Zonas olivareras

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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El olivo (Olea europaea) es un árbol mediterráneo que está presente en la historia y el paisaje del Valle del Ebro desde hace más de dos mil años[1], al que romanos y árabes protegieron perfeccionando técnicas de producción preexistentes en la Península Ibérica por aportaciones de griegos, fenicios y cartagineses. Las investigaciones arqueológicas han encontrado testimonios de molinos de aceite o trujales en antiguos yacimientos romanos de Sada, Falces, Cascante, Barillas, Ablitas y Arellano (Villa de las Musas), incluso de carácter rupestre en Beire y Solchaga, dentro de Navarra, y vestigios de prensas de la misma época en La MorlacaVillamediana de Iregua, Camino del Pago-Medrano y Turrios-Berceo dentro de tierras riojanas colindantes con Álava[2]. En el pago de Santa María de Moreda (A), haciendo muga con Viana (N), hay restos que permiten presumir la existencia de obtención de aceite durante la romanización. Pero la presencia de oleáceas queda atestiguada por estudios polínicos realizados en el Abrigo de Peña Larga, en Cripán, y en el yacimiento de La Hoya, en Laguardia, en el contexto de un paisaje mediterráneo que se desarrolla en lo que hoy es Rioja Alavesa mucho antes, en la transición del III al II milenio[3].

Trujal arqueológico de Solchaga (N), 2012. Fuente: José Ángel Chasco, Grupos Etniker Euskalerria.

La altitud de las zonas olivareras actuales varía desde los 350 m en zonas bajas de Navarra hasta los 700 en algunos enclaves de cultivo de Álava. La distancia al Mediterráneo es algo superior a 300 km, por tanto el clima de transición continental donde se da la olivicultura está caracterizado por fuertes contrastes térmicos, pluviometría escasa (500-700 mm año), alta insolación, influencia del cierzo (viento seco y frío del nor-noroeste) y corto período libre de heladas. Los suelos son pardo calizos carbonatados. Estas circunstancias condicionan el cultivo de esta especie y solo excepcionalmente se registra su presencia en determinadas zonas bajo microclimas al norte de una línea imaginaria, que en Navarra limita, de este a oeste, con las sierras de Leire, Izco, Aláiz, Perdón, Andía, Lóquiz y Codés, y en Álava se extiende por la franja meridional denominada Rioja Alavesa, limitada al norte por la muralla de la Sierra de Cantabria y la Sierra de Toloño y al sur por el río Ebro, coincidiendo con el espacio destinado a la viticultura, en ocasiones con plantación mixta de viña-olivar.

Dentro de Navarra, las zonas olivareras principales son Tierra Estella, donde destacan los municipios de Arróniz, Aberin, Dicastillo y Arellano, y la zona sur colindante con Zaragoza y Logroño, en que sobresalen los de Murchante, Cascante y Ablitas, así como los de Cintruénigo, Corella y Fitero, aunque también revisten cierta importancia poblaciones como Eslava, Tafalla, Larraga, Mañeru, Allo y Viana.

En Álava, el cultivo del olivo se concentra en la franja fronteriza con la Comunidad Autónoma de La Rioja, vitivinícola y cerealista, con predominio en su parte oriental en las poblaciones de Barriobusto, Labraza, Lanciego, Oyón, Yécora, y, principalmente, Moreda[4].

Toda el área ha sufrido históricamente vaivenes en cuanto a la presencia del cultivo, no siendo menores la concentración parcelaria que obligó a la reordenación de propiedades rústicas y sus usos, las oscilaciones de los precios del aceite y de la mano de obra empleada en la recolección del producto, y actualmente las prescripciones de la Unión Europea sobre extensión de los olivares, encontrándose hoy la superficie cultivada en moderado ascenso por nuevas plantaciones, al amparo de las denominaciones de origen, el prestigio creciente de la dieta mediterránea y el apoyo institucional al considerarse el aceite de oliva en el presente un producto comercialmente competitivo incluso a nivel internacional.

Otro aspecto relevante que hoy se le reconoce al cultivo del olivo tiene que ver con el mantenimiento del paisaje, la fauna salvaje y el medio ambiente en su conjunto. El olivar ha servido durante siglos a la conservación del medio natural con una intervención mínima por parte del hombre y ha proporcionado un mantenimiento del suelo agrícola evitando los daños de la erosión.


 
  1. Se ofrece un resumen histórico de la olivicultura dentro del ámbito estudiado en David ALEGRÍA. “Molinos de aceite y trujales antiguos en Navarra y Álava” in Auñamendi Eusko Entziklopedia. (Fondo Bernardo Estornés Lasa). Disponible en: http://www.euskomedia.org/aunamendi/153889/142192.
  2. Y. PEÑA. “La producción de vino y aceite en el valle medio del Ebro” in Anales de Prehistoria y Arqueología. Tomos 27-28. Murcia: 20112012, pp. 141-154. Sobre técnicas antiguas de explotación bajo influencia romana el artículo, en la misma revista, y con la firma de la misma autora, “Variantes tecnológicas hispanas en los procesos de elaboración del vino y aceite en época romana”, pp. 37-57; y M.ª. P. PASCUAL; F. J. MORENO. “Prensas de aceite romanas en La Rioja” in Archivo Español de Arqueología. Núm. 53 (1980) pp. 199-210.
  3. . M.ª J. IRIARTE “Antropización del paisaje y economía de producción entre los siglos XV y IV a. C. El entorno vegetal del yacimiento de La Hoya (Laguardia. Álava)” in Estudios de Arqueología Alavesa. Núm. 19 (2002) pp. 162-190.
  4. Aunque es inferior el número de poblaciones olivareras alavesas en comparación con las de Navarra, las de Álava, en 2003, contaban con 250 hectáreas cultivadas distribuidas en 1516 parcelas, con 32 596 olivos en producción (65 000 kilos de aceite en ese año). Sobresalía Moreda con 70 hectáreas y 12 000 árboles plantados. En cuanto a Navarra, en 2006, eran 5200 las hectáreas repartidas en más de 18 000 parcelas de 135 municipios, con unos 8500 agricultores y 7 000 000 de olivos (en 1996 solo sumaban 500 000), con una producción en la campaña 2006-2007 de 15 000 000 kg de aceituna (3 700 000 kg de aceite). El navarro es el aceite europeo de producción más septentrional. Vide: J. A. CHASCO. El cultivo del olivo y la elaboración del aceite [en Moreda-A]. Investigación de campo Etniker realizada entre 2003 y 2012 y Ch. DOLADO; B. ARRIZABALAGA. “Aceite de Navarra. Un producto con sello propio y una nueva denominación” in Navarra Agraria. Núm. 163 (2007) pp. 5-10.