Ritos observados en el banquete de boda

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Cuando el recinto en que tenía lugar el banquete era el domicilio familiar y la nueva esposa pasaba a la consideración de joven ama de la casa, muchas veces la entrada al banquete de bodas coincidía con pequeños ritos introductorios de la misma en el nuevo hogar. Ya se han descrito con anterioridad episodios de este tipo en el capítulo dedicado a la entrada en el domicilio conyugal.

Por otra parte, existe gran diferencia entre los ritos tradicionales practicados en el banquete celebrado en la casa, propios del mundo rural, y los llevados a cabo en los restaurantes, a partir de los años cincuenta y sesenta. La reducción de las anteriores celebraciones extensas en un solo día parece dar lugar a la concentración de diversos rituales de nueva factura en el entorno del mismo banquete nupcial.

Ritos al inicio del banquete

En Gatzaga (G) antes de entrar a comer, los invitados bailaban delante de la casa, en la era, acompañados del txistu y tamboril. Primero bailaban los casados y luego se formaba un gran corro con todos los danzantes[1].

En las comidas de boda celebradas en la actualidad es muy común que los novios sean los últimos en entrar al comedor. Cuando el resto de los invitados ya está dispuesto en su sitio entran los recién casados a los compases de alguna marcha nupcial, entre los silbidos y aplausos de los invitados (Urduliz-B). En Apodaca (A) se da cuenta de restaurantes en que se recibe a los novios con música y cortan una cinta al llegar al comedor.

Una vez los invitados se hallan en el recinto donde tendrá lugar el banquete, antaño y también en la actualidad, en la mayoría de las ocasiones, antes de dar comienzo a la comida puestos en pie se procede a la bendición de la mesa. Si participa el sacerdote en el banquete es él el que lo hace y reza por la nueva familia (Apodaca, Moreda-A; Durango, Orozko, Urduliz, Zeanuri-B; Beasain, Bidegoian, Elgoibar, Elosua-G; Goizueta y Lekunberri-N). Si no hay sacerdote, puede proceder a la bendición el abuelo, el padre o el padrino (Moreda-A, Viana-N).

Ritos durante el banquete

Una vez iniciado el banquete nupcial, antiguamente el momento en que servían las carnes estaba muy marcado. Este tipo de platos estaba muy identificado con las situaciones de carácter festivo.

En zonas de Alava y Navarra, cuando se servían los asados, los recién casados eran motivo de bromas y chanzas por parte de los invitados.

En algunas localidades alavesas (Moreda, Treviño-A) a la hora de servir el cordero, solían traer a la novia el rabo del animal, tieso y mirando hacia arriba. Esto producía la risa entre los asistentes al banquete.

También en Baztan (N), cuando llegaba el asado, errekie, entraban los ttunttuneros. Mientras éstos tocaban, los novios colocaban dos tenedores con asado, uno cruzado con el otro sujetándose mutuamente[2]. Según algunas descripciones montaban un trípode pinchando tres tenedores a tantas rebanadas de pan como músicos asistieran, con las porciones correspondientes de carne[3]. Cuando acababan de tocar los músicos, los novios les ofrecían los tenedores provistos de asado. Estos comían de pie, bebían y se retiraban.

En localidades navarras estaba muy extendida la costumbre de tirar cohetes o hacer explotar cargas de pólvora en este momento de la comida. Todo el pueblo sabía por ello cuándo empezaban a servir los asados y también que daban comienzo a la batalla de chochos, en que los invitados se arrojaban confites de pequeño tamaño unos a otros (Baztan-N)[4].

Eztai-bazkaria etxean. Bidegoian (G), 1957. Fuente: Ana Larrarte, Grupos Etniker Euskalerria.

En Vasconia continental desde las primeras décadas de este siglo se han recogido ritos practicados también en el momento en que se sirve el plato principal, con la participación del grupo entero de comensales. En este caso todos los invitados repiten encadenadamente un acto concreto, empezando desde los recién casados, hasta que esta cadena vuelva otra vez a ellos. En Sara (L) y Liginaga[5] (Z), en los años cuarenta, hacia la mitad de la comida, el recién casado se levantaba y abrazaba a su mujer, ésta, a su vez, a la persona más próxima, ésta a otra... y así hasta que se hubieran abrazado todos los presentes. En Valcarlos (N) conservaban también esta costumbre, denominada potta-kurri, que en la década de los sesenta ya estaba a punto de desaparecer[6].

En Arrasate (G) también se mantuvo un uso parecido, en que el novio abrazaba y besaba a su mujer. A continuación, ésta iba abrazando a su vez a las personas más allegadas, como sus padres, padrinos, parientes, etc.

También en Sara (L) después de servir el pollo asado, en los años cuarenta, en la mesa de los solteros solían pasarse unos a otros una muñeca dentro de dos platos, envueltos con una cinta roja, besándose al mismo tiempo. Una sirvienta pasaba los platos al testigo mientras lo besaba, éste a la testigo, ésta al joven de al lado,... Así daban la vuelta a la mesa, chicos y chicas alternándose, hasta llegar a la novia, que también con un beso hacía la entrega final de los mismos al novio. Este, finalmente, sostenía los platos y la novia, desatando el lazo rojo, enseñaba la muñeca a los invitados[7].

En algunas descripciones de este rito se indica que en vez de un muñeco, metían entre los dos platos algún alimento sólido (pastel, pan, cola de sardina,...). Debían dar la vuelta a la mesa y volver a manos de la recién casada, sin abrirse o tocar la mesa en el camino. De suceder esto traería mala suerte al nuevo matrimonio[8].

En Falces (N)[9], según datos recopilados a principios de siglo, hacían comer a los novios de un mismo plato, mezclando su comida con algún confite.

En Gatzaga (G) durante los postres empezaba el bullicio juvenil, las risas y las bromas. Los jóvenes se tiraban unos a otras (y a la inversa) tronchos de manzanas. Si lograban dar en el blanco suponían que podía surgir una relación duradera entre jóvenes de ambos sexos[10].

Conforme va avanzando la comida, hacia los postres, en algunos lugares se brinda actualmente con una copa de champán, alzándola todos los comensales y poniéndose en pie, después de que algún invitado ocurrente diga alguna frase deseando la felicidad de la pareja (Muskiz-B).

Tarta nupcial. Durango (B), 1975. Fuente: Gurutzi Arregi, Grupos Etniker Euskalerria.

Hoy en día, en la década de los ochenta y noventa, hay rituales del banquete de bodas de introducción moderna que se han generalizado. Se considera un rito el que al llegar a los postres los novios corten dos raciones de la tarta nupcial.

Es el novio el que agarra la paleta de corte y la novia la que apoya sus manos sobre las de él. Lo hacen, a veces, al son de un fragmento de música especial para estos casos, como alguno de la ópera Lohengrin de Wagner, acompañados incluso de efectos lumínicos.

Los trozos cortados son los que se dan a probar el uno al otro, pero hay novios que optan por dárselo a las madres u otras personas afectivamente cercanas a ellos. En Aoiz (N) el trozo primero es ofrecido a la amiga que consideran que se va a casar próximamente.

Cuando continúan cortando la tarta es el momento en el que los invitados jóvenes suelen corear a viva voz "¡que se besen, que se besen...!" y los novios responden a ello besándose ante los invitados, mientras todos aplauden.

Junto con esto, a partir de los setenta, se ha ido generalizando también un pequeño ritual con los muñecos que colocados sobre la tarta nupcial representan a los recién casados. Los novios suelen hacer entrega de ellos, tras el corte de los primeros trozos de la tarta, a alguna persona o pareja que tiene previsión de casarse en un plazo corto de tiempo.

A la altura de los postres es también frecuente oír voces de "¡Viva los novios!" a lo que el resto de los invitados responde "¡Viva!".

Costumbres más recientes son también las que en su día se recogieron en Mendiola, Moreda (A); Muskiz, Urduliz (B); Elgoibar (G); Obanos y Viana (N). Durante los postres quitaban la corbata al novio para cortarla en pedazos y ofrecerlos entre los invitados. Estos, a cambio del trocito de corbata, dejaban dinero para los recién casados en una bandeja o cesta. Los informantes de Viana (N) señalan que es una costumbre copiada a los catalanes. En Muskiz, Obanos y Viana, hacían una subasta con el nudo de la corbata y en ocasiones también con el liguero de la novia. En Moreda quitaban un zapato a la novia para recoger los donativos resultantes del reparto de los trozos de la corbata. Hoy en día estas prácticas se están perdiendo ya que "era un pedir descarado" y no está bien visto (Obanos-N).

Debemos señalar que, una vez acabados los postres, a partir de los ochenta, es normal que el fotógrafo oficial de la boda, una vez reveladas las fotografías hechas antes, durante y después de la ceremonia, y al inicio del banquete, pase por las mesas para que los invitados encarguen las copias que les interesen.

Por otra parte últimamente se ha extendido en algunas celebraciones que a la hora de los postres sirvan a la novia algún plato con huevos, plátanos, etc.

Baile

Hay testimonios que describen que tras el banquete los comensales pasaban a divertimentos tales como juegos y competiciones diversas (Donoztiri-BN), sin embargo la actividad lúdica por excelencia en las sobremesas ha sido y es el baile. También existen diversos testimonios que indican la presencia en estos actos de repentizadores de versos, bertsolariak, para amenizar algunos momentos de la fiesta.

En Vasconia peninsular el baile suele tener lugar tras el banquete. Antiguamente si uno de los contrayentes era viudo se suprimía[11]. En Vasconia continental, en cambio, la tradición parece haber sido bailar durante el banquete conforme se van sirviendo los diferentes platos (Lekunberri-BN). Aquí el carpintero, que previamente había instalado las mesas en el granero o establo, debía montar con el mismo material un tablado en el que los invitados pudieran bailar.

En Gatzaga (G) a principios de siglo el momento de la danza comenzaba después de acabar con los platos del banquete, sin ninguna ceremonia especial. Existía la costumbre de pedir baile a la novia o, al menos, girar alrededor de ella en bailes de corro.

Según describen el Padre Donostia y otros autores, en Baztan (N) el baile solía comenzar a los postres, al son de los ttunttuneros, con la mutildantza, el aurresku con los novios o la porrusalda, ya para todo el vecindario[12]. Acababan al anochecer, en soka-dantza que recorría todas las calles del pueblo. Aquí encabezaban la cuerda el padrino de boda y la novia. El novio no podía integrarse en la cadena. Iba acompañando al grupo llevando una botella de vino de tres pintas y un vaso, para invitar a la gente que encontrara en el camino. Tras dar una vuelta al pueblo iban a las casas de los invitados donde se servían vino y refrescos, En cada casa el padrino y la novia se colocaban a ambos lados de la puerta y elevando los brazos, hacían pasar bajo el arco que formaban con el pañuelo a todos los participantes en la danza.

En Luzaide (N)[13] solían bailar en estas celebraciones iantza luzia o madar iantza. El que encabezaba la danza llevaba una horquilla de tres puntas. En cada una de las púas hincaban peras, manzanas o algún otro fruto y decoraban el apero con papeles de colores. Esta costumbre, propia del día de la boda, ha ido sustituyéndose con el tiempo por las danzas llamadas bolant iantzak. En Roncal (N) bailaban al son de guitarras, panderos y acordeón tras el banquete[14].

En las últimas décadas se ha generalizado la costumbre de contratar pequeños grupos o bandas para que amenicen el baile del banquete de bodas. El trabajo de estos grupos no se limita en la actualidad a esta única función, ya que muchas veces interpretan piezas musicales a la entrada de los recién casados y al presentar la tarta nupcial.

Está establecido también hoy día que sean los recién casados quienes abran el baile, generalmente a los sones de un vals. A continuación salen a la pista los familiares y allegados y, finalmente, acaba participando la mayoría de los asistentes al banquete.

A partir de este momento gran número de personas pedirá baile a los recién casados, sobre todo los varones a la novia, ya que en esta ocasión está permitido.

Los grupos musicales suelen interpretar tanto temas para danzar "a lo agarrado" como otros ritmos más modernos de danzas a lo suelto. Está también generalizado el repertorio de bailes propio del país, tanto los colectivos en forma de corro (en los territorios orientales) como las danzas por parejas: jotas, fandangos, etc. (en la zona occidental).

Por otra parte, suele ser habitual que algún familiar que sepa tocar el txistu u otro instrumento músico, como acordeón, etc. participe en las celebraciones amenizando algunos momentos del baile.

Cantos

Con ocasión de estas celebraciones ha sido tradicional que los asistentes al banquete entonen cantos.

Suele utilizarse el repertorio de cantos populares de cada lugar: cantos tradicionales antiguos, composiciones para cantar en coro, jotas,... junto con todo el repertorio más moderno (habaneras, composiciones modernas, etc.). Por otra parte hay también composiciones propias de estas ocasiones.

Entre las más antiguas, Resurrección M.ª de Azkue dejó testimonio de algunas recogidas en Bizkaia y Gipuzkoa. De Elorrio (B) es la siguiente composición, utilizada para los momentos de baile[15]:

Dantzadu daigun sonbrailu
Maria jaku ezkondu
Maria gurearen ezteguetan
gura aiña arto jan dogu.

También recopiló la siguiente canción en Berriz (B):

Dantzadu daigun sonbrailu
bagila jaku azaldu.
Bagila datorrenean
zaarrok ilgo'ituk
zaarrok ilgo'ituk,
gazteak urrengo urtean.
Laralala laralarala.
Zaarrok ilgo'ituk
artean olgadu gaitean
laralala laralala.
Dantzadu daigun sonbrailu
Maria jaku ezkondu
aretxen eztegurako
txarri-buztana laban-labana
gatzetan gordea dogu.
Laralala laralarala.
Txarri-buztana laban-labana
guztiok gaur jango dogu,
laralala laralala.
(Dancemos sornbrallu / nos ha llegado junio. / Cuando llegue junio / los viejos morirán / los viejos morirán, / los jóvenes al año siguiente. / Laralala laralarala. / Los viejos morirán / mientras tanto holguemos / laralala laralala. // Dancemos sombrallu / María se nos ha casado / para su banquete / hemos metido en salazón / el rabo resbaladizo del cerdo. / Laralala laralarala. / Rabo de cerdo resbaladizo / lo comeremos hoy entre todos, / laralala laralala.)
P.G.618 Allegro y allegretto.jpg

Variantes de parecidas canciones fueron recogidas por Azkue en Bergara y Elgoibar (G)[16].

En Arrona (G) y sus entornos era conocida esta otra canción:

Muxu Beltzean
ezteiak ziren arratsean.
Emezortzi txingar-puska
nere tupiaz aurrean.
Urra labiru, labiru lena
nere tupiaz aurrean.
(En casa de Morro Negro, / la noche en que hubo bodas, / dieciocho trozos de brasa / delante de mi marmita. / Hurra labiru, labiru, lena, delante de mi marmita.)
P.G.619 Andante mosso.jpg

En las décadas de los ochenta y noventa, al ir imponiéndose la presencia de la banda musical en el banquete, ha ido decayendo la interpretación de cantos entre los invitados.

Obsequios a los asistentes

Aunque sea una costumbre muy generalizada actualmente, al menos en Vasconia peninsular, se puede afirmar que en las bodas anteriores a los años sesenta no se solía hacer ningún regalo a los convidados. Se consideraba suficiente regalo la invitación misma a los banquetes.

Solamente se recuerda en una de las localidades encuestadas que en alguna boda pudiente de los años treinta llegaron a repartir bombones entre las mujeres y boinas entre los hombres (Sangüesa-N).

Conforme ha ido aumentando el número de invitados y quizás con el fin de ofrecer como agradecimiento por parte de los padrinos y los recién casados un momento de atención personal, se ha ido imponiendo la costumbre de que los novios, en la sobremesa, recorran las mesas hablando y departiendo con los convidados de forma breve.

Ya desde muy antiguo se repartía tabaco entre los varones en casi todas las localidades encuestadas de Vasconia peninsular. Se introdujo después la costumbre de imprimir los nombres de los novios y la fecha del enlace en la vitola del cigarro y también en las cajetillas de cerillas (Zerain-G). No había por lo general ningún tipo de presente para las mujeres. En algunas localidades, sin embargo, la novia regalaba a las invitadas y al cura pañuelos (Amescoa-N)[17].

Ya en la década de los sesenta y setenta, se entregaba a las mujeres invitadas un pequeño paquete de cuatro o cinco cigarrillos rubios y posteriormente se repartieron cajetillas enteras (Bermeo, Durango, Urduliz, Zeanuri-B; Beasain, Bidegoian, Elgoibar, Hondarribia, Telleriarte-G; Aoiz, Artajona, Garde, Lekunberri, Obanos y Viana-N).

Antes, y ahora también, es el mismo novio quien procede al reparto del tabaco a los hombres. Sin embargo, en muchos lugares es el padrino el que se encarga de esta tarea (Moreda-A; Carranza-B).

Entre las mujeres, aparte de la misma novia, puede darse el caso de que sea una hermana suya la que vaya repartiendo los regalos entre las invitadas (Moreda A).

Hay lugares, en cambio, en los que las novias ofrecen el tabaco a los varones y los novios se encargan de hacer el regalo a las mujeres (Muskiz-B).

Según indican los datos recopilados en la encuesta de Treviño (A), son los padrinos de ambas familias los que corren con los gastos de los regalos.

En la década de los ochenta se ha generalizado el que en los momentos posteriores a los postres los recién casados, generalmente la novia, pase a departir con los invitados y haga entrega de algún pequeño detalle a las mujeres. Suelen ser bolsitas de dulces o almendras, flores, espejos, bandejitas, figuritas de porcelana, etc. Estas últimas también pueden grabarse con los nombres de los contrayentes y la fecha de la boda.

En algunas localidades señalan que ha habido costumbre de que los novios firmen en su foto o en la carta del menú del banquete, pero este uso ha ido en retroceso (Viana-N).

De todas maneras se observa que aparte del regalo del tabaco, que ya ha quedado prácticamente institucionalizado en la Vasconia peninsular, en algunos sectores sociales se empieza a considerar de mal gusto cualquier otro tipo de presente a los invitados (Orozko-B).


 
  1. Pedro Mª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 158.
  2. APD. Cuad. 2, ficha 221/6.
  3. Francisco ARRARAS. “Bodas de antaño” in CEEN, VI (1974) pp. 32-33.
  4. APD. Cuad. 2, ficha 221.
  5. José Miguel de BARANDIARAN. “Materiales para un estudio del pueblo vasco: En Liginaga (Laguinge)” in Ikuska. Nº 10-13 (1948) p. 83. Francisco ARRARAS. “Bodas de antaño” in CEEN, VI (1974) pp. 32-33 y José Mª SATRUSTEGUI. Euskaldunen seksu bideak. Oñati, 1975, p. 116.
  6. José Mª SATRUSTEGUI. “El grupo doméstico de Valcarlos” in CEEN, I (1969) p. 192 y Euskaldunen seksu bideak. Oñati, 1975, p. 119.
  7. José Miguel de BARANDIARAN. “Bosquejo etnográfico de Sara” in AEF, XXIII (1969-1970) p. 113. Este episodio quedó reflejado cinematográficamente en la película Fuego Eterno, dirigida por José Angel Rebolledo (1985).
  8. Juan THALAMAS LABANDIBAR. “El origen sacro de las primeras instituciones vascas” in BRSVAP, XXXI (1975) p. 323.
  9. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDh6.
  10. Pedro Mª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 158.
  11. Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. “Apellániz. Pasado y presente de un pueblo alavés” in Ohitura, 0 (1981) p. 211.
  12. APD. Cuad. 2, fichas 221/6, 221/7 y 221/8. Ramón VIOLANT I SIMORRA. El Pirineo español. Vida, usos, costumbres, creencias y tradiciones de una cultura milenaria que desaparece. Barcelona, 1985, p. 298 y Vidal PEREZ DE VILLARREAL. “Arráyoz, un lugar del Baztan. Estudio etnográfico” in CEEN, XXII (1990) p. 298. Vide también Francisco ARRARAS. “Bodas de antaño” in CEEN, VI (1974) pp. 32-33.
  13. José Mª SATRUSTEGUI. Euskaldunen seksu bideak. Oñati, 1975, p. 120.
  14. Ramón VIOLANT I SIMORRA. El Pirineo español. Vida, usos, costumbres, creencias y tradiciones de una cultura milenaria que desaparece. Barcelona, 1985, p. 298.
  15. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, pp. 277-278.
  16. Resurrección Mª de AZKUE. Cancionero Popular Vasco. Tomo III. Barcelona, [1923], pp. 302-305.
  17. Luciano LAPUENTE. “Estudio etnográfico de Améscoa” in CEEN, III (1971) p. 144.