Cambios

Ritos funerarios en Gamboa (Alava)

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Texto reemplazado: « ano » por « año »
'''II. 238. ¿QUE PRESAGIOS DE MUERTE SE CONOCEN? ¿COMO SE LLAMA LA AGONIA? ¿QUE PRACTICAS SE OBSERVAN DURANTE LA AGONIA? ¿QUE SE HACE PARA HACERLA MAS LLEVADERA?'''
El oír aullar insistentemente a un perro era augurio de alguna muerte cercana El fallecimiento debería de ocurrir una vez que el perro dejara de aullar. Me aseguran que el aullido de un perro que presagia una muerte es distinto al que realiza en otras ocasiones. Un informante del caserío Rotabarri de Nanclares de Gamboa cuenta que, estando su padre enfermo, la vaca se puso a mugir insistentemente de noche sin causa aparente alguna ya que otras noches no lo había hecho. Se levantó de la cama para adivinar lo que le pasaba y tranquilizó a la vaca pensado que quería que «le echara el ternero». Esa misma noche murió el padre a causa de una enfermedad médicamente no grave pero que se le complicó y le causó la muerte. Un ano año más tarde, otra vaca de esta misma familia se puso a mugir injustificadamente momentos antes de que a uno de los hijos le diera un ataque de apendicitis.
Cuando una persona estaba agonizante porque sus signos fisicos externos así lo delataban, la familia acompañada de otros vecinos del pueblo, generalmente mujeres, se juntaban para rezar. Los vecinos se turnaban «a renque» la presencia en la casa del agonizante. Se decía que «me toca de vela» y cada noche un vecino, solo o con alguno de su familia, acompañaban a la del enfermo. Se quedaban en la misma habitación y se encargaban de taparle bien y de darle de beber o mojarle los labios. Esto da una idea de la mayor unión y cordialidad que existía entre los vecinos, mayor que la existente actualmente por supuesto.
Cuando algún miembro de la familia moría, la sepultura correspondiente se activaba encendiendo las velas de los candeleros y del hachero, y los cirios. La sepultura se completaba con un paño y la cesta de mimbre con las ofrendas.
En Nanclares de Gamboa, las mujeres de la casa del fallecido se colocaban durante el ano año de luto en la sepultura de la iglesia situada delante de todas las demás. Allí encendían un velero grande de la iglesia que tenía unos tubos donde la familia encajaba unas velas y también ponían la cesta con la ofrenda del pan mientras en su propia sepultura se colocaba el paño blanco sobre el cual permanecían encendidos el velero, los candeleros y los cirios o cerillas.
El día de Animas el cura se acercaba a cada sepultura «echando responsos». Se le pagaba un canon fijo (1 real aprox.) por cada responso, y se hacía efectivo en ese mismo momento. A menudo ocurría que en una misma sepultura se rezaban varios responsos seguidos porque los familiares y vecinos o amigos así se lo pedían al cura pagándole lo establecido. En este día, todos los vecinos se acordaban de sus familiares fallecidos, hasta los más reacios para con la Iglesia, que sí los había.
Gasto de comidas en la casa
Primer ano año de pan en dinero
De responsos
Cada sepultura pertenecía a una casa que normalmente correspondía con cada una de las familias.
En Nanclares de Gamboa, además de las sepulturas familiares, existía una sepultura de la iglesia situada delante de las anteriores que era utilizada por las mujeres de la familia del fallecido durante el ano año de luto para encender luces y donar ofrendas. Detrás de las sepulturas familiares se situaba la sepultura de las Animas en la que una vecina se encargaba de encender luces, velas, tacos de cerilla y de colocar un paño blanco hasta que era relevada por otra vecina pasados algunos años.
La sepultura familiar, activada durante las novenas y todos los domingos del año, constaba de una «estera» hecha de felpa o de trenzado de pajas que podía llevar una cruz o algún otro dibujo sobre la que se ponía un paño negro, un velero generalmente de entre cuatro y seis velas algo más anchas a las que se ponía un lazo negro en señal de luto, varias velas en candeleros de la casa o de la iglesia y unos tacos de madera a los que se enrollaba una velita muy delgada llamados tacos, cirios o cerillas. Durante el funeral y las novenas, el cura cedía a la sepultura una vela grande.
También, haciendo referencia al banquete funerario, se decía: «El muerto al hoyo y el vivo al bollo».
Antes de empezar el banquete se rezaba por el difunto. También había costumbre de rezar antes de todas las comidas y cenas del ano año para bendecir la mesa y en recuerdo de los difuntos. Se rezaba un Padrenuestro y un Avemaría.
El único banquete funerario fuera de la casa que se conoce y recuerda en Gamboa es el que se realizó en Ullíbarri-Gamboa, a principios de los años 50, cuando murió Luis Sarralde, el dueño de gran número de propiedades, tanto casas como terrenos, en UllíbarriGamboa, Garayo, Orenin, Zuazo de Gamboa, Nanclares de Gamboa y Landa. En esta ocasión, todos sus inquilinos y arrendatarios, representados uno por cada familia, fueron invitados por los herederos del fallecido a asistir al funeral y entierro celebrados en Vitoria y a la posterior comida en el restaurante de la casa Martínez en Ullíbarri-Gamboa. Para todo esto dispusieron varios autobuses y el comedor de dicho restaurante para atender a unos 140 invitados. Como se puede suponer, todos estos actos fueron de gran solemnidad y el banquete fue extraordinario, culminado con cafés y copas de licor.
Todo lo referente a las sepulturas familiares, sepultura de Animas, luces, ofrendas, responsos continuados ha desaparecido. Los funerales siguen siendo «corpore insepulto» para luego realizar el entierro. En esto último se han producido pocos cambios.
Los sermones de funerales se enmarcan dentro de la generalidad de los habituales durante todo el ano año aunque haciendo hincapié en la muerte, la vida eterna y en el propio fallecido. Los sermones han perdido patetismo porque los curas no tienen la fuerza de antaño, por lo menos desde que dejaron de vivir en los pueblos. Antes, los curas controlaban totalmente la vida religiosa de los vecinos y gran parte de la vida civil. La asistencia a los oficios religiosos era de una obligatoriedad incuestionable y muchos curas censuraban la asistencia a bailes y fiestas.
En la actualidad, los funerales son el momento en que la iglesia recibe el mayor número de fieles ya que ha descendido la creencia en la obligatoriedad de asistir a misa, pero se siente la necesidad de acudir al funeral de un vecino, amigo o conocido.
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