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Ya observa Barandiarán que existen muchas concordancias entre los relatos de aparecidos y las historias de visitantes nocturnos de la vivienda familiar, geniecillos muchas veces benignos (''saindi-maindiak'', ''etxajaunak'', etc.), que muestran su disgusto si las brasas del hogar se apagan o si la vajilla utilizada en la cena no se ha limpiado o retirado<ref>José Miguel de BARANDIARAN. ''Estelas funerarias del País Vasco''. San Sebastián, 1970, p. 61.</ref>. Muchos ritos de apilamiento de las cenizas y rescoldos del fuego bajo o adecentamiento de la cocina se relacionan actualmente con la vuelta al hogar de los difuntos. Estos, además, generalmente suelen introducirse en la casa a través de la chimenea.