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''Zantiratua ''es una práctica popular que presenta tres componentes; uno empírico consistente en las friegas y frotaciones de aceite que se ejecutan con los dedos sobre la región lesionada; otro mágico al tratar de simbolizar la unión de la distensión mediante el cosido de un paño y un tercero religioso que hace referencia a las oraciones que se recitan durante la práctica y a las cruces que se trazan sobre la lesión.
Es aplicada fundamentalmente a las distensiones de tobillo y muñeca; a veces también a los casos de tortícolis. A juzgar por los lugares donde se ha registrado parece tratarse de una práctica vizcaina. Uno de los focos de esta costumbre lo constituían precisamente las poblaciones de Gernika, Ajangiz, Maruri, Gerrikaiz y Bedia<ref>José Miguel de BARANDIARAN. ''Mitología Vasca''. Madrid: 1960, p. 44.</ref>.
Esta práctica recibe el nombre de ''zantiretua ''/ ''zantiritua ''en Abadiano, Bermeo, Busturia, Durango, Gorozika (B) y ''zanatena ''en Lemoiz (B).
El vocablo ''zain ''tiene en euskera el sentido de nervio, vena o raíz por lo que literalmente viene a significar estiramiento del nervio o de la vena, idea que concuerda con algunos de los tratamientos, ya que las frases y actos que se realizaban ante el enfermo indicaban que era éste el concepto que se tenía sobre la patología de la lesión<ref>Ángel GOICOETXEA. ''Capítulos de la medicina popular vasca''. Salamanca: Instituto de Historia de la Medicina, 1983, p. 104.</ref>.
Esta práctica presenta alguna constante más como el hecho de que haya sido realizada por mujeres. En las diferentes poblaciones en las que se ha recogido se repite además el uso de una planta que recibe el nombre de ''zanbedarra ''(literalmente hierba de tendón). En realidad se trata de al menos dos especies pertenecientes al género ''Plantago'', que se caracterizan por tener hojas lanceoladas en cuyo envés se aprecian claramente las nervaduras que corren paralelas desde la base al ápice. Quizá tanto su nombre como su aplicación curativa radiquen en esa similitud entre sus nervios y las venas y tendones que recorren las extremidades humanas.
Según Barriola, si por un ejercicio violento o por cualquier otro motivo se presentaba un dolor muscular, el curandero diagnosticaba una distensión, ''zaintiratua'', o el desgarro de las inserciones del tendón, ''zanetena''. Parecería lógico pensar que tal desgarro podría repararse dando unos puntos que uniesen las partes separadas. Dado que esta operación resultaba imposible de practicar directamente sobre el mismo tendón o músculo, gracias a la magia de similitud, bastaba con que se realizase sobre un tejido cualquiera colocado sobre la lesión. Así, el ''zaintiratua ''se curaba dando puntos con una aguja y una hebra de hilo no anudada, con la que se atravesaba varias veces un lienzo, mejor un calcetín y no sólo para el caso de la pierna o el pie sino incluso para el tortícolis, mientras el curandero decía:
:''Zain tiratu''
:''zain urratu''
:''zaña bere tokian sartu.''
En Etxano (B) cuando se tenía una distensión se acudía a una curandera. Ponía una cataplasma sobre la parte dolorida y la vendaba bien vendada. Enhebraba una aguja con un hilo especial que ella tenía y la pasaba entre la venda. Antes de hacerlo rezaba un Credo y una oración especial que sólo ella sabía. Terminada la oración, como ya se ha dicho, pasa-pasaba la aguja por la venda formando tres cruces y diciendo cada vez: “''Sandiketu'' + ''sana urrutu'' + ''sana bere lekuen sartu''”. Terminado esto el paciente se marchaba dándose por curado<ref>APD. Cuad. 13, ficha 1255.</ref>.
En Ajangiz (B) recogió Barandiaran en la segunda década del siglo XX de un afamado ''zantiretuzale'', curandero de traumas, la siguiente fórmula de realizar el ''zantiretua'' o ''zanurratua''. El curandero colocaba una media o calcetín de lana sobre el miembro herido, que atravesaba varias veces con una aguja e hilo haciendo ademán de coser mientras pronunciaba las siguientes palabras: “''Zantiretu, zanurratu, zana bere tokian sartu''” (Músculo estirado, músculo herido, métase en su lugar el músculo) y rezaba tres padrenuestros, avemarías y glorias a la Virgen. Después el paciente o quien le atendía debía frotar el miembro enfermo con aceite caliente<ref>José Miguel de BARANDIARAN. ''Diccionario Ilustrado de Mitología Vasca. Obras Completas''. Tomo I. Bilbao: La Gran Enciclopedia Vasca, 1972, p. 212 (ter).</ref>.
Una vez colocadas las hierbas se ataban con un pañuelo hasta el siguiente día, en que se repetía el mismo procedimiento. Al tercer día se realizaba por última vez con la completa seguridad de que al cuarto ya se habría curado el ''zantiritua''. En esta localidad decían que San + Tiritu zana + urrutu zana bere lekun + sartuera el santo que había arrancado la vena de su sitio<ref>Recogido por Francisco de SALAZAR: LEF. (ADEL).</ref>.''
En Lemoiz (B) las torceduras y luxaciones se curaban habitualmente haciendo ''zanatena''. Se recogían siete o nueve hierbas, siempre un número impar, llamadas ''zanbedarrak'', llantén, y se calentaban en una sartén con aceite. La curandera colocaba junto al contusionado un trapo rojo al que pasaba una aguja a la vez que decía: