Tipos de tejado
Los tres aspectos que caracterizan un tejado son el grado de inclinación, el número de vertientes o aguas y los materiales con los que está construido. Abordamos en primer lugar la inclinación y las vertientes.
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Grado de inclinación
La inclinación de un tejado está directamente relacionada con las condiciones climáticas de la zona donde se ubica la vivienda, especialmente con el régimen de lluvias y de nieve. Otro condicionante importante es la naturaleza del material empleado en la cubierta; dependiendo de si se trata de teja, del tipo de la misma, de losa, de madera o de otros, es necesario mantener un compromiso entre la necesidad de inclinar el tejado y que esos materiales se mantengan fijos sin deslizarse.
En Lezaun (N) pese a ser un pueblo de mucha lluvia y fuertes nevadas, la inclinación es similar a la de otros pueblos de la zona, menos castigados por los agentes atmosféricos. La pendiente habitual es de un 33%. Es probable que esto se deba a que todas las cubiertas son de teja, ya que en el pueblo de Iturgoyen, que no tuvo tejería, y donde hasta hace poco se han conservado varios tejados de lajas de piedra o losas, se aprecia que tienen una mayor pendiente motivada por el material utilizado para cubrir el tejado. Con un 33% las losas no desaguarían con efectividad ya que es una cubrición de ensamble dificultoso mientras que con el grado de inclinación de los tejados de losa las tejas tienen peligro de moverse y hacerse goteras.
Según Urabayen la superficie de una cubierta aumenta con relación a la planta de la vivienda “cuanto más húmedo y frío sea el clima de la región donde la vivienda se halle enclavada. Es decir, que, a medida que el clima se hace más húmedo y frío, la cubierta excede proporcionalmente en extensión a la de la planta de la vivienda, adoptando diversas formas, como el alero saliente o la mayor inclinación de las vertientes. En los climas de escasa lluvia la cubierta más sencilla y económica es la horizontal: la terraza. (...) El paso siguiente a éste, donde se necesite verter aguas, es el de dos vertientes. Pero cuando las precipitaciones atmosféricas son intensas las dos aguas se hacen más pendientes, y en las zonas de nevadas se transforman en cuatro o más, que ofrecen menor resistencia a la nieve y a los vientos, hasta llegar a la cúpula, que es la forma ideal para climas duros” [1].
Este autor realiza una precisa delimitación del grado de inclinación de los tejados de Navarra que puede hacerse extensible a todo el territorio. “La inclinación de las cubiertas de Navarra es muy variable, desde la terraza, casi completamente horizontal, hasta alguna que quizá pase de los 60º. Pero la generalidad se acomoda a tres tipos (...): 10 a 20º , 20 a 40º y 40 a 50º. Los demás son casos insólitos.
El tipo de 40 a 50º se extiende próximamente desde Espinal a la frontera con Huesca, ocupando las altas tierras pirenaicas del curso superior de los ríos Urrobi, Irati, Salazar y Ezca.
El tipo de 20 a 40º se halla al oeste y sur de la zona anterior, y su límite meridional sigue en términos generales el curso del río Ega hasta Estella, buscando luego el del Arga hasta Ibero y continuando por él hasta Huarte, de donde marcha hacia Urroz en dirección a Domeño.
Al sur de esta zona se encuentra otra de transición al tipo de 10º a 20º. Su límite meridional pasa cerca de Belascoáin, Tiebas, Aibar, Liédena y Yesa.
Por último, en el resto de Navarra, al sur, domina el tipo de los 10º a los 20º” [2].
Esta diversidad de inclinaciones refleja la variedad del clima en Navarra. “Tal sucede con el tipo de 40 a 50º, aunque no en todos los casos. El clima, abundante en nieves, de la región donde se hallan esas cubiertas impone la vertiente de gran inclinación, la cual, si es a dos aguas, presenta una extensa superficie a la nieve y al viento. De aquí que se transforme en cuatro aguas, matando los ángulos de los hastiales para disminuir la resistencia. Pero esto la hace más cara y, sobre todo, persiste la necesidad de que posea una gran inclinación, lo que exige mucha más superficie con la carestía consiguiente”.
Los constructores de estas cubiertas han dado solución a estos inconvenientes ideando vertientes de doble pendiente, una, la más fuerte, a partir del caballete y la segunda, menos inclinada, cerca de los aleros. “Consiguen con esto disminuir el declive de la cubierta, lo cual la hace más económica, pero sin que pierda su eficacia para expulsar la nieve, pues la situada sobre la parte más inclinada, la del caballete, empuja con su peso a la que se halla en la parte menos inclinada, hasta que por deslizamiento el tejado queda libre del peso de la nieve en su parte más propicia a los hundimientos, la central. Así se explica la práctica corriente en Isaba (curso superior del Ezca) de emplear la teja plana en la pendiente más fuerte de la cubierta y la teja curva en la parte menos inclinada, donde únicamente podría sostenerse. Sin embargo, esta disposición constructiva no es general en la zona de cubiertas con la inclinación de 40 a 50º. Sólo se ve empleada en los valles de Salazar y Roncal (cursos superiores de los ríos Salazar y Ezca, respectivamente)” [3].
A juzgar por los datos obtenidos de nuestras encuestas son dominantes los tejados con una inclinación de unos treinta grados. Así se ha constatado en Moreda, Valdegovía, Valle de Zuia (A), Andraka, Orozko, Valle de Carranza (B), Beasain, Berastegi, Elosua, Hondarribia, Oñati, Zerain (G), Aintzioa y Orondritz, Artajona, Barañain, Lezaun, Mirafuentes, San Martín de Unx y Viana (N). Conviene tener en cuenta que si la pendiente es demasiado pronunciada se corren las tejas mientras que si es escasa se embalsa el agua y provoca goteras.
Como ya se ha indicado antes, en las poblaciones donde es frecuente la nieve, el tejado se muestra más inclinado.
En Isaba, Urzainki y Uztarroz (Valle de Roncal-N) los tejados tienen unos 50º de inclinación hacia el hastial. En Aria (N) normalmente son a dos aguas y presentan una gran inclinación a causa de la lluvia y de las grandes nevadas invernales. En Eugi (N) tienen una fuerte inclinación, aunque no tan acusada como en el área pirenaica, para hacer frente a la elevada pluviosidad. En Mezkiritz (N) cuatro o cinco casas tienen tejados muy empinados, en ellas la nieve se desliza hacia la parte delantera y trasera, nunca queda retenida encima. En este sentido son como las de Aurizberri. Sin embargo hay otras casas en las que la nieve permanece en el tejado durante una semana. En Liginaga (Z) tienen sus vertientes muy inclinadas.
Por el contrario los situados al sur del territorio estudiado presentan tejados menos inclinados.
Así se ha constatado en Obanos (N), donde la inclinación del tejado es escasa como corresponde a una zona de nevadas esporádicas y lluvias no demasiado frecuentes.
Evolución histórica del tejado en Roncesvalles (N)
En cuanto al origen de las techumbres de gran inclinación, José Aguirre plantea una explicación complementaria a la expuesta al principio de este apartado. Acercándose al Pirineo vasco por la vertiente meridional se observa que los tejados de ángulo obtuso llegan hasta muy cerca de Burguete. Es éste el primer pueblo, siguiendo el itinerario Pamplona, Aoiz, Burguete, en el que aparecen las primeras techumbres en ángulo recto y abundan las de ángulo agudo. Un poco más adelante, en el paso de Roncesvalles aparecen enhiestas techumbres de altos vértices, en especial las de algunos edificios de planta cuadrangular y vertientes a cuatro aguas. Este tipo se extiende con profusión siempre creciente siguiendo hacia el oriente pirenaico, en pueblos de los valles de Aezkoa, Salazar y Roncal, lo que da sensación de un modelo arraigado por una larga tradición. Pero según este autor es posible que la techumbre de ángulo obtuso fuera la forma más usada aquí también hasta que en una época muy posterior al siglo XIII se introdujera la otra, bien incorporada de las regiones del centro europeo o norte del país de los francos, por el camino de Santiago y paso de Roncesvalles, o por una evolución propia impuesta por el medio.
El autor trata de sustentar esta hipótesis atendiendo a algunos edificios de Roncesvalles.
Pone como ejemplo una edificación conocida como Orreagako errota. Su techumbre, que era exclusivamente de tabla cuando aportó estos datos, tiene de característico la variación de inclinación que se aprecia en la parte inferior, lo que hace pensar en una armazón primitiva de ángulo obtuso y otra de ángulo agudo montada posteriormente sobre aquella.
Existe en esta población otro edificio de planta rectangular bastante prolongada, destinado a vivienda de seglares servidores de la Colegiata. En la fachada posterior del mismo se aprecian claramente las líneas que señalan en el límite de la antigua pared, el lugar que ocupó la primitiva techumbre de ángulo obtuso con suaves vertientes, a la que más tarde sustituyó otra de vértice más elevado y vertientes más inclinadas, destacándose perfectamente por el distinto color de la masa y piedra el espacio de pared que fue necesario prolongar para elevar el caballete del armazón.
Otro edificio es la ermita Sancti-Spiritus, al lado de la de Santiago. Muestra a los lados de la espadaña señales evidentes de que la primitiva techumbre, más baja que la que presenta actualmente, fue de ángulo obtuso, mientras que la posterior pasó a formar ángulo agudo hasta el extremo de cegar casi por completo el arco de la espadaña con el vértice de la techumbre. Este edificio fue levantado a principios del siglo XIII.
En cuanto a las causas que motivaron la modificación de los tejados pudiera estar el incendio que sufrió el pueblo a principios del siglo XV, el cual destruyó todo el maderamen, pero parece más lógico pensar en la abundante nevada que cayó a principios del siglo XVII que provocó el hundimiento de las techumbres de madera, que debieron ser reconstruidas. Es posible que igual o parecido proceso se haya seguido en los demás pueblos de esta zona pirenaica [4].
Forma y número de vertientes. Urak, isuriak
El número de vertientes o de aguas de un tejado y por tanto su forma ha dependido de diferentes factores como las condiciones climáticas, el grado de agrupamiento de las casas, la existencia o no de edificaciones anejas y la propia forma de la planta del edificio; también es reflejo del estatus de la familia que construyó el mismo; en este mismo sentido las construcciones de carácter comunitario de cada pueblo suelen tener tejados que las distinguen de las casas más humildes. Conviene tener en cuenta que los tejados de cada localidad no son uniformes y que conviven de diferentes tipos. Aquí recogemos los que son predominantes en cada una de ellas.
En los primeros apartados hacemos referencia a las causas que originan la diversidad de vertientes y en la parte final la distribución geográfica que sigue el número de aguas de los tejados.
El factor climático
El factor más claro es el climático aunque como reconoce Urabayen no es nada fácil determinar la relación entre la inclinación y la forma del tejado y las condiciones climáticas de la región en la que se asienta cada casa [5].
En Abezia (A) atendiendo a las condiciones climáticas de la zona, lo normal era que los tejados fueran a dos o tres aguas. Estos últimos resultaban casi más frecuentes y su fin último era cubrir la pared norte de la casa. También había algunos a cuatro aguas, pero no eran los más habituales. Con los tejados a dos aguas se pretendía facilitar que la nieve resbalase y que las goteras no dañasen la fachada.
En Apodaca (A) la mayoría de los tejados son a dos aguas, así se evita que el agua de las goteras caiga sobre la fachada con las molestias que eso conlleva, sobre todo en la puerta.
En Aria (N) el tejado, etxeina o etxegeina, normalmente presenta dos vertientes. También hay alguno de tres; en estos casos una de las alas suele caer sobre la fachada y cubrir una galería denominada agilona.
En Valdegovía (A) habitualmente los tejados son a dos aguas con dirección norte-sur. También existen a tres con la intención de cubrir el oeste; esta modalidad es probablemente la de mayor presencia. Por último cabe señalar la existencia de algunos a cuatro.
En Beasain (G) el tejado es generalmente a dos aguas, aunque los hay a tres y a cuatro. Las caídas de las cubiertas se orientan hacia el norte o el noroeste para resguardar la casa de los vientos fríos y de las lluvias.
En Ataun (G) los tejados son normalmente a dos aguas. Buzan en la dirección del eje mayor de su planta en rectángulo, eje que a su vez se halla orientado en la dirección de los vientos dominantes. De este modo las construcciones presentan menos superficie de pared al embate del viento y la acción de la lluvia, ventaja importante sobre todo cuando las paredes eran de tabla. En las casas que se habían construido recientemente cuando se realizó esta encuesta a mediados del segundo decenio del siglo XX, las vertientes buzaban en el sentido del eje menor del rectángulo de su planta y en dirección aproximadamente perpendicular a la de los vientos dominantes [6].
En Iholdi (BN) el tejado es a dos vertientes de modo que el extremo oriental del caballete corona la fachada principal y el otro extremo termina en una pequeña vertiente de forma triangular llamada mira-buzten, cola de milano, lo que permite que la fachada trasera ofrezca menos superficie a los vientos del oeste y del noroeste.
En Kortezubi (B) el tejado, telatua, es en general a dos aguas. Las vertientes buzan a oriente y occidente. El caballete, gallur, está orientado de norte a sur, o de NW a SE en la dirección de los vientos predominantes. El efecto de los vientos del NW, que azotan constantemente ese lado de los edificios, se evita en parte con una tercera vertiente de exiguas dimensiones que existe en muchas casas y que llaman medi-buztena o miru-buztena, cola de milano.
En el Valle de Carranza (B) la cola de milano recibe el nombre de morisca y es uno de los elementos característicos de muchos caseríos del lugar. Ésta no sólo se localiza en el hastial del clásico caserío de fachada principal perpendicular a la cumbre sino que también aparece en los de fachada paralela, situada en estos casos sobre uno de los muros laterales.
En Barañain (N) donde hay tanto cubiertas a dos aguas con el caballete perpendicular a la fachada como con él paralelo, la que lo tiene perpendicular responde claramente a las condiciones climáticas de la zona porque ofrece al sol la mayor parte de la fachada y al mismo tiempo deja caer la lluvia hacia los lados.
Pero lo que en poblaciones con pluviosidad más alta es un inconveniente, en otras se convierte en una ventaja de tal modo que lo que se intenta es precisamente recoger la escasa lluvia.
En Allo y Artajona (N) en los tejados de vertiente única el agua de lluvia casi siempre corre hacia la fachada, para de esta manera poder recogerla, sobre todo antaño cuando al carecer de agua corriente era muy valorada y más aún en el periodo estival.
En Lagrán (A) los tejados vierten todos las aguas en dirección a la fachada, habiendo muy pocos que lo hacen en las cuatro direcciones.
Las casas agrupadas
Otro factor que influye en la estructura del tejado es el poblamiento; cuando las casas aparecen agrupadas como en las villas, la forma de los tejados queda limitada.
En Agurain (A) dado el sistema de poblamiento el tejado es necesariamente a dos aguas. Son escasas las casas que lo tienen a tres y aun las aisladas lo presentan a dos.
En el casco antiguo de Durango (B) al estar las casas adosadas formando calles la cubierta es a dos aguas con la cumbre paralela a la calle.
En Lezaun (N) son pocas las casas sin adosar. Los tejados son a dos, tres y cuatro aguas. Como el conjunto urbano está muy agrupado, cuando las casas están adosadas a dos caras el tejado es a dos vertientes ya que así se evitan problemas para la eliminación del agua de lluvia. Esto ocurre en las varias hileras de edificios que hay en el pueblo. Cuando la casa sólo está unida por una cara, llamada medianil, el tejado es a tres aguas. Las exentas son a cuatro aunque también las hay a tres. Algunos anexos presentan una sola vertiente.
En Romanzado y Urraúl Bajo (N) hay tejados de cuatro, tres y dos vertientes. Con frecuencia presentan disposiciones intrincadas por tratarse de casas agrupadas o por superponerse edificaciones, arreglos, añadidos, etc.
La estructura de los tejados no sólo depende del agrupamiento de las casas sino además de que tengan construcciones anejas.
En Obanos (N) predominan las que cuentan con tejado a dos aguas pero es considerable el número de las que lo tienen a tres y sobre todo a cuatro. A veces las estructuras se hacen complejas por la anexión de varias viviendas y de construcciones complementarias como pajares o champiñoneras.
En Abezia (A) las dimensiones de las dos vertientes de los tejados a dos aguas solían ser similares aunque en algunos casos se aprecia que una es mayor que la otra hasta el punto de que puede llegar a prolongarse para cubrir toda la cabaña anexa al edificio principal.
La forma de la vivienda
Otro factor que influye es la forma de la planta de la casa; por ejemplo es más sencillo hacer un tejado a dos aguas cuando la casa es rectangular y a cuatro cuando es cuadrada.
En Beasain (G) la planta de los caseríos puede ser rectangular o cuadrada, correspondiendo la primera al 75-80% de los mismos. Entre los rectangulares la mayoría tienen cubierta a dos aguas, bien sea longitudinal o transversal a las fachadas más largas, y la minoría a cuatro.
Entre los caseríos de planta cuadrada los hay con cubiertas a dos, tres o cuatro aguas.
En Hondarribia (G) la mayoría son a dos aguas. Esta disposición del tejado se corresponde con las casas de planta rectangular. Hay algunos caseríos de planta cuadrada y éstos presentan tejados con cuatro vertientes. Sólo en algunos edificios de pequeño tamaño como la cochiquera, que es exterior a la casa, se han dado tejados a un agua y con cubierta de piedra.
En Aintzioa y Orondritz (N) los tejados que más predominan son los de dos aguas y corresponden a las casas de planta rectangular. En Aintzioa la mayoría de las casas tienen su fachada principal en una de las paredes largas del rectángulo que forma la casa. De todas las que componen esta población sólo una presenta tejado a cuatro aguas, que corresponde a una planta cuadrada (12x13 m).
En Izal (N) las casas son de planta rectangular o cuadrada, con cubierta de pendiente no pronunciada a dos o cuatro aguas.
Relación entre el número de vertientes y el estatus
A veces el número de vertientes depende de la naturaleza de la casa siendo habitual que las nobles o palacios tengan tejados a cuatro aguas. Ya se ha citado entre las descripciones anteriores algún ejemplo.
En Sara (L) el tejado suele ser a dos aguas, siendo excepción el que tiene cuatro vertientes, que, según los informantes, corresponde a los palacios, jauregi.
En Allo (N) los tejados de tres y cuatro vertientes los encontramos en las casas consideradas como nobles o de estructura muy compleja.
En Bernedo (A) la forma predominante del tejado es a dos aguas y algunas casas más señoriales los tienen a cuatro. Los tejados a tres aguas son menos frecuentes. En Abadiño (B), igualmente, son a dos aguas pero los edificios más señoriales los tienen a cuatro.
En Amorebieta-Etxano (B) suele tener dos y tres vertientes. Cuando los caseríos tienen tres, dos caen hacia los lados y la tercera hacia atrás. En esta población la casa con tres y cuatro aguas se considera más elegante que la que tiene sólo dos aguas.
En Zerain (G) las casas tienen el tejado a dos aguas a excepción de unas pocas que lo presentan a cuatro y que no son caseríos propiamente dichos.
Urabayen recoge que la cubierta a cuatro aguas sobre planta cuadrada, que se sale del esquema que él establece, se halla repartida de un modo esporádico por toda Navarra. Lo mismo se la encuentra en la zona de cubiertas a un agua que en las de a dos o a cuatro sobre planta rectangular. Pero siempre es poco frecuente aunque son escasos los pueblos que dejen de contar con uno o varios ejemplares.
“Y, sin embargo, estas casas con cubierta a cuatro aguas en punta de diamante vienen a representar la flor y nata del estilo popular, que en tales edificios suele ostentar sus mejores galas” [7].
Causas varias
Los edificios de carácter comunitario o público como iglesias y ayuntamientos también presentan estructuras en sus tejados más elaboradas.
El número de aguas también refleja la antigüedad de la edificación.
En Aoiz (N) la forma de los tejados es a dos aguas en la mayoría de los casos, aunque también abundan los de cuatro vertientes sobre todo en construcciones antiguas, no de nueva edificación. En éstas todas las vertientes, partiendo de un único punto central, tienen la misma extensión. Hay algunos casos de tejados a tres aguas, es decir, a dos aguas con una tercera vertiente orientada al norte o al noroeste.
El caserío de Luzaide/Valcarlos (N) es generalmente de planta rectangular, sin embargo los informantes de más edad recuerdan que antaño fueron en su mayoría cuadrados. Como consecuencia de ello ha cambiado el tejado, ya que a estos últimos edificios más antiguos les corresponde el tejado a cuatro aguas, llamado abillón o pabillón, mientras que la casa rectangular lo tiene a dos vertientes [8].
Quizá esto tenga que ver con el hecho de que en tiempos pasados parece ser que las casas solían tener planta cuadrada.
Así, en Lezaun (N) se puede decir que las edificaciones más antiguas tendían a ser cuadradas y que las del siglo XX, en cambio, suelen ser rectangulares.
Distribución geográfica del número de vertientes
Los edificios de una única vertiente son habituales sobre todo en las poblaciones del territorio estudiado situadas más al sur.
Según Urabayen el tipo de cubierta a un agua era la forma más económica de techar un edificio. Por eso, siempre que era posible se tendía a ella. Esto es lo que sucedía en la parte más seca de Navarra. Pero además se ve en construcciones secundarias, sobre todo de pequeñas dimensiones, en otras zonas. También es muy frecuente encontrar al norte de Pamplona cubiertas a un agua en viviendas pero siempre apoyadas o continuando otras de dos o cuatro [9].
En Mélida (N) los tejados podían ser a una o a dos vertientes, según el capital de quien hacía la casa, ya que la primera posibilidad era más barata que la segunda. Actualmente las viviendas se hacen con tejados a dos vertientes. En Viana (N) muchas de las casas de los arrabales se levantaron a una sola agua, hacia la calle.
Es habitual que allí donde se observan construcciones con tejados a un agua sean también frecuentes las casas con dos vertientes; así se ha constatado, por ejemplo, en Pipaón (A), Murchante y Sangüesa (N), donde además los tejados a dos aguas muestran poca inclinación.
En las poblaciones con edificios a una vertiente también se encuentran otros con dos, tres y cuatro aguas, como ocurre con Allo y San Martín de Unx (N), donde los de cuatro son tejados irregulares y donde además se encuentran combinaciones múltiples de tejado y azotea.
En Moreda (A) las casas a una sola agua están en rincones o en edificios cuya fachada trasera pertenece a otro vecino. En Berganzo (A) los tejados suelen ser a dos aguas y a una lo tienen los de algunos hornos, los pajares y las cabañas.
Parece ser que la forma más frecuente de los tejados en el área estudiada es a dos aguas, lo cual no quiere decir que en cada población sólo aparezca este modelo.
Así se ha constatado en Agurain, Añana, Apodaca, Lagrán, Markinez (A), Andraka, Gorozika, Kortezubi (B), Andoain, Astigarraga, Ataun, Elgoibar, Hondarribia, Telleriarte (G), Aintzioa y Orondritz, Allo, Améscoa, Andagoia y Gorriti, Aria, Barañain, Eugi, Ezkurra, Goizueta, Izurdiaga, Mélida, Mezkiritz, Monreal, Valtierra (N), Ortzaize (BN), Baigorri, Urepele (BN) y Liginaga (Z).
En Améscoa (N) el tejado es casi exclusivamente a dos vertientes. Para conseguir esta forma se prolongan las paredes maestras de la casa por su parte superior formando dos triángulos en cuyos vértices descansa el caballete del tejado, que recibe el nombre de gallur.
En Donoztiri (BN) el tejado tiene dos vertientes suaves. Aunque ambas son generalmente iguales, hay casas donde una de ellas es más ancha que la otra, circunstancia que parece obedecer a una evolución de la casa posterior a su construcción.
En Irisarri (BN) las casas de los agricultores tienen tejado a dos vertientes con cola de milano, miru-buztana.
En Uharte-Hiri (BN) el tejado, teilati, es a dos vertientes, ixuri, que forman la cumbre, etxe-bizkar, que en muchos casos aparece achaflanada en el muro zaguero; el chaflán así formado se llama urtxo-buztan.
En Ezkio-Itsaso (G) en la mayor parte de las casas el techo era a dos aguas, pocas lo tenían a tres y solamente la casa cural, Audua aundi y Ugalde lo tenían a cuatro. Las casas Garaion azpikua y Sagastizabal aundi tenían una pequeña truncadura llamada miru-buztan en la parte zaguera y Plazategi sobre la fachada.
En las poblaciones donde son frecuentes los tejados a dos aguas también aparecen los de a cuatro, como Astigarraga, Ataun, Berastegi (G), Elorz, Izal y Mezkiritz (N).
En Lesaka (N) el tejado más corriente es el de dos vertientes con el eje en su mayor longitud. No obstante, también abunda el tejado a cuatro aguas, sobre todo dentro de la villa y en las casas hidalgas. Una excepción era la de las casas Ortzantzenea y Yangoenea (Juangoenea), que tenían en una de las fachadas laterales, parte del tejado más saliente que lo restante, como ocurre en las Encartaciones de Bizkaia y Cantabria para proteger el hueco de la puerta o ventana [10].
En Izurdiaga (N) las casas antiguas tienen tejados a dos y a cuatro aguas, y las recientes están cubiertas a dos aguas. En Goizueta (N) hay tejados a tres o a cuatro aguas en las calles, pero en general los de los caseríos antiguos son a dos.
En Bernedo (A) la forma del tejado es variada, aunque predomina la de dos aguas. También los hay a tres y cuatro [11].
En Zeanuri (B) los tejados son a dos, a tres y a cuatro aguas. De estos últimos algunos carecen de caballete y las vertientes convergen en un punto, es decir, tienen cuatro cuartones, agiloiak, que partiendo del centro del tejado van a parar a las cuatro esquinas del edificio.
Otras los tienen también pero no parten de un punto común sino que salen dos a dos de los extremos de un caballete central cuya longitud varía de unas casas a otras.
En Aoiz (N) el tejado es casi siempre a dos aguas aunque hay casas a cuatro y tres.
En Oñati (G) las grandes casas como las de Etxeaundi, Belasco, Zubiate, Agerre, Zanpia-Zelai, Balantzategi, etc., tenían sus tejados con vertientes a cuatro aguas; las había también a tres pero lo más común es que tuvieran dos vertientes siempre laterales.
En Beasain (G) el tejado es generalmente a dos aguas. En la ilustración que acompaña pueden verse las formas de las cubiertas que abarcan la práctica totalidad de los caseríos de esta localidad con el porcentaje de cada tipo.
En otras poblaciones las tipologías son diversas, en cierto modo como en los casos anteriores, pero ya no predomina el tejado a dos aguas sino que son igualmente frecuentes los que presentan un número de vertientes mayor.
En el Valle de Zuia (A) la cubierta de los caseríos presenta una amplia gama de modalidades, resultante de considerar de una parte el número de vertientes y de otra la situación del caballete con respecto a la fachada principal. Atendiendo a las vertientes hay tejados a dos, a tres y a cuatro aguas. Un tipo de los más abundantes es el correspondiente a las tres vertientes, estando el tercer faldón en la parte posterior del edificio. Los tejados a cuatro aguas no son numerosos, pero se dan varios casos.
En Valdegovía (A), Valle de Carranza (B), Elosua y Oñati (G) se presentan también tipologías variadas, hay tejados a dos, tres y cuatro aguas. Lo mismo sucede en Orozko (B), ur bire, hiru ure o laure; en esta población los de tres aguas se llaman de cola de milano, mirubuztena.
En Busturia (B) encontramos caseríos con amplios tejados, teilatue, a dos aguas. En los de tres plantas es frecuente el tejado a tres aguas de tal modo que la tercera vertiente se encuentra en la parte trasera y presenta menos inclinación que las otras dos. También hay casas rurales con tejado a cuatro aguas. A comienzos del siglo XX se ampliaron las comodidades y algunos caseríos levantaron una planta o cambiaron la estructura del tejado de dos aguas a cuatro, con la consiguiente transformación de la planta.
En Mirafuentes (N) no existe un número fijo de vertientes, se pueden encontrar ejemplos de casas con tejados a dos aguas, a tres y a cuatro, dependiendo de la solución que se haya considerado más adecuada para finalizar las construcciones.
En Romanzado y Urraúl Bajo (N) hay igualmente tejados de dos, tres y cuatro vertientes.
Con frecuencia presentan disposiciones intrincadas, en casas agrupadas, por superposición de edificaciones, arreglos y añadidos.
En Aurizberri (N) casi todos los tejados tenían vertientes muy rápidas a cuatro aguas. Esta clase de tejado se llama agillona y si es con vertiente a dos aguas, piñona. Lo que en Bizkaia se llama mira-buztena aquí se llama aguilón, que puede ser entero, medio o cuarto.
En Isaba, Urzainki y Uztárroz (Valle de Roncal-N) las dos o cuatro vertientes de la cubierta carecen de aleros y en general esta tipología se halla muy emparentada con la casa ansotana, aunque en ésta predominan las dos aguas del tejado frente a las cuatro que comúnmente se ven en el valle roncalés.
Por último recogemos un caso paradigmático de lo visto hasta ahora, correspondiente a una población navarra. Los tejados de San Martín de Unx (N) son de formas variadísimas: los hay de una, de dos, de tres y de cuatro aguas. La cubierta a un agua, muy extendida por la Ribera y Tierra Estella, es aquí profusa, aprovechada generalmente en casas anejas o en almacenes surgidos al lado de las casas iniciales, pero también en casas de habitación humana. Las casas con esta techumbre buscan a menudo el amparo del monte, ofreciéndole la parte más elevada del tejado, cayendo las aguas a la fachada principal. Este modelo de cubierta es la que más abunda en el pueblo, por ser de construcción bien económica.
Las casas con tejado a dos aguas son de planta rectangular y con el caballete de la techumbre paralelo a la fachada. Puede ocurrir que una de las fachadas sea de mayor superficie que la otra. A este tipo pertenecen muchas viviendas de San Martín de Unx (N). De parecida construcción son las pocas casas con tejado a tres aguas, en éstas la techumbre cae de un lado formando chaflán.
Hay también casas con tejado a cuatro aguas, de caballete corto y perpendicular a la fachada, que divide la techumbre en cuatro lienzos de tejado en forma trapezoidal. Su construcción es más complicada y costosa, aunque presenta gran empaque, razón por la que la ostentan sólo una docena de edificios. No es raro ver en estas casas fachadas de piedra sillar, con buenos escudos nobiliarios y alero más saliente. También son de proporciones más esbeltas. Obedecen a la clasificación de “casas fuertes”.
En resumen la forma del tejado más empleada es a un agua, con fachada de sillarejo, a veces mezclado con adobe y ladrillo; bastante numeroso es también el tejado a dos aguas, con fábrica de sillarejo en las paredes y sillar en esquinas, dinteles y jambas de puertas y ventanas, que antes se encalaban siguiendo la moda; estas casas son de buena construcción, con interesantes portadas y escudos familiares. Los tejados a cuatro aguas se reservan para las casas con buenos recursos económicos, donde en algunos casos no se escatiman gastos en la decoración de aleros y forjados, siendo las de este tipo menos numerosas. Por último, las casas a tres aguas, de las que hay pocas, quedan a caballo, económicamente hablando, entre las de dos y cuatro aguas.
- ↑ Ibidem, p. 48.
- ↑ Ibidem, pp. 51, 53.
- ↑ Ibidem, pp. 48, 51-54.
- ↑ José de AGUIRRE. “Establecimientos humanos y casa rural, II”, in AEF, VI (1926) pp. 117-124.
- ↑ URABAYEN, La casa navarra, op. cit., p. 48.
- ↑ BARANDIARAN, “Pueblo de Ataun...”, cit., pp. 8-9.
- ↑ URABAYEN, La casa navarra, op. cit., pp. 54-55.
- ↑ José Ma SATRÚSTEGI. “Estudio del grupo doméstico de Val- carlos” in CEEN, I (1969) p. 136.
- ↑ URABAYEN, La casa navarra, op. cit., p. 61.
- ↑ CARO BAROJA, “Algunas notas sobre la casa en la villa de Lesaka”, p. 84.
- ↑ En Portugalete (B), según un estudio realizado en la pri- mera mitad de los años ochenta del siglo XX, se encuentran las siguientes proporciones:
Dos aguas 55,8% Tres aguas 23,1% Cuatro aguas 11,5% Atípico 9,6%