Tipos de pan, número y peso

Se han recogido algunas denominaciones específicas del tipo o clase de pan ofrendado. Así, en Gamboa, Mendiola, Narvaja y Otazu (A) era la otana; en Bernedo, Berganzo, Lagrán (A) y Larraun (N) tortas; en Salvatierra (A), Obanos y Sangüesa (N) chosne, en Liginaga (Z) txoina; en Amorebieta-Etxano (B) ritxe, y en Aria (N) pan «cabezón», kabezona.

Las obladas, olatak, (del latín oblata, cosa ofrecida) que se utilizaban para ofrendar en la iglesia eran unos panecillos delgadísimos y muy blancos, de los que frecuentemente se valían a menudo hasta que se estropearan. Su uso estuvo generalizado. En Lekeitio (B) se decía que «aunque no fuesen mayores que la corona de los sacerdotes, las oblatas eran siempre cosa buena»[1]. En Zeanuri (B), olatea era un panecillo de harina de trigo; con el mismo nombre se denominaba en Lezama (B) y Ataun (G) a un pan de libra de tres picos; olata era en Elosua, Zerain (G) y Otxagabia (N) un pan de tres picos de 300 gr. y en Ispaster (B) olata era una torta de tres picos como las que los padrinos regalaban a sus ahijados anualmente por Pascua de Resurrección[2]. También en Gamboa (A) el pan ofrendado, olada, tenía tres picos, y en Amezketa (G) el pan era de cuatro puntas.

En algunas localidades, al pan de ofrenda se le conocía por el precio que tenía en el mercado. Así, en Bedia (B) era un pan de cinco céntimos, en Bera (N) el pan de diez céntimos, bi sosko olata, y en Andoain (G) de txanpon.

En Bermeo (B) se ha recogido que el pan de ofrenda se hacía sin levadura; sin sal en Ispaster (B) y de harina de trigo con el salvado en Elgoibar (G).

De una localidad a otra podía variar la cantidad de pan; también la categoría del funeral que era reflejo de la posición económica de la familia, la proximidad del parentesco o vecindad con el difunto y otras circunstancias condicionaban el número de panes ofrendados.

En Ataun (G), si el funeral era de «cofradía entera», kopradi osokoa, se ofrendaba un pan de cuatro libras, y de tres libras y media si era de «media cofradía», kopradi erdikoa[3]. En Amezketa (G) se ofrecían dos panes grandes en los funerales de primera y uno en los de segunda. En Sangüesa (N), hasta 1950 tres panes, dos o uno según el funeral fuera de primera, de segunda, y de tercera o cuarta respectivamente. Más antiguamente también se conoció en esta localidad navarra la costumbre de ofrendar trigo o pan cuya cantidad dependía de la voluntad y posición económica de cada familia. En Lekunberri (N), en los funerales de segunda se llevaban dos o tres panes, además de otras ofrendas y en los de tercera únicamente pan. En Aria (N), el número de panes ofrendados se correspondía con el de misas sufragadas y podían ser dos, tres o cuatro según los recursos económicos de la familia.

En Bidania (G), la familia del difunto ofrendaba pan de dos libras, los parientes de una libra y los vecinos un panecillo[4]. En Berganzo (A), los de casa cuatro tortas de pan y los familiares cercanos una otana. En Lekunberri (N), la familia dos o tres panes y los vecinos un bollo. En Lagrán (A), los familiares más allegados ofrecían tres panes. En Lezama (B), antiguamente, los propietarios ofrendaban una libra cada uno, y media cada uno los otros.

En Mendiola, Otazu (A), Soscaño-Carranza (B), Beasain, Urnieta (G) y Goizueta (N) ofrendaban un pan; en Zegama (G) uno por cada sacerdote. Una otana en Berganzo (A); y medio pan o entero según la categoría del funeral en Valdegovía (A); uno o dos en Orozko (B) por el mismo motivo y en Liginaga (Z) uno o dos según el difunto fuera soltero o casado respectivamente. Dos panes ofrecían en Busturia (B), y dos o tres en Pipaón (A), tres en Apodaca y Salcedo (A) y cuatro tortas en Berganzo (A). En Salcedo podía ser también un único pan equivalente en peso a tres unidades. En Oiartzun (G) ofrendaban 16 panes de a cuatro libras el día de las exequias.

El peso de los panes de ofrenda, según los datos recogidos, oscilaba entre uno y tres kilos. En Salcedo (A), Zegama (G), Sangüesa (N) y Liginaga (Z) pesaba un kilo; en Narvaja, Pipaón (A) y Goizueta (N) dos kilos. En Oiartzun (G) cuatro libras y en Ataun (G) cuatro libras o tres y media. En Salcedo podía llegar a pesar casi tres kilos. En Bidania, dos libras o una. En Durango (B), Oiartzun y Bidegoian (G) su peso era de una libra y en Aria (N) de libra y media. En Andoain (G) se ofrendaba pan de un cuarto, kuartoko ogia. El peso de las obladas era más pequeño en razón de su delgadez y giraba en torno al cuarto de kilo.

Según López de Guereñu, en algunos lugares de Álava el pan que se ofrendaba era habitualmente de dos kilos (cuatro libras) ya que este peso era el más común de la hornada, pero cada localidad ofrendaba el pan que comúnmente cocía que oscilaba entre uno y cinco kilos[5].

En la mayoría de las poblaciones encuestadas se ha señalado que el pan de ofrenda era pan común y se amasaba y cocía juntamente con la hornada de la casa. En Zeanuri (B), los panecillos, denominados olatak, se cocían el sábado para colocarlos en la sepultura al día siguiente. En Gamboa (A) recuerdan que algunas casas hacían este pan más pequeño que los del resto de la hornada y quien no cocía pan, compraba una otana al vecino para llevarla a la iglesia. En esta misma localidad se ha recogido que la costumbre era ofrendar panes en el templo siempre que se hacía hornada en casa.

La ofrenda de pan se mantuvo vigente tiempo después de que dejara de hacerse el pan en las casas y de ello hay testimonios también en nuestras encuestas. Así, en Ibarra-Aramaio (A) y Alboniga-Bermeo (B) señalan que primero los panes fueron de la hornada de casa pero luego se compraban en la panadería. En Valdegovía (A) también se ha constatado que el panadero elaboraba unos panes especiales para la ocasión. En Busturia (B) fue costumbre incluso que el panadero vendiese en el pórtico de la iglesia esta clase de panes. En Zerain (G), cuando dejó de cocerse pan en casa, con ocasión del funeral la familia del difunto llevaba el trigo a la casa cural para que el sacerdote encargase al panadero fabricar los panes que había que ofrendar cada domingo.


 
  1. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 204.
  2. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 204.
  3. AEF, III (1923) pp. 119-120.
  4. AEF, III (1923) p. 106.
  5. Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. “Muerte, entierro y funerales en algunos lugares de Alava” in BISS, XXII (1978) p. 205.