Valle de Roncal

En el Valle de Roncal todos los vecinos tienen derecho a disfrutar de sus pastos además de ser congozantes de los de las Bardenas Reales. Al margen de la titularidad del terreno se considera que el pasto, como tal, es siempre común y por ello los vecinos de los diversos pueblos pueden llevar a pacer sus ganados a cualquiera de los terrenos del Valle.

Hay con todo, algunas disposiciones aceptadas que prevén ciertas salvedades y reglamentan el acceso a los pastos.

Los terrenos de monte podrían clasificarse en tres figuras: el «vedado», los «trozos y puertos» y el «panificado y los casalencos». Lo que queda fuera de estas figuras se considera común (independientemente de que se trate de terrenos privados, comunales del Valle o comunales de los ayuntamientos).

Vacas en Garbisa, Isaba, Valle de Roncal (N). Fuente: Arantza Arregi (Joseba Baines), Grupos Etniker Euskalerria.

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El vedado

En las cercanías de los pueblos hay un terreno que está destinado a alimentar el ganado de labor (bueyes, vacas, caballos)[1]; se le conoce como el «vedau». La cercanía de estos pastos permitía recurrir de inmediato a los animales que en él pacían para uncirlos o para cargarlos. En estos terrenos solamente puede pastar el ganado del municipio.

Los parajes soleados donde pastaban los bueyes de labor cerca del pueblo reciben los nombres de saisas o corseras.

Hoy en día ya no hay ganado de labor pero la figura del «vedau» sigue vigente. Antes estaba vedado tanto para el ganado de las otras localidades como para el del pueblo que no fuera de labor. Actualmente se tolera que entre ganado mayor que no sea de labor y también ganado menor, como las cabras.

En el pueblo había un cabrero que se encargaba de recoger en la cabrería las cabras de todos los vecinos y de llevarlas al monte a pastar. Por la tarde las devolvía al pueblo y los animales iban por su propia cuenta a sus casas.

Trozos y puertos

Se llama trozos a los pastos de verano que están situados en las zonas más altas de cada término municipal donde el pasto es abundante y de mejor calidad y el agua está garantizada para todo el verano; son zonas frescas o collados en los que corre el viento que permite al ganado combatir el calor. A aquellos trozos más extensos que están situados en las zonas fronterizas del Pirineo se les denomina puertos. Para que la hierba crezca no está permitido pastar en estas zonas altas del 1 de abril al 15 de junio.

Todos los ganaderos del valle tienen derecho a pastar en los trozos y puertos que les sean asignados del 15 de junio al 24 de agosto, debiendo respetar los de los demás ganaderos. A partir del 24 de agosto, día de «la suelta», cualquier ganado podrá pastar en cualquier puerto o trozo.

En función de su extensión y de su calidad cada puerto y trozo tiene su precio fijo y es la Junta del Valle la que los asigna a los ganaderos.

Panificado, casalenco y común

El resto del terreno del valle está formado por los panificados, los casalencos y el común.

Todos los pueblos del valle tienen unos terrenos de monte denominados panificados. Antaño en ellos se sembraba trigo para elaborar pan para el consumo familiar o cebada (ordio) para alimentar al ganado en invierno. Debido a las escasas posibilidades de abonado era conveniente dejar descansar la tierra. Por eso se dispuso el sistema de «año y vez» o «añada y contrahoja»: tomando como eje divisorio del valle al río Ezka, se estableció que un año era panificado un lado del río y al año siguiente el contrario. Los panificados están perfectamente delimitados con mojones y por relieves naturales. El lado que no toca panificado es común durante ese año —independientemente de que sean fincas particulares o comunales— y en él puede pastar cualquier ganadero del Valle sin límite de fechas.

Los panificados se subastan entre los ganaderos del pueblo al que pertenecen para que puedan disfrutar de la parte del terreno que no está sembrado (pinares o laderas de gran pendiente) y de las fincas sembradas, una vez recogida la mies. En estos campos solía quedar algo de grano así como los tallos del trigo; si además llovía salía una hierba buena y abundante porque la tierra había sido roturada para la siembra. Al año siguiente estos terrenos pasan a ser común y el panificado se establece en el otro lado del río.

La siembra se solía hacer generalmente en fincas particulares, aunque también se podía hacer en el comunal. El que sembraba tenía la obligación de «cruzar el campo». Consistía en señalarlo con una cruz marcada en la tierra sobre la que se ponía una vara de boj o un ramo. Se colocaban varias de estas señales por todo el perímetro del campo para que los pastores adjudicatarios del panificado lo respetaran y no entraran con el ganado.

El acceso de éste en el panificado estaba reservado al adjudicatario en el periodo que va del 1 de abril al 24 de agosto. A partir de esta fecha, día de «la suelta» el ganado de cualquier vecino del Valle podía entrar en cualquiera de los panificados.

Actualmente ya no se siembra trigo ni cebada pero la figura del panificado sigue vigente.

El casalenco es un terreno que se reservaba a las corderas y corderos para la Sanmiguelada (meses de septiembre y octubre), a fin de que tuvieran un terreno limpio y abundante en pasto.

Al casalenco también iba el ganado de la carnicería: un ganadero se hacía cargo de la carnicería del pueblo y su ganado tenía derecho exclusivo de unas zonas de monte, «el monte de la carnicería», y entraban también al casalenco. Una vez que el ganado bajaba a las Bardenas o se recogían las corderas, el casalenco quedaba «suelto» para los demás. A partir del 3 de mayo permanecía de nuevo totalmente vedado.


 
  1. Algunos informantes señalan que también pastaban en estos terrenos las cabras –aunque la ley prohibe que la cabra paste libremente–; estaban cerca del pueblo y ello hacía posible ir a recogerlas diariamente para ordeñarlas.