Saltos de longitud

En Viana (N), durante los recreos escolares, los chicos efectuaban «el salto de longitud» del siguiente modo: Sorteaban en primer lugar el orden de intervención. El primero trazaba una raya en el suelo y a continuación otra separada un metro. Después cada uno trataba de salvar esta distancia. Seguidamente se alejaba la segunda marca unos centímetros y de nuevo volvían a probar suerte. Cuando la separación entre ambas rayas era excesiva, el primero podía decidir, por ejemplo, superarla en dos saltos. El juego permaneció vigente hasta la década de los cincuenta aproximadamente.

En Portugalete (B) el salto de longitud es un juego propio de chicos. Se traza una raya en el suelo y los intervinientes se sitúan con la punta de los pies junto a ella. Haciendo una flexión para tomar impulso se lanzan hacia adelante, intentando llegar lo más lejos posible. Gana el que alcanza mayor distancia. Otra forma de saltar es «cogiendo bolida», esto es, corriendo hasta la raya para impulsarse. El intento no es válido si se pisa la marca.

En Apodaca (A) se conocía con el nombre de «Saltar a la pata coja» un sencillo juego similar al salto de longitud pero en el que, como su nombre indica, se empleaba una única pierna para propulsarse. Se elegía terreno blando o se mojaba previamente la tierra para que al apoyar el pie dejase huella y no hubiese lugar a trampas. Todos los participantes se ponían en fila según el orden de sorteo. De juez actuaba otro niño que no saltase o dos chicas. El saltador cogía carrerilla hasta la parra y desde allí brincaba con un solo pie. A menudo se producían acaloradas discusiones por la forma de saltar o poner la pierna.