Rogativas ocasionales

En Viana (N) en caso de extrema necesidad para los campos, sobre todo a causa de las prolongadas sequías, se celebraban las rogativas invocando a un determinado santo en la propia ciudad o marchando a alguna ermita. Los santos preferidos de los vianeses en estos casos fueron santa María Magdalena, patrona de la localidad, Nuestra Señora de Cuevas, san Juan del Ramo y el Cristo de la iglesia parroquial de San Pedro. Ya desde los años 1960 no se acostumbra a celebrar este tipo de procesiones.

En Arrieta (N) se celebraba la “Procesión de los ratones”. En ella participaban los vecinos de esta localidad que acudían en procesión a un alto del término denominado Bizkar desde donde el cura enviaba sus bendiciones a los cuatro vientos para conjurar las plagas de ratones. A este acto propiciatorio se unían los vecinos de Villanueva (N).

En San Román de Kanpezu (A) en mayo subían en rogativa a la ermita de San Román, que es una gruta natural que se halla encima del pueblo. Desde su altura se bendecían los campos con el agua bendita traída de San Gregorio de Sorlada (Navarra). Los demás pueblos también traían para bendecir los campos el agua de san Gregorio, pero luego lo hacían con agua bendecida por el párroco. Otra ermita desde la que se bendecía el campo es la de San Vitor de Obecuri. Se subía a la ermita en rogativa el mismo día de la fiesta patronal del pueblo (14 de mayo). Es san Vitor el patrono del pueblo.

En Berganzo (A) en tiempos de sequía acudían en rogativa a la Virgen de Toloño. También hacían rogativas en el mes de julio para impetrar la lluvia. Sacaban en procesión a la Virgen del Campo y a san Isidro labrador por los caminos del pueblo: por La Presa, por el camino de “la ermita abajo”, rezando y cantando las letanías.

En Apodaka (A) cuando en los meses de mayo o junio había gran sequía se juntaban los pueblos de Apodaka, Echavarri Viña y Mendarozqueta en la iglesia de Etxabarri Ibiña y de allí iban en procesión cantando las letanías hasta Mendiguren y en su iglesia en el altar de la Virgen de La Antigua se oía la misa y se rezaba para que lloviese. Si la sequía persistía, las rogativas proseguían en la ermita de Santa Lucía en Ondategui y en Antezana.

En Ribera Alta (A) en época de sequía se hacían rogativas en Anúcita; consistían en una procesión que iba encabezada por la imagen de san Clemente, santo que habitualmente se encontraba en una ermita próxima a la localidad, trasladándolo desde su ermita hasta la iglesia del pueblo. Esta procesión iba precedida por el cura local y tras él todos los vecinos.

En Villodas (A) se hacían rogativas a san Pelayo para pedir la lluvia. Se sacaba su imagen en procesión desde la parroquia de San Cristóbal hasta la ermita de San Pelayo. Cuentan que en cierta ocasión mojaron con agua la imagen y cayó agua e incluso granizo.

En Ajuria (B) lo mismo que en Zeanuri (B) y otras localidades en tiempos de sequía, sobre todo en primavera, se hacían rogativas, errogatibek, en la iglesia para impetrar la lluvia. La petición de hacer estas rogativas partía de los vecinos y acudían todos los que estaban necesitados de lluvia para sus sembrados. Tenían lugar por la mañana de un día de labor.

Tanto de Ajuria (B) como de las localidades vecinas de Ibarruri y Mauma iban en rogativa, cantando las letanías, letañiek kantetan, a la ermita de san Cristóbal del monte Oiz. La rogativa tenía lugar el día de san Gregorio, 9 de mayo. De los tres lugares se congregaban en una especie de plazuela antes de llegar a la ermita. Luego continuaban hasta la ermita donde asistían a misa. De Lumo (B) se iba en rogativa desde la parroquia a la ermita de santa Lucía en el barrio de Lurgorri para impetrar lluvia en tiempo de sequía.

En el Valle de Carranza (B) antaño “se hacían rogativas públicas en la parroquia de Soscaño con asistencia del ayuntamiento en corporación, de las demás autoridades, de todo el clero del arciprestazgo y de los fieles para pedir favor al cielo a fin de que se dignara enviar lluvia o evitar la sequía de los frutos y esterilidad de la tierra, por el espectro del hambre. Antes se celebraba una función general con la asistencia indicada y con ella se ponía en novena la Virgen de la Milagrosa y durante los nueve días que duraba venían en rogativa especial los vecinos de las demás parroquias de Carranza, con su cura y el estandarte parroquial a oír la misa en Soscaño”[1].

En Muez (Valle de Guesalaz) y Ugar (Valle de Yerri) (N) en primavera se realizaban procesiones de carácter rogativo con objeto de pedir lluvia o impedir males a las cosechas en crecimiento. En Valtierra (N) contra la mala climatología señalan los informantes que solo les quedaba rezar y sacar en procesión a la Virgen de Nieva, patrona de la localidad. No en vano, en su himno cantaban contra esas inclemencias: “Virgen de Nieva, protege a tus hijos de rayos y centellas”.

En Obanos (N) el penúltimo domingo de septiembre (actualmente la fecha de esta romería suele cambiar), cuando ya empieza a madurar la uva, se subía en romería a Arnotegui, cantando las letanías de los santos.

En Sara (L) tal como señalaba Barandiaran en los años 1940, la devoción y las procesiones a las ermitas de Larrune (St. Sprit), de Olían (Santa Cruz) y de Santa Bárbara, (entonces estaban ya destruidas), tenían sin duda por principal objeto ahuyentar los pedriscos y otras malas tempestades que pudieran asolar los campos. Tales ermitas estaban situadas, además, en zona periférica del territorio antiguamente poblado y del lado de donde iban las nubadas.


 
  1. Nicolás VICARIO DE LA PEÑA. El Noble y Leal Valle de Carranza. Bilbao: 1975, p. 247.