Cambios

Ritos funerarios en Gamboa (Alava)

1 byte eliminado, 07:50 10 jul 2019
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Dejando aparte los cambios administrativos ocurridos durante el siglo XX en los municipios de la zona, culminados con la disolución del Ayuntamiento de Gamboa, el mayor cambio vino dado por la construcción del embalse del Zadorra en 1957. Esta magna obra provocó la desaparición, bajo las aguas o por influencia directa de ellas, de los pueblos de Orenin, Azua, Garayo, Zuazo de Gamboa, Mendizabal y Landa. Ullíbarri-Gamboa y Nanclares se vieron anegados parcialmente estando el segundo prácticamente despoblado. Marieta y Larrinzar apenas se vieron afectados por las aguas en sus tierras pero vieron descender fuertemente su población. Esta drástica disminución de la población marca dos etapas de la vida de Gamboa: antes y después de construir el embalse. Por esta razón, en este trabajo que ahora presento se hace continua referencia al antes y después del cierre de la presa en 1957 que rompía con muchas tradiciones y rituales y provocaba la aparición de otras nuevas más adaptadas a la mentalidad moderna urbana.
En mis anteriores entregas sobre «la alimentación» y «juegos infantiles» estudié las localidades de UllíbarriGamboaUllíbarri-Gamboa, Landa y Nanclares de Gamboa Para el presente trabajo me he seguido centrando en dichos núcleos pero he añadido algunos datos de otras dos localidades de Gamboa: Marieta y Garayo que en la actualidad no pertenecen al municipio de Arrazua Ubarrundia sino al de Barrundia. Garayo es, al igual que Nanclares de Gamboa, un lugar prácticamente despoblado (sólo tiene dos habitantes) desde la construcción del embalse en 1957. Marieta es el pueblo más habitado del antiguo municipio de Gamboa después de UllíbarriGamboaUllíbarri-Gamboa. Para tomar más en cuenta los datos de ambos pueblos hubiera sido necesario contar con más informantes de esas localidades pero hasta la fecha no lo he intentado. Lo único que hago es tomar en consideración dichas informaciones recogidas de personas residentes en Landa y Ullíbarri-Gamboa.
— A Ullíbarri-Gamboa, a los funerales, han acudido curas de Landa, Nanclares de Gamboa, Urbina, Amarita, Arroyabe, Azua, Durana y excepcionalmente Salinas de Léniz (Gipuzkoa).
— A Landa, de Ullíbarri-Gamboa, Nanclares de Gam- boaGamboa, Arroyabe, Mendibil y Azua.
— A Nanclares de Gamboa, de Landa, Ullíbarri-Gamboa, Azua, Zuazo de Gamboa y Arroyabe.
Normalmente eran los familiares o los vecinos los que avisaban a los curas, no obstante, cuando la familia se lo pedía era el cura el que se encargaba de avisar a sus compañeros.
A partir de la finalización de la Guerra Civil las categorías en los funerales fueron desapareciendo y se llegó a celebrar funerales solamente con el cura del pueblo y otro del pueblo cercano. Este se debió al cambio de costumbres en el pueblo y en la propia Iglesia. Actualmente, ya no existen las categorías y los funerales los oficia el cura del pueblo, que tiene a su cargo otros dos o tres pueblos más de la comarca, acompañado de otros curas que se suman de manera voluntaria por ser compañeros del cura o conocidos de la familia. La diferenciación en los funerales por motivos sociales y económicos viene dada por el número de curas que concelebran el acto litúrgico, el número de coronas de flores que presentan los familiares, amigos y conocidos y el gasto que realiza la familia en la compra de la caja mortuoria. Por otro lado, otro indicio de diferenciación por motivos eco- nómicos económicos son la presentación de las propias tumbas, es decir, si se utilizan panteones, lápidas, cruces, adornos, etc.
Otro cambio sustancial acaecido hace ya unos cuantos años es la celebración de funerales por la tarde. Antes, los funerales se celebraban siempre por la mañana, y por la tarde no había nunca oficios religiosos excepto rosarios o similares.
Los enterramientos en el cementerio exterior se vienen realizando desde el siglo pasado cumpliendo órdenes eclesiásticas y del Estado que venían decretándose desde el siglo XVIII. En el cementerio no había un sitio para cada familia, excepto en los panteones, ya que se enterraba en tierra alternando distintos espacios del recinto. Para ubicar un buen lugar de enterramiento había una persona que ejercía de enterrador. Este elegía el lugar más apropiado y lo comentaba con la familia afectada o con el encargado de los preparativos del funeral y entierro (caso de Pedro Martínez en Ullíbarri-Gamboa). En Nanclares de Gamboa existían dos enterradores cuyos puestos estaban adjudicados a subasta aunque casi siempre recaía en las mismas personas. Hacia 1950, recibían de las arcas de la Junta Administrativa 50 ptas. por cada hoyo que hicieran en el cementerio. La razón de nombrar a dos enterradores era la de ausentar a uno de ellos en el caso de que muriese alguien de su familia y ocupar su puesto otro vecino que cobraba las 25 pts. que le correspondían por cavar el agujero a medias con el otro enterrador. Elegían el lugar en el cementerio que más tiempo llevaba sin usar o al menos que llevara diez años sin ningún enterramiento. Para cavar el hoyo, salvo el caso de Nanclares de Gamboa, el enterrador era ayudado por varios mozos. De paso, limpiaban y adecentaban el cementerio. En algunos casos, el enterrador en solitario ha hecho el agujero. Donde no había enterrador, como en Landa, el agujero lo hacían los mismos mozos o anderos. Los mozos, siempre y en todos los pueblos, eran los encargados de tapar el agujero una vez realizado el enterramiento. Al cavar el hoyo afloraban los huesos del anterior cadáver los cuales se depositaban en la «huesera» del cementerio. Esta labor no era muy agradable y menos cuando había que deshacerse de algunos restos, como ocurrió en 1954 en el panteón de la capilla del cementerio de Nanclares de Gamboa: como el panteón estaba al completo, la familia de la fallecida, residente en Vitoria, pidió y dio cierta cantidad de dinero al pueblo que les ayudara en la labor del desalojo del panteón. Algunos vecinos del pueblo no pudieron aguantar la impresión de ver sacar varias cajas en las que se encontraban los esqueletos intactos, con toda la vestimenta la cual al contacto con el aire se «desintegraba», y con multitud de pequeños gusanos muertos. Los huesos se depositaron en la huesera del cementerio y el resto se quemó.
Normalmente, las tumbas de los cementerios se sitúan más o menos ordenadamente a los lados de un pasillo central, si exceptuamos la colocación de panteones que, debido a su mayor volumen, abarcan mayor superficie. El cementerio consta de otras partes situadas en laterales o lugares secundarios: la huesera, donde se acumulan los huesos extraídos al cavar los hoyos, el «limbo», donde se enterraba a los niños no bautizados (en Marieta el limbo estaba cubierto); , una porción de tierra no bendecida donde se enterraban a los no creyentes o suicidas; en el caso de UllíbarriGamboaUllíbarri-Gamboa, un lugar cubierto que tiene una mesa donde esporádicamente se podían realizar autopsias, y en el de Nanclares de Gamboa, una capilla que alberga un panteón edificado por los propietarios del mismo.
Una vez practicado el enterramiento, se colocaba una señal (estaca o cruz de madera) que indicaba el lugar utilizado. Dependía entonces de la familia el poner una cruz de hierro o de piedra con inscripciones, si podían costearse ese gasto. A veces, pasaba bastante tiempo antes de colocar una cruz o una lápida. Las cruces de hierro solían estar hechas en serie y en venta en Vitoria. Llevaban una placa blanca donde se ponían los datos del fallecido. En Marieta, al recién enterrado, se le colocaba una cruz de hierro forjado que pertenecía a todos los difuntos ya que iba pasando de tumba en tumba según iban siendo enterrados.
Los funerales y entierros siempre se realizaban a la mañana. A continuación, los familiares llegados de fuera y algunos amigos acudían a la casa mortuoria invitados por los de la casa al banquete funerario. También estaban invitados a comer los curas y los mozos o anderos. En alguna ocasión, las familias que vivían en caseríos alejados pertenecientes a Nanclares de Gamboa dejaban encargada y pagada una comida para los curas en alguna casa del pueblo porque el trayecto era largo y penoso. Sin embargo, a los banquetes de estos caseríos, sí que asistían los familiares ya que solían estar hospedados allí.
Algunas mujeres vecinas podían ayudar a las de la casa mortuoria a preparar la comida para el banquete. Los mozos o anderos que habían ayudado al enterrador y a llevar el féretro, comían en una mesa aparte. En la casa, los mozos ayudaban en los preparativos del banquete cortando leña o acompañando a hacer la comida. También servían los platos a los comensales y después de comer recogían la mesa. Esta costumbre se llevaba rigurosamente y se dio el caso, en cierta ocasión, de que alguna moza o mujer pariente quiso servir la comida y los mozos se lo impidieron. El caso singular era el de Pedro Martínez, vecino de UllíbarriGamboaUllíbarri-Gamboa, que, además de ayudar en todo lo concerniente a la mortaja, funeral y entierro, también colaboraba en el banquete sirviendo la comida. Cuando Pedro Martínez acudía a Vitoria a por la caja, aprovechaba la ocasión para comprar velas, vino y pasas y, si era necesario, pan y queso. Por supuesto, todos estos gastos eran pagados por la familia del fallecido.
El menú del banquete era similar al de un día festivo, es decir, sopa de gallina, garbanzos cocidos y gallina o pollo con tomate, pimientos o patatas, según el gusto de cada casa. Extraordinariamente, se mataba una oveja. De postre, se servía siempre un puñado de pasas y, algunas veces, queso, nueces o miel. Los familiares tenían por costumbre llevar las pasas a su casa donde las repartían entre los que no habían asistido a los actos fúnebres y así los hacían de alguna manera copartícipes. Las casas que se lo podían permitir servían café y, excepcionalmente, una copa de licor, aunque esto no estaba muy bien visto.
Antes de empezar el banquete se rezaba por el difunto. También había costumbre de rezar antes de todas las comidas y cenas del año para bendecir la mesa y en recuerdo de los difuntos. Se rezaba un Padrenuestro y un Avemaría.
El único banquete funerario fuera de la casa que se conoce y recuerda en Gamboa es el que se realizó en Ullíbarri-Gamboa, a principios de los años 50, cuando murió Luis Sarralde, el dueño de gran número de propiedades, tanto casas como terrenos, en UllíbarriGamboaUllíbarri-Gamboa, Garayo, Orenin, Zuazo de Gamboa, Nanclares de Gamboa y Landa. En esta ocasión, todos sus inquilinos y arrendatarios, representados uno por cada familia, fueron invitados por los herederos del fallecido a asistir al funeral y entierro celebrados en Vitoria y a la posterior comida en el restaurante de la casa Martínez en Ullíbarri-Gamboa. Para todo esto dispusieron varios autobuses y el comedor de dicho restaurante para atender a unos 140 invitados. Como se puede suponer, todos estos actos fueron de gran solemnidad y el banquete fue extraordinario, culminado con cafés y copas de licor.
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! Vereda
| Trabajos vecinales consistentes en arre- glos arreglos de caminos, limpieza de acequias, adecentamiento del cementerio, etc. bajo pena de multa por ausencia injustificada de algún vecino.
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! Volteo
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