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Los niños también han recurrido a contar cuentos que carecen de final y que sirven para tomar el pelo a quienes los desconocen.
A los chiquillos de Allo (N), por ejemplo, se les preguntaba si querían que se les contase «el cuento de María Sarmiento que nunca se acaba». Al responder afirmativa o negativamente se les decía: «Que no te digo ni que sí ni que no, sino que a ver si quieres que te cuente el cuento de María Sarmiento que nunca se acaba». El juego duraba hasta que se aburría el interlocutor. [[File:4.222 Contando cuentos. Oleo de M. Flores Kaperotxipi 1964.png|center|600px|Contando cuentos. Óleo de M. Flores Kaperotxipi, 1964. Fuente: Flores Kaperotxipi, Mauricio. Pintore euskaldunak eta ez-euskaldunak. Donostia: Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, 1989.|class=grayscalefilter]]
Lo mismo les ocurría a los críos de Bilbao, Portugalete (B), Vitoria, Pipaón y San Román de San Millán (A) ante la pregunta: «¿Quieres que te cuente el cuento de la buena pipa?». En Apellániz (A) preguntaban: «¿Quieres que te cuente el cuento de la pipa y pon?»
En Pipaón decían: «¿Quieres que te cuente el cuento de María Sarmiento que fue a cagar y se la llevó el viento?». Fuera cual fuera la respuesta, se repetía la pregunta.
De Portugalete proceden estos otros: «Era un gatito con las orejas de trapo y las patitas al revés. ¿Quieres que te lo cuente otra vez?»; y «Erase un rey que tenía tres hijas, las metió en tres vasijas y las tapó con pez. ¿Quieres que te lo cuente otra vez?». Este último también se ha constatado en Apellániz, Pipaón (A) y Bilbao (B). En esta última localidad dicen «botijas» en lugar de «vasijas».