Uso de alfileres, agujas y espinas. Elorri zuria

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Las agujas y los alfileres han sido los objetos a los que más se ha recurrido cuando se presentaba la necesidad de extraer de la piel una espina o cualquier otro cuerpo extraño.

A veces los campesinos llevaban clavados en la boina alfileres para servirse de ellos si se hincaban una espina en pleno campo.

En Moreda (A) los hombres siempre llevaban pinchado en la boina un alfiler que utilizaban cuando se introducían en la carne un pinche, espino o mata. Primero desinfectaban con alcohol la zona donde estuviera alojado el objeto y si no tenían a mano, sustituían con vino. Luego quemaban la punta del alfiler y procedían a descarnar con la misma la zona del pinche. Finalmente se hincaba y se extraía la espina.

En Améscoa (N) también llevaban clavados en el cerquillo de la boina alfileres para servirse de ellos cuando querían sacar los pinchos que se clavaban en la piel. Pero no empleaban alfileres cualquiera sino los del túmulo que se formaba en Semana Santa en la iglesia, conocido como monumento. En esta localidad se mantuvo una costumbre original consistente en repartir a los niños el día de Sábado Santo los alfileres utilizados en el montaje de dicho altar. El origen de esta tradición tuvo que arrancar de cuando el monumento para reservar el Santísimo el día de Jueves Santo se hacía a base de telas que requerían para su colocación gran cantidad de alfileres que después de su uso se repartían a los niños para que jugaran con ellos. Debió de arraigar de tal forma esta práctica que en los últimos tiempos a pesar de no emplearse alfileres se compraban sin otra finalidad que repartirlos entre los niños. Para que estuvieran bendecidos los colocaban debajo de la almohada de la cruz que se adoraba en Jueves Santo. Una informante que fue mayordoma recuerda que se compraba un duro de los mismos y se distribuían el Sábado de Gloria muy de madrugada, a pesar de lo cual no faltaba ni un chico al reparto. Éstos entregaban en casa algunos de ellos a los hombres y los restantes los dedicaban a sus juegos.

Se ha constatado el uso de alfileres y de agujas en Abadiano, Bedarona, Durango, Gorozika, Nabarniz (B); Astigarraga, Bidegoian, Hondarribia, Oñati (G); Allo, Goizueta, Izurdiaga, Lezaun, Obanos, San Martín de Unx, Tiebas y Valle de Erro (N). En Valdegovía (A) se abre un poco la carne con una aguja y tras apretar con las uñas se saca. En Lemoiz (B) se emplea un alfiler y a veces una cuchilla de afeitar. En Vasconia continental además de la aguja o el alfiler también la punta de un cuchillo. En Arrasate (G) si los pinchos son grandes se extraen con pinzas y si son pequeños con alfileres.

Previamente era costumbre desinfectar la aguja o el alfiler empleados (Amézaga de Zuya-A) bien quemándolos o untándolos con alcohol (Bernedo-A, Berastegi-G, Aoiz-N).

En Agurain (A) en el caso de las briznas y espinas se dejaban transcurrir uno o dos días, se abría la piel con la punta de un alfiler, previamente quemado, y presionándola con los dedos se sacaban. Después se aplicaba alcohol.

En Berganzo (A) se extraían con un alfiler blanco tras haberlo quemado con alcohol. La aguja se consideraba más infecciosa por tener acero.

En Pipaón (A) si la espina no se puede coger con una pinza se quema una aguja en alcohol y con ella se rompe la piel hasta que se da con la espina, que entonces se puede extraer con la pinza o con la misma aguja.

En Muskiz (B) cuando se trata de una astilla, un pincho o cualquier otro objeto, se quema la punta de una aguja o alfiler y se escarba hasta sacarlo, luego se desinfecta con agua hervida y sal.

En Beasain (G) se abre un poco la piel con una aguja y se empuja hacia afuera apretando la carne, hasta que se pueda sujetar y sacar con las uñas o unas pinzas.

En Elgoibar (G) las extracciones de espinas y cuerpos extraños se realizaban con una aguja que primeramente se calentaba hasta dejarla al rojo vivo.

En Arraioz (N) se abre la herida con una aguja que previamente se ha quemado o pasado por el fuego y se saca la espina, arantzea.

En Lekunberri (N) las espinas y pinchos se extraían con una aguja desinfectada con antelación y seguidamente se echaban unas gotas de aceite frito con ajo para desinfectar la zona.

En Murchante (N) cuando se clavaban una espina, pincha, se extraía con la ayuda de una aguja de coser o un alfiler. Rompían la piel alrededor y se apretaba con los dedos para que emergiese.

Más antiguo que el uso de objetos metálicos como alfileres y agujas fue el empleo de elementos vegetales punzantes. Entre ellos destaca la espina del espino albar, Crataegus monogyna, de tantas connotaciones mágicas en la cultura tradicional.

Recuerdan en Apodaca (A) que cuando limpiaban las acequias y ribazos solían clavarse muchos pinchos que al llegar a casa se extraían con una aguja. Cuando no se tenía una a ma no se solía emplear con este fin un pincho de espino de albal.

En Ribera Alta (A) las espinas se sacaban igual que se hace hoy en día, con una aguja, alfiler o pincho de espino real. En Zerain (G) se extraen con la ayuda de una aguja o de una espina del espino blanco, elorri zuria. En Carranza (B) hoy día se recurre a una aguja pero antaño se empleaban con este fin las espinas de las espinas blancas.