Sordera, gortasuna

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Orozko (B) y Zerain (G) a la sordera se la denomina gorra, en Goizueta (N) sorra, en Telleriarte (G) gorreria, en Eugi (N) gortasuna y en Beasain y Oñati (G) gorraizea; al sordo en Bermeo (B), Beasain y Bidegoian (G) gorra y en Donoztiri (BN) elkorra.

En San Martín de Unx (N) a quienes perdían audición se les decía que estaban turbientes.

En Carranza (B) se suele decir de quienes padecen sordera de nacimiento o desde niños que son desconfiados.

En Moreda y Ribera Alta (A) saben que para este problema no hay solución; además no se han conocido remedios tradicionales (Beasain-G).

En Bidegoian y Zerain (G) se asegura que es un achaque de la vejez por lo que se acepta con resignación; aun así ha sido costumbre realizar peregrinaciones a determinadas ermitas de la zona para recuperar la audición.

En el Valle de Erro (N) de la persona que era sorda o se quedaba sorda con la edad se decía que no tenía curación. Cuentan aquí que los sustos pueden provocar este problema. Del único sordo de Aincioa, que ya falleció, todo el pueblo decía que se quedó sordo del susto que se dio al caer en una sima.

En Vasconia continental se recurría a un fresno de dos años; una vez calentado ligeramente producía un jugo que se recogía cuidadosamente para echarlo en los oídos de quien padecía sordera[1].

En Zeanuri (B) se ponía rusiente una piedra blanca, se echaba a la leche y se hacía que su vapor entrase en el oído. Este tratamiento se debía repetir tres veces[2].

Azkue también recogió algunas prácticas de naturaleza creencial para quitar la sordera como recurrir al aceite de San Gregorio. En Olaeta (A) con el mismo fin se tenía la costumbre de llevar a San Cristóbal de Aramaiona una planta de árbol, ya fuese haya, roble o cualquier otro. Esta ermita se encontraba entre Olaeta y Aramaiona y su contorno estaba lleno de hermosos árboles[3]. En Ataun (G) se echaba en el oído aceite de la lámpara de San Gregorio.

En esta última población guipuzcoana cuando después del baño no se percibían bien los sonidos por haberse introducido agua en los oídos formando una burbuja en el conducto auditivo externo, los muchachos tapaban el oído con una piedrezuela plana, adaptándola bien sobre el pabellón de la oreja, después la golpeaban con otra piedra y así conseguían deshacer la burbuja y oír como antes[4].


 
  1. DIEUDONNÉ. “Medécine populaire au Pays Basque” in Gure Herria. Tomo XXVI. Bayonne: 1954, pp. 197-198.
  2. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 248.
  3. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 248.
  4. José Miguel de BARANDIARAN. “Los monumentos. Litocultura” in Eusko-Folklore. Materiales y cuestionarios, XXXVI. Vitoria: 1923, p. 46.