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Resulta muy difícil pronunciarse sobre este tema. Fuera de la lectura cristiana (la voluntad de Dios, ''Jainkoaren nahia'') o fatalista (''azken arenaorena'', ''azken ozka''...'), la muerte se “vive” a la vez como una presencia y como una partida. A decir verdad, se trata de interpretaciones basadas en indicios, en formas de actuar que parecen haber sido compartidas ampliamente en los tiempos “más antiguos”.
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A la salida de la casa, por lo menos en Baja Navarra, el carpintero organiza el cortejo. En la entrada del templo, la ''andere serora,'' , lo recibe. El primero representa a una comunidad que celebra la muerte de uno de los suyos y la segunda a esta misma comunidad quien lo acoge en un lugar donde, mediante la liturgia, la Iglesia dará su verdadero sentido a la muerte y por tanto a la vida.
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