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Rito de ofrenda en las exequias

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El rito de la ofrenda de pan en la misa funeral se ha recogido en prácticamente todas las localidades. Varía de unas a otras la oferente y el recipendiario, así como el peso y número de panes, pero sustancialmente la ceremonia ritual es la misma. Consistía ésta en que, en el ofertorio de la misa, una o varias mujeres, en representación de la familia del difunto, y que estaban situadas en la sepultura doméstica o próximas a ella, se acercaran al altar. Al tiempo, uno de los celebrantes bajaba las gradas del presbiterio y una vez las oferentes habían depositado sus ofrendas (pan o pan y velas) en un cesto colocado al efecto, les daba a besar uno de los extremos de la estola o del manípulo, tras lo cual cada uno retornaba al lugar que ocupaba en el templo.
Así se recogió en los anos treinta en Amurrio (A) este ritual: Los panes de ofrenda eran ocho y se depositaban en una mesa en lugar señalado al efecto, cubierta con paño negro y sobre él un lienzo blanco. Las dos jóvenes portadoras de la ofrenda en el cortejo, «las del aurroqui», vestidas de riguroso luto, al ofertorio de la misa hacen la ofrenda; para ello tomaban dos velas encendidas que ardían sobre la mesa de los panes, ante la cual han permanecido durante toda la ceremonia y se presentan delante de las gradas del altar; el subdiácono baja a recibir la ofrenda, aquéllas besan la cruz del manípulo y se retiran con las candelas apagadas. «El rito está cumplido»<ref>José MADINABEITIA. ''El libro de Amurrio''. Vitoria, 1932, pp. 139-140.</ref>.
al efectoEn Ziga (Baztan-N), en la década de los años veinte, cubierta con paño negro y sobre él las mujeres en orden riguroso iban depositando un lienzo panecillo en el saco blanco. Las dos jóvenes portadoras de sostenido por el monaguillo y una vela en la ofrenda cesta larga tenida por otro, en tanto el cortejosubdiácono, «las del aurroqui»bajando al crucero, vestidas de riguroso luto, al ofertorio de la misa hacen la ofrenda; para ello tomaban les daba a besar el manípulo. Anteriormente eran dos las ofrenderas: La ''barride ''más próxima ofrecía dos velas en- cendidas que ardían sobre la mesa de los panescestas, ante la cual han permanecido durante toda la ceremonia propia con un pan y una segunda con otras ofrendas y se presentan delante de las gradas del altar; el subdiácono baja a recibir la ofrendamujer más cercana en parentesco al difunto llevaba en una cestilla otras ofrendas<ref>AEF, aquéllas besan la cruz del manípulo y se retiran con las candelas apagadasIII (1923) pp. «El rito está cum131-6o 132.</ref>.
plido» En Ataun (G), los panes que portaban en el cortejo para ofrendar eran colocados en la sepultura hasta el ofertorio de la misa. En este momento la serora llevaba la ofrenda de candelilla junto con los panes a la parte delantera de la iglesia, al pie del presbiterio, colocándolo en otra cesta, al tiempo que besaba la estola del sacerdote que bajaba del presbiterio a recibir la ofrenda.  En Otxagabia (N), la mujer de la familia del difunto era la última, entre las que iban a ofrendar, en besar la estola del cura y entregar su ofrenda de pan<ref>AEF, III (1923) p. 136.</ref>.  En Zerain (G), el pan ofrendado llegó a dar nombre a la categoría de los funerales que podían ser de dos panes, de uno y de dos libras, ''bi ogiko elizkizuna, ogi batekoa eta bi librakoa ''respectivamente. Al rito en que por vez primera se ofrecía pan se le denominaba ''ogi-asitzea. ''La clase de exequias repercutía directamente en el número y peso de pan a ofrendar durante el periodo de luto. En Elgeta (G) ocurría algo similar, pues al funeral de primera clase se le llamaba ''ogi nausikoa, ''de pan de propietario o de persona acomodada<ref>Juan GARMENDIA LARRAÑAGA. ''Léxico Etnográfico Vasco''. Donostia, 1987, p. 34.</ref>. En Elgoibar (G) están documentadas las ofrendas de pan y luces que se hacían en tiempos pasados en el convento de San Francisco de
En Ziga (Baztan-N), en la década de los años veinte, las mujeres en orden riguroso iban depositando un panecillo en el saco blanco sostenido por el monaguillo y una vela en la cesta larga tenida por otro, en tanto el subdiácono, bajando al crucero, les daba a besar el manípulo. Anteriormente eran dos las ofrenderas: La ''barride ''más próxima ofrecía dos cestas, la propia con un pan y una segunda con otras ofrendas y la mujer más cercana en parentesco al difunto llevaba en una cestilla otras ofrendas[[#ftn37|[37]]]
En Ataun (G), los panes que portaban en el cortejo para ofrendar eran colocados en la sepultura hasta el ofertorio de la misa. En este momento la serora llevaba la ofrenda de candelilla junto con los panes a la parte delantera de la iglesia, al pie del presbiterio, colocándolo en otra cesta, al tiempo que besaba la estola del sacerdote que bajaba del presbiterio a recibir la ofrenda.
En Otxagabia (N), la mujer de la familia del difunto era la última, entre las que iban a ofrendar, en besar la estola del cura y entregar su ofrenda de pan[[#ftn38|[38]]].
En Zerain (G), el pan ofrendado llegó a dar nombre a la categoría de los funerales que podían ser de dos panes, de uno y de dos libras, ''bi ogiko elizkizuna, ogi batekoa eta bi librakoa ''respecti-
vamente. Al rito en que por vez primera se ofrecía pan se le denominaba ''ogi-asitzea. ''La clase de exequias repercutía directamente en el número y peso de pan a ofrendar durante el periodo de luto. En Elgeta (G) ocurría algo similar, pues al funeral de primera clase se le llamaba ''ogi nausikoa, ''de pan de propietario o de persona acomodada[[#ftn39|[39]]]
En Elgoibar (G) están documentadas las ofrendas de pan y luces que se hacían en tiempos pasados en el convento de San Francisco de
la localidad que desempeñó funciones parro-[[#ftn40|[40]]]quiales y contó con 158 sepulturas de las que en
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