En todas las localidades encuestadas se constata que para bautizar al recién nacido, tradicionalmente, se procedía de una manera muy sencilla. La comitiva que llevaba al niño a la fuente bautismal estaba compuesta por los padrinos, la mujer portadora, eramaile, que en muchos casos era la comadrona, emagina, y acaso algunos testigos -vecinos-, o algún miembro de la familia.
En Sara (Ip) después de la ceremonia religiosa, los padrinos y la portadora tenían una comida o merienda, según que el bautizo hubiera sido por la mañana o por la tarde, en una de las posadas del pueblo. En estas ocasiones como alimento singular se tomaba gallina. El gasto ocasionado era sufragado por los padrinos.
En Elosua-Bergara (G) los padrinos y testigos organizaban en casa del sacristán una merienda que consistía en jamón con tomate hecho, queso o nueces, café, aguardiente y cigarro puro. Los manjares eran por cuenta de la madrina, las bebidas del padrino y la mujer del sacristán era la encargada de preparar la merienda.
En muchas localidades se constata que tras la ceremonia del bautismo tenía lugar en casa de la parturienta una pequeña merienda o refrigerio consistente en chocolate, bollos de leche, bolados o azucarillos con agua o un refresco a base de vinos dulces con pastas caseras y galletas.
En Gorozika (B) era un plato propio de esa merienda una tortilla francesa a la que se le agregaba azúcar.
Por lo común el domingo singuiente al bautizo los allegados del recién nacido celebraban una comida familiar. Esta presenta unos rasgos comunes: sopa elaborada con caldo de gallina, cocido de garbanzos, carne con pimientos o tomate, guisado de gallina, conejo u oveja.
Los postres habituales han sido arroz con leche, cuajada, fruta y queso. Otros que se recogen en las encuestas son: sopas de leche con azúcar enfriadas (Amorebieta-Etxano-B), natillas o budin (Aria-N), tarta casera, sopa cana (Eugui-N) y orejones (Eugui, Izurdiaga-N), bizcochón preparado en el horno del pueblo (Mélida-N).
En las últimas décadas se está adoptando la costumbre de celebrar el banquete de bautizo en un restaurante con participación de parientes y amigos de los padres de la nueva criatura.
Los caracteres de estas comidas de introducción reciente son comunes a las organizadas en otros acontecimientos similares y no ofrecen ninguna particularidad especial.
Los bautizos no pasaban desapercibidos a los niños del vecindario que se arremolinaban en el pórtico de la Iglesia, aguardando la salida de la comitiva con el recién bautizado.
Según una práctica muy generalizada, al salir del templo los padrinos arrojaban al aire caramelos, confites, almendras, nueces y monedas que los niños pugnaban por apropiarse. Luego, el grupo de niños seguía a la comitiva hasta la casa del recién nacido a la espera de nuevas provisiones de dulces. En ocasiones, los padrinos lanzaban los últimos dulces y monedas desde el balcón de la casa.
En Aoiz (N), mientras se celebraba la ceremonia en la Iglesia, los niños cantaban en el pórtico: Lila, lilale, al chocolate echad dinero pal aguardiente, churri, churri. A la costumbre de lanzar los dulces se le llamaba churri-churri.
En Obanos (N), denominaban la rebucha, a las nueces, chochos de anís y cuatrenas lanzadas desde el balcón de la casa tras la ceremonia.
En San Martín de Unx (N), a la costumbre de lanzar monedas tras el bautizo se le designaba arrepuchuchu. El bautizo tenía lugar a las cinco de la tarde a fin de que los niños, muetes, pudieran acudir tras haber concluido su horario escolar.
Para protestar por la escasez de obsequios, o simplemente para llamar la atención, los niños cantaban esta tonadilla que, con pequeñas variantes, es común a todas las comarcas y regiones de Vasconia:
- Bautizo cagau
- a mi no man dau
- si cojo el chiquillo
- lo tiro al tejan.
En Allo (N), antes de entonar la estrofa los niños se dirigían a los padrinos diciéndoles: «Lacios, lacios, lacios...». En Apellániz (A): «Agua, vino, mierda p'al padrino...». En San Martin de Unx (N) el padrino poco generoso recibía el nombre de «Padrino musido». En Zerain (G), se les calificaba como «Poltza zimun>.
La costumbre de lanzar dulces y monedas tras el bautizo se mantiene en algunos lugares, si bien, al parecer, los niños son más conformistas porque ya no recriminan a los padrinos.