia.

Los informantes de San Martín de Unx (N) señalan que solían bendecir sus campos con el agua de san Gregorio traída de Sorlada (N). En una crónica enviada desde el pueblo a un diario del 14 de mayo de 1911 se decía: “siguiendo tradicional y piadosa costumbre... tras la misa parroquial, marchose procesionalmente a la era sita en el alto del Castillo, de donde se dominan todos nuestros campos, teniendo lugar su bendición con el agua de san Gregorio, traída a dicho fin por el Ayuntamiento desde Sorlada”.

Bendiciendo los campos. Isaba (N), años 1960. Fuente: Pablo Orduna (Fondo Pío Guerendiáin), Grupos Etniker Euskalerria.

En Allo (N) el día de san Gregorio, muy temprano, se celebraba procesión con la imagen del santo, cantándose las letanías de los santos, intercalando la invocación de san Gregorio Ostiense. En cuatro puntos fijos del recorrido, detenida la procesión y, mirando a los cuatro puntos cardinales, se bendecían los campos con agua pasada por la cabeza del santo[1].

En Obanos (N) coincidiendo con la festividad de san Marcos (25 de abril) se hace la bendición de los campos con la cabeza de san Guillermo, subida en procesión desde el pueblo a su ermita, conocida como ermita de Arnotegui o de San Guillermo. En primavera llega a Obanos y a muchas localidades navarras la cruz de San Miguel de Excelsis de Aralar que pernocta en una casa del pueblo. Entre las ceremonias religiosas que tienen lugar está la bendición de los campos desde la ermita de San Salvador antes; ahora desde el Calvario. Allí tiene lugar la despedida, con asistencia del ayuntamiento.

En Moreda (A) antaño no se celebraba la fiesta de san Isidro labrador sino la de san Gregorio, el 9 de mayo. Este día se procedía a la bendición de los campos arrojando sobre ellos el agua bendita traída de la basílica de San Gregorio de Sorlada. Esta práctica data desde la primera mitad del siglo XVII. El alguacil del pueblo iba montado a caballo hasta San Gregorio de Sorlada (pueblo cercano a Los Arcos en Navarra), desde donde traía el agua bendita que el cabildo eclesiástico de Moreda, después de misa, arrojaba por los campos de la jurisdicción. Este santo ha sido invocado en la localidad siempre que ha habido algún mal contra los árboles y particularmente los que dañan a los olivos.

Procesión de san Isidro. Moreda (A), 2012. Fuente: José Ángel Chasco, Grupos Etniker Euskalerria.

En Bedarona (B) al igual que en otros pueblos (Zeanuri, Orozko, Dima-B) en mayo el cura iba de heredad en heredad (solorik solo) bendiciendo los terrenos, acompañado por un monaguillo que portaba el calderín con agua bendita.

En Elgoibar (G), en la bendición de los campos, para conseguir buenas cosechas se acercaban hasta el caserío correspondiente un cura al que acompañaba un monaguillo con un recipiente con agua bendita. Ambos se colocaban frente a los campos y el cura cogía el hisopo y los asperjaba mientras rezaba una oración.

En Beasain (G) para proteger los campos de los malos tiempos y de las plagas, una vez por año el sacerdote del pueblo visitaba todos los caseríos. Desde el portal de la casa, y en dirección a sus campos, hacía aspersiones con agua bendita mientras recitaba una oración del libro que al efecto llevaba. Luego el caserío le compensaba con un obsequio en especie.

En la ermita de San Andrés de Lazkutia, en Durango (B), el día de san Gregorio se celebraba misa y se bendecía el agua. Luego, el sacerdote desde el pórtico procedía a la bendición de los campos valiéndose de una rama de romero a modo de hisopo. Este día era conocido en la vecindad como harren egune, día de los gusanos. El agua que se bendecía en la misa era después vertida en las huertas como medida de protección contra las plagas del campo o los animales dañinos. Parecida denominación, harren meza, recibe la misa del 4 de julio en San Martín de Amatza de Iurreta (B).

A un kilómetro del Santuario de Ntra. Sra. de Andikona, en Berriz (B), en el monte denominado Tosto se encuentra una cruz. En este paraje, el día de san Gregorio el sacerdote bendecía agua. Numerosos asistentes la recogían en botellas para derramarla en sus huertas como remedio contra los gusanos.

En la ermita de San Bartolomé de Zeberio (B) se conmemora el 9 de mayo, la festividad de san Gregorio. Este día se recogía agua de la fuente próxima a la ermita, Uxargo iturria; una vez bendecida en la misa, se rociaban con esta agua las semillas de maíz.

En San Pedro de Atxerre, en Ibarrangelu (B), en la misma fecha se bendecía la sal que tras la misa era repartida entre los asistentes en el lugar denominado dantzalekua[2] a unos 300 m de la ermita. Posteriormente se diluía en el agua bendecida que se había traído de la parroquia el día de Pascua de Resurrección. Con ella rociaban o bendecían las cruces de laurel y avellano colocadas en todas las heredades el día de Ramos.


 
  1. Ricardo ROS. “Apuntes etnográficos y folklóricos de Allo (II)” in CEEN, VIII (1976) p. 476.
  2. Era creencia popular que las brujas acudían a este sitio a bailar.