La sal sobre el cadáver
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Con el fin de que el cuerpo no se hinchase, se ha constatado en Amézaga de Zuya, Bernedo, Llodio, Moreda, Salcedo, Salvatierra (A); Zerain (G); Allo y Mélida (N) la costumbre de colocar un plato de loza lleno de sal sobre el vientre del cadáver. Se anota que el plato debía ser de loza, no de metal y que se retiraba antes de introducir el cadáver en la caja. En algunas localidades, añadían con el mismo fin, unas tijeras abiertas en forma de cruz (Ribera Alta, Salcedo, Santa Eulalia de Cuartango-A y zona media de Treviño). En Llodio (A) se colocaba un saquito de sal en el féretro.