Era también corriente ofrecerse a la familia para apadrinar al niño. Se indagaba previamente si estaban designados los padrinos para, en caso negativo, solicitar el favor (Izal-N). En Allo (N) familiares o amigos sugerían esta posibilidad diciendo: "ya te sacaré al chico de pila". En Muskiz (B) de entre las solicitudes que recibían los padres elegían como padrinos siguiendo distintos criterios; unas veces primaba la bondad del solicitante, otras su posición, pero en la mayoría de los casos los padres escogían a quien creían sería su mejor sustituto.
No era frecuente ofrecerse sin mediar parentesco (Moreda-A; Carranza-B). En Markina (B), se pensaba que a nadie se debía negar el derecho de apadrinar a un niño. En Bidegoian (G) se creía que en caso de que los padres se negaran al ofrecimiento formulado por un familiar el niño tendría "mal de ojo".
Antaño, aunque los padrinos hubieran sido designados con suficiente antelación, si vivían lejos se veían en la necesidad de cambiarlos debido a la premura que había en bautizar al recién nacido (Gamboa-A).
Se creía que apadrinar a tres niños reportaba grandes indulgencias (Amezketa-G); y si eran de una madre el padrino no se condenaría (Elorrio-B; Larraun-N). Si el niño moría antes que sus padrinos aquél salía a su encuentro en el cielo para darle la bienvenida (Dima-B; Baztan, Larraun-N; Donibane-Garazi-BN)[1].
- ↑ Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 188. Vide también Ritos Funerarios en Vasconia. Atlas Etnográfico. Bilbao, 1995, p. 81.