Tortícolis, sama okerra; calambres y dolores de pies

El tortícolis o torticolis, sama okerra, se suele atribuir a fríos y a malas posturas. En la mayoría de las poblaciones castellanoparlantes se ha recogido esta voz como femenina y esdrújula, la tortícolis, y es habitual oír la forma tortículis.

En Bermeo (B) al tortícolis se le dice tortikolisa y se intentaba aliviar frotando la zona afectada con aceite templado, para cubrirla posteriormente con un paño.

En Carranza (B) se trataba igualmente mediante frotaciones con aceite caliente y aplicación de paños también calientes empapados en alcohol.

En Murchante (N) las personas propensas a calambres o a que se les suba la bola, ponen en un calcetín un trozo de pastilla de jabón mientras duermen.

En Sara (L) para curar un miembro atacado por calambres, el afectado debía mojar con su saliva el dedo índice de su mano derecha y trazar con él una cruz sobre la parte afectada y luego frotarla.

En Apellániz (A) para curar el calambre, tanto en personas como en animales, se arrollaba alrededor del miembro enfermo una tira de piel de perro.

En Carranza (B) dicen que para que no vengan calambres a las piernas mientras se duerme se debe poner una lima bajo el colchón.

En Durango (B) se aplica una bolsa de hielo allí donde ha dado el calambre. También se dice que es bueno colocar las manos contra la pared, ponerse de puntillas y hacer estiramientos.

Para tratar los dolores o molestias de los pies, en Bermeo (B) se introducen los mismos en agua caliente con sal y se aplican ligeros masajes. Antiguamente se colocaban en las plantas una especie de parches, adquiridos en la farmacia, que se llamaban sinapísimos.

En Carranza para relajar los pies cansados y doloridos tras un día de trabajo o una caminata, se sumergen durante un buen rato en un baño de agua caliente con sal.

En Pipaón (A) los pies cansados se relajan poniéndolos en agua caliente con sal. Contra los golpes y retortijones de los mismos se recurre a baños de agua caliente con vinagre.

En Mendiola (A) cuando se tienen varices, las piernas inflamadas o los pies cansados, se recurre a baños en los que tan sólo se necesita un balde o cubo con agua templada y sal. Su objetivo es relajar o reducir la hinchazón de las piernas.

En Busturia (B) para las piernas y los pies hinchados y con dificultades de locomoción se recurre al siguiente remedio: Se vierte en un recipiente el contenido de un bote de lejía concentrada y otro tanto de agua y se añade una libra de sal, dos cabezas de ajo troceadas y machacadas y un puñado de tallos de la planta denominada azeri-buztana o luki-buztana (Equisetum arvense) a los que se han quitado las raíces y las hojas. Se hierve durante dos o tres minutos y cuando está todavía bien caliente se introducen los pies y se bañan las piernas mientras se dan fricciones. Se realiza la operación dos o tres veces diarias.

En Azkaine (L) para el baño de pies, se añadía al agua, sal, ceniza, txira-ostoa, eltzaur-ostoa (hoja de nogal), gaztain-ostoa (hoja de castaño), simiente de hierba y malva.

Barriola recogió que en Andoain (G) para los dolores de piernas, incluso no reumáticos, era bueno meterlas en un balde con agua en el que se ponían las vísceras de un animal recién sacrificado[1].


 
  1. Ignacio Mª BARRIOLA, La medicina popular en el País Vasco, San Sebastián: 1952, p. 64.